26 abril 2020

Tarde te amé...

Hoy Domingo, al exponer el Santísimo, mi párroco ha puesto la canción que pongo más abajo en el enlace y después ha leído, como siempre hace, el evangelio del día (Lucas 24, 13-35)

Y yo no he podido evitar unir el versículo "Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo" (v.16) con el estribillo de la canción (basada en un texto de san Agustín): "Tarde te amé"...

Sí, Señor, tarde te amé. Tantas y tantas veces mi corazón se queda enganchado a las cosas de este mundo y olvido levantar la mirada a Ti. 

Creo que a veces nos puede ocurrir como a los discípulos de Emaús: que no sabemos reconocer a Jesús que pasa a nuestro lado.

Como decía mi párroco, cuando el sufrimiento llega a nuestra vida, cuando nos cuesta mucho entender alguna situación, nos puede ocurrir que nuestro corazón y nuestra mente se queden ahí enganchados. Como a ellos, que solo eran capaces de ver con tristeza ese momento de su historia: "Nosotros esperábamos..." (v.21). 

Es como si solo viéramos un trocito de una película.

Jesús ayudó a los discípulos de Emaús a mirar la vida desde los ojos de Dios. Él conoce toda la "película" de nuestra vida, desde el principio hasta el final. Y sabe que, incluso esos momentos que no entendemos y nos hacen sufrir, forman parte de una historia de Amor mucho más grande.

Necesitamos levantar la mirada más a menudo para ver nuestra vida, los acontecimientos que nos rodean, nuestra historia, con los ojos de Dios. Recordar una y otra vez que Él es Amor y Misericordia, que todo está en sus manos amorosas y que algún día entenderemos el por qué de lo que acontece, pero que ya desde ahora lo podemos vivir con fe y esperanza. 

Oremos con el texto de san Agustín hecho canción. Yo hoy le pido a este santo que me ayude a recorrer el camino de conversión que Él recorrió. Que me enseñe a no quedarme solo con las cosas de fuera, con lo meramente humano, sino a tener una mirada de fe sobrenatural sobre mi historia y la historia de los demás. 

Canción: Tarde te amé
Texto: san Agustín
Música: Antonio Valdoni
Intérprete: Ana Moya
https://youtu.be/_pkCCIEuQEY

21 abril 2020

Decálogo sobre el amor

A raíz de la cercana celebración del Domingo de la Divina Misericordia, quiero compartiros un resumen del Decálogo sobre el Amor del difunto padre Carlos Valverde, sj, del que tuve el regalo de ser alumna en las últimas clases que dio antes de fallecer. 

Con estas DIEZ PALABRAS, el p. Valverde expresaba en qué consiste amar. Pueden ayudarnos a hacer un examen de conciencia para ver si de veras amamos a los demás:

1. RESPETAR: cuando uno quiere a otra persona, la respeta. Y si no la respeta, es que no la quiere. Es preferible molestarme a mí mismo antes que molestar a otros. Es preferible ser prudente con las cosas que uno hace o dice, antes que faltar al respeto o herir a otra persona.

2. ACOMPAÑAR: ser cercano y no distante. Si digo que quiero mucho a los demás pero estoy situado como en una tribuna, como en una tarima que me hace mirar a los demás por encima del hombro, y a los demás los asusta, es que no los quiero suficientemente. Porque el que ama se aproxima, se hace cercano a los demás.

3. CALLAR: cuando uno ama mucho a los demás, no dice siempre lo primero que se le pasa por la cabeza. Querer mucho a los demás requiere muchas veces morderse la lengua, aceptar, olvidar. Requiere muchas veces callar, en una palabra. Requiere muchas veces no ser tan espontáneo que terminas siendo un maleducado, un insolente. Querer a los demás es saber callar.

4. ACORDARME DE LOS DEMÁS: en latín, corazón se dice cor, cordis. De ahí la palabra recordar, que es volver a pasar por el corazón. Cuando se quiere a los demás te acuerdas de ellos, les llevas en el corazón. Cuando quieres de verdad a alguien, te acuerdas de felicitar, de dar el pésame, de preguntar por su salud y sus cosas... En el fondo, los llevas en el corazón, no dejas que pase mucho tiempo sin "darles un toque".

5. SERVIR: como dice el Papa Francisco, "Quien no vive para servir, no sirve para vivir". Es decir, que una persona que está aprovechando bien la vida, que sabe vivir, es una persona que se acostumbra a servir, a echar una mano, a colaborar, a estar disponible.

6. ACEPTAR A LOS DEMÁS COMO SON: es muy difícil porque nos hacemos un patrón mental de cómo deben ser los demás. Nos cuesta mucho acoger a los demás como son, respetarles como son, aceptarles como son. Querer a alguien es no pretender que el otro sea como a mí me gustaría que fuera, sino aceptarle como es. Y aceptarle es quererle y llevarle en el corazón tal y como es, sin pretender y sin exigir que él sea como a mí me gustaría.

7. SONREÍR: el lenguaje no verbal, el lenguaje corporal, expresa muchas cosas. Aunque no lo pretendamos, con nuestro cuerpo estamos diciendo a la gente si les apreciamos sinceramente o si, por el contrario, les estamos juzgando. Tratar de ser agradable, ayudar y colaborar, no herir con mi cuerpo, con mis gestos, con mi mirada. Una persona que quiere mucho a los demás, es una persona que también corporalmente trata de ser agradable, y trata de ayudar y colaborar. Y que la sonrisa no sea una mueca forzada, sino que exprese lo que llevo en lo profundo del corazón, esa paz y alegría en el trato con el otro.

8. CUIDAR ESPECIALMENTE A LOS QUE ME NECESITAN MÁS: no buscar solo a los que me hacen estar bien y me proporcionan un beneficio, porque realmente no les estoy amando, sino que me acerco porque me interesan. Realmente me estaría amando a mí mismo, buscando estar yo bien y pasarlo bien con personas que me proporcionen un beneficio. Uno sabe amar cuando sabe dar, no solo pedir. Sabes amar si te haces cercano a aquellos que no te pueden aportar nada. ¿Con quiénes te juntas y de quiénes huyes porque te resultan más pesados? Una persona que tiene un corazón capaz de amar, es una persona que no huye de nadie. Que quiere a todos y especialmente a aquellos que le necesitan más.

9. PERDONAR: no quiere decir que no te duelan las cosas que te han hecho, que han significado una herida en tu corazón. Perdonar quiere decir que esa herida no sea para siempre, que estás dispuesto a pasar página. A superarlo, a olvidarlo, a hablar de otro asunto, a dar el tema por zanjado. Uno es capaz de perdonar cuando no guarda rencor. Cuando, a pesar de las cosas que le han podido hacer, no conserva amargura en el corazón, sino paz y alegría.

10. NO HABLAR NUNCA MAL DE NADIE: de todas las personas podemos alabar algunas cosas. Por ejemplo, de unos podemos decir que son muy buenos deportistas; de otros, que tienen muy buena voz, que han tenido mucho éxito en los negocios, que tienen unos hijos preciosos... Procura siempre hablar bien de los demás y contar esas cosas buenas que tienen. Y de las cosas malas, es mejor no hablar. De modo que todo lo que digamos de los demás sea siempre constructivo y positivo. Como decía san José María Escrivá, "De quien no se puede alabar, es mejor callar"

Menudo repasito, ¿verdad? 


Canción: Si yo no tengo amor
Interpretada por: Verónica Sanfilippo y Jonatan Narvaez


*Tomado parcialmente de las charlas de Ejercicios Espirituales personalizados de la Vicaría para el Cerro de la Diócesis de Getafe.

12 abril 2020

DOMINGO DE RESURRECCIÓN - ¡Cristo Vive!

 ¡Cristo ha resucitado, aleluya, aleluya! 🕯🎉
¡Verdaderamente ha resucitado, aleluya, aleluya! 🕯🎉

¡Que toda la creación alabe al Padre porque Cristo ha resucitado! 

¡Que todas las familias se unan para entonar un canto de alabanza 
a Aquel que ha vencido a la muerte! 

¡Cristo ha muerto y resucitado para nuestra salvación!

Que nadie calle ante tan gran noticia, 
que todos anuncien que el Cordero ha vencido. 
Que ya la muerte no tiene poder, 
que se nos han abierto las puertas eternas del Cielo.

Déjale vivir en ti, déjale que fluya esa vida nueva que tiene para ti.

¡Muestra que Cristo vive en tu corazón! 
¡Anúncialo!  
¡Él vive hoy!


Canción: Cristo Vive
Autor: Verbum Dei


11 abril 2020

SÁBADO SANTO - Como en Nazaret… he aquí a tu esclava

Se ha ido, Madre. Se ha ido.
Un silencio cubre la Tierra.
María, Madre, te acompañamos en este día y aprendemos de tu Inmaculado Corazón a esperar como tú.
Recorremos contigo esta preciosa historia de amor que comenzó cuando le dijiste sí al Padre. Aprendemos de ti a preguntar aquello que no entendemos y después a entregarnos sin miedo, sin medida, hasta el final.
Aprendemos de tu Corazón a hacer silencio ante los designios del Padre, a buscar la voluntad de Dios por encima de todo. Viéndote vivir comprendemos por qué Dios te eligió para ser su Madre. Nadie más hermosa que tú, Madre.
Tus hijos acudimos a ti, Madre. Enséñanos a esperar y amar en el silencio como tú. Prepara nuestros corazones para esa vida nueva que ya llega desde nuestros sepulcros.
Enséñanos a escuchar al Padre como tú, a acoger el Espíritu como tú, para que demos a Cristo a luz en el mundo... como tú.

Canción: El Diario de María.
Autor: anónimo, interpretado por Mónica Arroyo con Martín Valverde Rojas.

10 abril 2020

VIERNES SANTO - Crucificado

¿A quién buscas? ¿A Jesús? Mírale ahí, crucificado, por Amor a ti. Sin apariencia, sin presencia, desfigurado que no parece hombre, “sin aspecto humano, sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado”. 
Él carga sobre sí tus sufrimientos, tus dolores; ha sido traspasado por tus rebeliones, triturado por tus crímenes. Aceptó ser triturado con el sufrimiento, entregar su vida como expiación, por ti. 
Por ti, por ti…
Y sus cicatrices te han curado...

Canción: Crucificado
Intérprete: Ana María Moya.

 

09 abril 2020

Qué celebramos el Jueves Santo (2ª parte)

Teniendo presente lo que reflexionábamos ayer del dolor profundo que tenía Jesús en su Corazón, vamos a ver los gestos que realiza y que celebramos en la liturgia de este día.
 
Es importante no quedarnos como simples espectadores. Jesús nos ha invitado a sentarnos a la mesa con Él. Quiere que compartamos con Él el peso que lleva su Corazón, escuchando de sus labios su testamento vital (Juan 14-17). Quiere que nos dejemos amar hasta el extremo, lavándonos los pies, porque es el único modo en que aprenderemos a amar. Quiere que le acompañemos durante su oración estremecedora en el Huerto de los Olivos, clamando, suplicando al Padre.
 
En esta eterna noche pascual, Jesús se entrega a nosotros hasta hacerse sacramento permanente quedando instituida la Eucaristía. Celebramos la Cena del Señor en la cual Jesús, un día como hoy, la víspera de su Pasión, “mientras cenaba con sus discípulos tomó pan…” (Mateo 28, 26). Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento, como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso “cuando comemos de ese pan y bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva” (1 Corintios 11, 26). De aquí que podamos decir que la Eucaristía es memorial no tanto de la Última Cena, sino de la Muerte y Resurrección de Cristo que es Señor y “Señor de la Muerte”, es decir, el Resucitado cuyo regreso esperamos según lo prometió Él mismo en su despedida: “un poco y ya no me veréis y otro poco y me volveréis a ver” (Juan 16, 16). 
 
Para poder celebrar la Eucaristía es necesario el sacramento del Orden, para que in persona Christi el pan y el vino se conviertan, por la acción del Espíritu Santo, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Jesús les otorga el gran don del sacerdocio a los apóstoles y la potestad de continuarlo por la imposición de manos y la oración.
 
Este mismo día (salvo cambio por razones pastorales), los obispos celebran la Misa Crismal. En ella los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación, el día que, como María, dijeron para ser otro Cristo en este mundo, colaborando con Él en la salvación de los hombres. Crito Ungido renueva su llamada y su Amor para con sus ungidos. Oremos especialmente por ellos en este día: por su fidelidad a esta llamada y a este Amor preferencial de Cristo por ellos; porque se dejen hacer verdaderamente otros Cristos a semejanza de su Esposo.
 
Hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y un para qué: fue una entrega, un darse por “nosotros y por nuestra salvación” (Credo). “Nadie me quita la vida - había dicho Jesús -, sino que Yo la entrego libremente. Yo tengo poder para entregarla.” (Juan 10,16). Hoy se inicia la lucha entre la muerte y la vida de Aquel que lleva la victoria porque su arma es el amor.
 
Porque el amor es lo tercero que celebramos este día: con el gesto del lavatorio de los pies, que Jesús realizó a los discípulos, nos deja el mandato del amor y nos recuerda que el servicio y el amor entregado a los hermanos es la mejor manera de servirle y de ser hijos de Dios, pues Él no ha venido a ser servido sino a servir siendo Dios hecho hombre. La humildad, el servicio y el amor se entrelazan y nos invitan a amar como Él nos ama, con su mismo Amor.
 
Tras la Última Cena Jesús va a Getsemaní a orar junto con los 11 (Judas había abandonado el Cenáculo para ir a entregarlo). Allí reza para pedir fuerzas al Padre y poder cumplir su voluntad, que exigirá su entrega total. Aquella noche Jesús sintió el abandono de sus discípulos, que no pudieron estar en vela ni una sola hora. Esta noche se nos invita a unirnos profundamente a Él en el Monumento, durante la Hora Santa o durante toda la noche, acompañándole en su agonía y oración en Getsemaní y el posterior encarcelamiento.
 
Cristo se nos entrega todo y del todo. ¿Qué haremos nosotros? ¿Nos seguiremos reservando la vida? ¿Seguiremos midiendo nuestro amor?
 
Canción: Milagro de Amor
Autor: Betsaida 
 

 

JUEVES SANTO - Amar hasta el extremo

“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (…) «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Juan 13,1-15)

Mi Jesús, mi Amado… ya no queda más que decir… solo aprender a amar como Tú, viendo cómo me amas Tú… Amar con tu mismo Amor, actualizando tu entrega por mí, por tus sacerdotes, por todos.

Canción: Amando hasta el extremo
Autora: Maite López
https://youtu.be/hxCelg9G4h8


08 abril 2020

Qué celebramos el Jueves Santo (1ª parte)

La liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar en el misterio de la Pasión que comenzó en el Corazón de Cristo. Porque todo lo que vendrá después (los latigazos, los clavos, los golpes…) ya los vivió Cristo en su Corazón durante los acontecimientos que celebramos el Jueves Santo, enmarcados en la Última Cena y en el Huerto de Getsemaní. 

Para poder comprenderlo es importante conocer algunos detalles de la cena pascual de los judíos: aunque en occidente tendemos a imaginarnos la Última Cena como el cuadro de Miguel Ángel, realmente los judíos se sentaban en forma de U. Y no sentados en sillas, sino acostados, reclinados, sobre triclinios (como divanes). El invitado de honor no se sentaba en el centro, sino el segundo empezando por la izquierda, sobre un triclinio un poco más alto. Y, a ambos lados, tenía siempre a las personas a las que él deseaba mostrar más afecto y cercanía durante esa cena.

Si Juan se reclinó en su Corazón, significa que estaría recostado al lado derecho de Jesús, es decir, en la esquina. Y Judas se encontraría en el otro lado de Jesús, pues el evangelio nos dice que Jesús le dio a comer un trozo de pan untado, gesto también de las comidas de los judíos que hablaba de deferencia. Es decir, que Jesús mostró hasta el final a Judas su cariño y predilección. 

Pedro no sabemos con certeza dónde estaba, pero es muy probable que estuviera justo al otro lado, en la esquina contraria, pues el texto nos indica que le hizo gestos a Juan para que preguntara a Jesús quién le iba a negar. Y, conociendo el fuerte carácter de Pedro, es muy probable que le hubiera molestado que Jesús hubiera escogido a Juan y a Judas, en lugar de a él, para estar a su derecha y a su izquierda. Así que, enfadado, se iría al último lugar. Ese lugar era el más cercano a la puerta para ayudar a ir a por agua o vino si hacía falta. Y, por lo tanto, Pedro estaría al lado de la jofaina con la que se lavaron los pies. Por eso Pedro se negó, porque era algo que debía hacer por estar él en el último lugar.  

Y entre Pedro, Judas y los demás apóstoles, que cenaban sin darse cuenta de lo que ocurría en el interior del Maestro, tenemos a Juan, el discípulo amado, reclinado, apoyándose en su pecho. Él, quizá, podía intuir, por esa sintonía con el Señor, lo que estaba pasando en lo recóndito de su Corazón. 

“En aquel tiempo, Jesús profundamente conmovido, dijo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar». Releer el momento de la Última Cena en el capítulo 13 de San Juan nos ayuda a entender la conciencia con la que Jesús iba luego a consumar el sacrificio en la cruz. Él anticipa en sus gestos, de alguna forma, de un modo incruento, lo que luego sucederá cruentamente. A veces nos quedamos, en los relatos de la Pasión, en aquello que es externamente más cruel: el prendimiento, la flagelación, la corona de espinas, la crucifixión… y es verdad que todo esto produce un gran dolor al Señor. Pero este dolor físico viene precedido por un dolor espiritual, de su Corazón. Así como en la tormenta el relámpago precede al trueno, en la vida de Jesús todo aquello que sufrió físicamente vino precedido por un sufrimiento del Corazón que no se ve, pero que se puede intuir. Es un signo de todo lo que Él estaba viviendo internamente. 

Juan comienza diciendo que Jesús estaba profundamente conmovido. Es decir, estaba revuelto, estaba mal interiormente, no podía más. Y la razón por la que se encontraba así es porque, de aquellos que Él había elegido con amor, con cariño, uno de los más cercanos le iba a entregar; y a aquel que había nombrado como “príncipe de los apóstoles”, como “piedra” de su Iglesia, le anuncia que le va a negar; que, al final, todos le iban a dejar solo… y que iba a cargar sobre sí todo el pecado de la humanidad esa noche. Tu pecado y el mío. Todo ello produce en el Corazón de Jesús estar profundamente conmovido. Al Señor le duele que los más cercanos le dejen, y le duelen nuestras negaciones y nuestras traiciones. Porque, aunque desearíamos ser ese Juan que esté cerca del Señor, sintonizando con su Corazón, intentando consolarle… tantas veces somos Pedro, tantas veces somos Judas… 

Señor, te pido tu Gracia porque quisiera ser siempre como Juan, pero a veces te traiciono como Judas y me voy con otros ídolos. O soy Pedro y, por pudor, por respetos humanos, te niego. Te pido, Señor, la Gracia de la intimidad contigo. Que viva estos días santos tan unida a tu Corazón que sienta tu conmoción interna en mí. Que quiera corresponder a tu Amor entregado, como hicieron María de Betania y el apóstol Juan los días previos a tu Pasión, con gestos sencillos, pero llenos de intimidad, amor y ternura hacia Ti, Jesús. 

Canción: Graba en mi corazón
Autor: Miguel Horacio
https://youtu.be/csqRMutx30Y


07 abril 2020

MIÉRCOLES SANTO – Hasta el final


“El Maestro dice: Mi momento está cerca; 
deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.” (Mateo 26,14-25)

Sí, el momento está cerca, y hemos sido invitados a compartir contigo la mesa. Hemos sido invitados por Ti, a celebrar la Pascua contigo. A ser partícipes y testigos de tu entrega hasta el final. 

Ser partícipes y testigos de tu Amor hasta morir por nosotros… y a vivir después nosotros lo mismo, contigo, con los demás… hasta la eternidad… 

¿Estoy dispuesto a aceptar la invitación? ¿O le voy a dejar solo ir hacia la cruz...?

Canción: Hasta el final
Autor: Estación Cero




06 abril 2020

MARTES SANTO – Hasta la locura

"Simón Pedro le dijo: - «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió: - «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó: - «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó: - «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces»." (Juan 13, 21-33.36-38)

¿Cuántas veces te hemos negado, Jesús? ¿Cuántas veces nos has llamado y estábamos sordos? ¿Cuántas veces te nos has mostrado y estábamos ciegos? ¿Cuántas veces te hemos crucificado con nuestros pecados?
Y aun así nos invitas a seguir adelante, detrás de ti, contigo. A entregarte lo que somos y tenemos, contigo, por la redención del mundo. Y solo hay una respuesta que podemos darte: te amamos, Señor, ya no hay dudas en nuestro corazón. 
Por todas esas veces que te hemos negado, hoy queremos darnos a Ti, sin reservas, hasta el final.

Canción: Hasta la locura
Autor: Pablo Martínez.

 

Lunes Santo - Te entrego mi vida

“María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.” (Juan 12, 1-11)
Jesús avanza hacia la Pascua. Hacia su Pascua y hacia la nuestra. Y María, que en su corazón de mujer intuye el dolor en el Corazón del Maestro, toma una libra de nardo, auténtico y costoso, y hace un precioso gesto de amor y adoración. 
Fíjate que dice el texto que era nardo auténtico. Ella lo entrega todo y de verdad. Sin reservas, sin guardarse nada. 
¿Y yo? ¿Le entrego de verdad todo al Señor, toda mi vida, con todo mi amor y con plena adoración?
"Ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor" (Sta. Clara de Asís) 
Despojémonos, entreguémonos sin medida al Señor, a Aquel que nos lo ha dado todo en Él, y toda la casa, la Iglesia, el mundo entero, se llenará de perfume de amor y santidad.

Canción: Te entrego mi vida
Autor:Kiki Troia, interpretado con MaryCarmen


05 abril 2020

Domingo de Ramos - Por qué convenía la Pasión de Jesús

En la Misa de hoy se proclama el evangelio de la Pasión. Un evangelio largo, donde podemos encontrar prácticamente toda la Semana Santa resumida. 

Hoy nuestro párroco, en la Eucaristía, nos hablaba de Santo Tomás de Aquino y su reflexión de por qué era necesario que Cristo muriera en la cruz, haciendo realidad la palabra profética de Caifás, el Sumo Sacerdote del año en que condenaron a Jesús: 

"Vosotros no entendéis ni palabra: no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera" (Juan 11, 49-50)

Santo Tomás da 5 razones por las que convenía que muriera Jesús en la cruz. Por qué no es casual, por qué el Padre, en su infinita providencia, entendía que era necesaria:

1. Porque la Pasión de Cristo es una lección de Amor: Dios no solo se nos revela como Amor sino que nos enseña también lo que significa amar. Nos habla de la gratuidad del Amor de Dios por nosotros: "mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (Romanos 5, 8). Y nosotros, aun con nuestra debilidad, estamos llamados a vivir en esta dimensión del Amor gratuito de Dios, sin estar midiendo, sin estar calculando la correspondencia que podamos o no recibir, sin esperar incluso correspondencia...

2. Porque la Pasión de Cristo es una lección de todas las virtudes: "Cristo padeció por nosotros dejándonos ejemplo para seguir sus huellas" (1 Pedro 2, 21). Y de todas las virtudes que podemos aprender de la Pasión de Cristo, quizá tres sean muy importantes: la obediencia, la humildad y la constancia se ven muy bien reflejadas en su Pasión, porque Cristo se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz (cfr. Filipenses 2, 8)

3. Porque nos enseña a tener aversión al pecado: "considerad, hermanos, cómo habéis sido comprados al precio de la Sangre de Cristo" (1 Corintios 6, 20). Eso es lo que le hemos costado a Dios: el precio de la Sangre de Cristo. Por nuestros pecados: por mi pecado personal, social, estructural, por el pecado de ayer, de hoy y de siempre. Por el mal, el "misterio de iniquidad", que llama San Pablo (2 Tesalonicenses 2, 7)

No desaprovechemos, que no caiga en saco roto la Sangre de Cristo derramada por mí, por mis pecados. Que no caiga... Por eso es importante contemplar la Pasión de Cristo, porque la única forma de entender nuestro pecado es a la luz de Cristo crucificado. Porque nosotros tenemos una tendencia muy fácil, fruto de nuestra cultura, de racionalizar nuestro pecado. E incluso llegando a decir: bueno, no es para tanto. Porque lo racionalizamos. Es necesario contemplar mi pecado a la luz del Misterio de la Pasión y entonces pedir al Señor esa Gracia de aprender de Cristo la lección que nos enseña de detestar el pecado.

4. Para que crezca la dignidad del hombre, la que había perdido por el pecado original. Es decir, recuperar nuestra dignidad de hijos de Dios y coherederos con Cristo: "Gracias sean dadas a Dios porque nos ha hecho partícipes de la victoria de Cristo" (1 Corintios 15). Nos hace partícipes en su victoria, pero también nos hace partícipes en su batalla.

5. Para la humillación del diablo: la obediencia de Cristo es la humillación del diablo y su victoria sobre el pecado y la muerte.

Ojalá nosotros hoy, esta Semana Santa y siempre, podamos tener en cuenta estas consideraciones a la hora de contemplar la Pasión de Cristo.Que no sea una Semana Santa más, que no sea una más...

Canción: Preciosa Sangre
Autor: Padre Miguel Ángel Méndez Longoria