27 enero 2015

Memoria desmemoriada

Estos días, en los medios de comunicación, se nos está recordando el aniversario de la liberación de prisioneros en campos de concentración nazis como Auschwitz o Mauthausen, donde estuvieron recluidos más de 9.000 españoles, muriendo más de la mitad de ellos.

Viendo hoy las noticias, un ex prisionero de Auschwitz decía que estaba allí para decirle al mundo lo que pasó. Y lloraba antes de terminar la frase. Se me partía el corazón viendo a estos hombres y mujeres allí, hombres y mujeres de hoy que hace 70 años no eran más que niños, sintiendo cómo se abrían sus heridas de nuevo al estar en los lugares donde fueron torturados física y mentalmente durante años. Estoy segura de que jamás olvidan esos años en su día a día, pero volver al lugar debe ser tremendamente doloroso para ellos.

Estos preciosos hombres y mujeres son una muestra más de la fortaleza del ser humano, capaz de sobreponerse a lo más terrible, capaz de seguir reconstruyendo su vida a partir de sólo cenizas.

Pero, por favor, no olvidemos. Cuando estos hombres y mujeres mueran, ¿quién llorará suplicando al mundo que no olvide? Porque somos personas tremendamente desmemoriadas. Ya nos hemos olvidado de tantos sufrimientos y que fueron en su día "trending topic". De lo más reciente: ¿ya no nos importa el ébola? ¿Ya no nos importan todos los seres humanos que mueren de hambre en África o por culpa del terrorismo? ¿Qué pasa con los que cada día rebuscan en la basura en España para poder comer, nuestros vecinos, o que mañana no tendrán un techo sobre el que cobijarse?

Los seres humanos somos tremendamente desmemoriados... pero los cristianos no debemos olvidar. Si hay alguien que no debe hacerlo somos precisamente nosotros. Porque hemos tenido experiencia del Amor Misericordioso de Dios; porque hemos palpado y tocado su Corazón en nuestra pobre vida; porque se nos ha grabado hasta lo más profundo de nuestras entrañas que Cristo ha dado la vida en la cruz por todos y cada uno de los hombres.

Por todo esto y muchas cosas más no debemos olvidar. Porque ese ser humano que ahora mismo sufre, llora y muere mientras yo estoy delante de la pantalla del ordenador, la tablet o el móvil es mi hermano, aquel por el que Cristo murió. Y eso, jamás, jamás, me puede ser indiferente.

"¿Quién de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos? Él dijo: El que practicó la misericordia con él. Jesús le dijo: Anda y haz tú lo mismo" (Lucas 10, 36-37)






Canción: Lucha sin trincheras
Autor: Daniel Poli
https://www.youtube.com/watch?v=ITIiOOQiB6E



19 enero 2015

Venid y veréis

Poco más se puede decir de lo que ya se ha dicho y dirá de la visita pastoral del Papa Francisco a Sri Lanka y Filipinas. Ojalá digamos y escribamos menos, y vivamos mucho más lo que él nos dice por medio de discursos, homilías, textos... y gestos... Precioso su modo de enseñarnos a orar y descansar confiados en el Señor al contarnos sobre su imagen de san José dormido encima de su escritorio...

Hoy quiero quedarme con un detalle sencillo de la Misa de despedida de ayer en el parque Rizal de Manila: el Papa llevaba una acreditación colgada al cuello. Al principio me chocó, pues pensé: ¿quién no reconocería al Papa? Y luego caí: él estaba allí como un peregrino de la fe más, con toda su humildad y sencillez, y con esa mirada profunda llena de ternura y oración.

Además... con tanto sacerdote y religioso como había vestidos con sotanas blancas... mejor que el Papa fuera bien identificado, no sea que se perdiera y no le dejaran entrar en las zonas donde debía estar, jej ;-)

Sigamos aprendiendo del Papa Francisco. ¿Queréis conocer cómo es una vida en el Señor? Venid y veréis... (Juan , 1, 39)




Canción: "La luz de Francisco"
Letra, música e interpretación: Palito Ortega
https://www.youtube.com/watch?v=H1tnINQBNbo


Está brillando una luz, una luz en el camino,
para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como él reza por nosotros.

Francisco abrió sus brazos para cuidar al pueblo de Dios,
y sobre todo al más pobre como Jesús los cuidó.
Llegaste del fin del mundo con la divina misión,
de anunciarle a tus hermanos el evangelio de Dios.

Está brillando una luz, una luz en el camino,
para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como él reza por nosotros.

Vamos a seguir tus pasos que nuestra guía sea tu voz,
queremos ir de tu mano, ir al encuentro de Dios.
El mundo está celebrando porque encendiste una nueva luz,
porque siembras tu palabra de amor igual que Jesús.

Está brillando una luz, una luz en el camino,
para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como él reza por nosotros.

Francisco, Papa querido, una oración vamos a rezar,
para pedir que te cuide siempre nuestra Virgen de Luján.
Cantemos con alegría a nuestro hermano Francisco,
para el Pastor de la Iglesia, para el Vicario de Cristo.

Está brillando una luz, una luz en el camino,
para llegar a Jesús de la mano de Francisco.
Francisco es la nueva luz, una luz que alumbra a todos,
vamos a rezar por él, como él reza por nosotros.


08 enero 2015

Aquí está el Cordero

Casi casi hemos terminado el tiempo de Navidad. Un año más hemos recordado que Dios se hizo hombre por nosotros. Este Dios humilde y sencillo, mucho más de lo que somos nosotros, se abajó hasta nacer sobre el suelo. Y para contemplarle nos invita a bajar nuestra mirada.

Porque el Cordero está ahí, en el suelo. Porque Dios habita entre su pueblo, en medio de nosotros. Es el Cristo que vino a dar la vida por Amor. El que pone a un niño en medio de nosotros para mostrarnos cómo es el corazón del que construye verdaderamente el Reino. El que se pone de rodillas para lavarnos los pies, invitándonos a hacer lo mismo con nuestros semejantes, a acoger y limpiar las heridas del prójimo que viaja a nuestro lado hacia el Cielo, sus hermanos, nuestros hermanos.

Este es el Cordero de Dios. Y si quieres caminar a su lado, si quieres vivir con y como Él, no puedes mirar "desde lo alto". Porque Dios ha nacido en el suelo y porque tus hermanos están ahí también, abajo.

Y esto se vive en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles. Con una simple mirada. En algo tan sencillo como cuando damos la paz en Misa o rezamos todos juntos el Padre Nuestro. Mi prójimo no me puede ser indiferente, porque en él, ahí, está el Cordero. En el hermano que está a mi lado y va a comulgar como yo al Señor. No puedo darle la paz de forma distraída, sin mirarle a los ojos y sonreírle, sin desearle de verdad de todo corazón que la paz de Dios habite en su vida y su alma. No puedo rezar a su lado el Padre Nuestro sin reconocer y vivir desde lo más profundo de mi ser que es "nuestro" y no sólo mío, pidiendo sólo por lo mío y para mí.

Si somos cristianos auténticos debemos marcar la diferencia en estas pequeñas cosas. Porque el que tiene hambre y debo darle de comer (hambre no sólo de pan, que también, sino de amor, de paz, de cariño, de escucha, de consuelo, de.........) es el que está a mi lado en el trabajo o en los estudios; porque el que está desnudo y debo vestirle (desnudo de comprensión, de Misericordia, de.......) es ese que está a mi lado en el autobús o el metro; porque el que está enfermo y necesita que le visitemos (enfermo de consumismo, de egoísmo, de rencor, de...........) es el que me cruzo en la calle o en el ascensor camino a mi casa (cfr. Mateo 25, 31-46)

Hoy os invito a rezar con una canción de nuevo, pero lanzándoos un desafío: llevarla en el corazón (al menos el estribillo) y cada vez que os encontréis con un hermano dejad que vuestro corazón os recuerde: aquí está el Cordero. Y cuando vayáis a la Eucaristía o a rezar ante el sagrario o el Santísimo, llevad en vuestros corazones a todos aquellos que os hayáis encontrado, los que viven y pasan a vuestro lado, los más cercanos y los desconocidos.

Porque en esto nos los jugamos todo.




Canción: Aquí está el Cordero
Autor: Son by Four
https://www.youtube.com/watch?v=REphyyL5XV4



03 enero 2015

Haciendo camino

Hoy quiero compartiros este texto de San Agustín :-)

El doble precepto de la caridad
San Agustín
Tratado sobre el evangelio de san Juan 17,7-9
Vino el Señor mismo, como doctor en caridad, rebosante de ella, compendiando, como de él se predijo, la palabra sobre la tierra, y puso de manifiesto que tanto la ley como los profetas radican en los dos preceptos de la caridad.
Recordad conmigo, hermanos, aquellos dos preceptos. Pues, en efecto, tienen que seros en extremo familiares, y no sólo veniros a la memoria cuando ahora os los recordamos, sino que deben permanecer siempre grabados en vuestros corazones. Nunca olvidéis que hay que amar a Dios y al prójimo: a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser; y al prójimo como a sí mismo.
He aquí lo que hay que pensar y meditar, lo que hay que mantener vivo en el pensamiento y en la acción, lo que hay que llevar hasta el fin. El amor de Dios es el primero en la jerarquía del precepto, pero el amor del prójimo es el primero en el rango de la acción. Pues el que te puso este amor en dos preceptos no había de proponer primero al prójimo y luego a Dios, sino al revés, a Dios primero y al prójimo después.
Pero tú, que todavía no ves a Dios, amando al prójimo haces méritos para verlo; con el amor al prójimo aclaras tu pupila para mirar a Dios, como sin lugar a dudas dice Juan: Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
Que no es más que una manera de decirte: Ama a Dios. Y si me dices: «Señálame a quién he de amar», ¿qué otra cosa he de responderte sino lo que dice el mismo Juan: A Dios nadie lo ha visto jamás? Y para que no se te ocurra creerte totalmente ajeno a la visión de Dios: Dios, dice, es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios. Ama por tanto al prójimo, y trata de averiguar dentro de ti el origen de ese amor; en él verás, tal y como ahora te es posible, al mismo Dios.
Comienza, pues, por amar al prójimo. Parte tu pan con el hambriento, y hospeda a los pobres sin techo; viste al que ves desnudo, y no te cierres a tu propia carne.
¿Qué será lo que consigas si haces esto? Entonces romperá tu luz como la aurora. Tu luz, que es tu Dios, tu aurora, que vendrá hacia ti tras la noche de este mundo; pues Dios ni surge ni se pone, sino que siempre permanece.
Al amar a tu prójimo y cuidarte de él, vas haciendo tu camino. ¿Y hacia dónde caminas sino hacia el Señor Dios, el mismo a quien tenemos que amar con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser? Es verdad que no hemos llegado todavía hasta nuestro Señor, pero sí que tenemos con nosotros al prójimo. Ayuda, por tanto, a aquel con quien caminas, para que llegues hasta aquel con quien deseas quedarte para siempre.


Canción: El amor
Autora: Maite Losada
https://www.youtube.com/watch?v=tjABdPxk6UY


02 enero 2015

Exquisiteces

Ha comenzado un nuevo año. Pero el ser humano parece que sigue enfrascado en los absurdos de siempre.

Veo con tristeza en las noticias que ha habido alguna dimisión y puede que haya algún despido porque una o varias personas se equivocaron interrumpiendo con publicidad la cuenta de las uvas en una cadena de televisión andaluza. Y yo me pregunto: ¿acaso es más importante una tradición de hace no demasiados años que la vida de un ser humano y su familia, que dependen del sustento económico de ese trabajo? ¿Realmente lo es?

Unos días antes de Navidad tuve ocasión de ir a una oración por la paz en Tierra Santa. A mitad de la Misa una señora comenzó a toser, se apartó de los bancos y, en un rincón, intentó evitar su tos. En ese momento comenzamos a rezar el Padre Nuestro. Ni una de las personas que tenía en los bancos delante de mí se volvió a ayudar a esta pobre mujer, que lo estaba pasando realmente mal. Ni siquiera se inmutaron. Y la maravillosa oración que el mismo Jesús nos dejó pareció perder todo sentido.

Porque si perdemos la perspectiva de lo humano, de nuestro prójimo, todo pierde sentido. Y dejé volar mi imaginación hacia las primeras comunidades cristianas. Esas que compartían las necesidades de los hermanos dentro de la comunidad. Esas que, me atrevo a afirmar, pararían su celebración para socorrer al hermano enfermo, mostrando con sus actos el Amor de Cristo que llevó a exclamar a los que los observaban: "Mirad cómo se aman" (Tertuliano. "Apología contra los gentiles", 39)

No pretendo idealizar las primeras comunidades. Sólo tomar conciencia de que estamos llamados a algo muy grande, tremendo: a amar con el mismo Amor de Dios. A vivir como verdaderos hermanos de nuestros semejantes, bajo la mirada Misericordiosa de un mismo Padre. Y esto no es cuestión de heroicidades. Nos lo jugamos en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles.

Tenemos un precioso año por delante. Preguntémonos: ¿amamos verdaderamente? ¿Sabemos amar? ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Qué es lo que realmente nos importa? Cada día, cada segundo, tenemos la oportunidad de aprender a amar y recomenzar de nuevo centrando el corazón donde debe estar centrado.

Y así hacer de cada encuentro con el hermano una pequeña exquisitez de amor...






Canción: Cambiar el corazón
Autora: Maite Losada
https://www.youtube.com/watch?v=2-9HJ4z2f3E