La verdad es que me ha impactado
mucho. De repente he caído que sólo quedan 4 días para celebrar la Navidad, el
nacimiento de nuestro Señor. Sí, es “fácil” como cristianos pensar o decir que
el Señor va a nacer, que el Hijo de Dios nace para nuestra salvación. ¿Pero eso
qué significa concretamente en mi vida? ¿Realmente dejo que Cristo muestre su
salvación en mi día a día? ¿Y a qué espero si no es así?
¿Acaso me conformo con una “ley
de mínimos cristianos”? Es decir, ir a Misa los Domingos, confesarme regularmente
(o de vez en cuando… o de año en año, por Pascua de Resurrección, lo mínimo que
me pide la Madre Iglesia), dar una limosna si tengo unas monedillas de sobra en
el bolsillo y si no voy con demasiada prisa, ser buenecito, buenecita…
Y en todo esto, ¿a Cristo dónde
le dejo?
Porque, yo no sé tú, pero cuando “yo”
vivo así me quedo en eso: mi “yo”. YO soy la que va a Misa, YO soy la que se
confiesa porque me hace bien, YO soy la que da limosna, YO soy la que intenta
ser buena…
¿Y dónde te dejo, Señor? Si al
final soy yo la que vive “en clave cristiana”, ¿cuándo dejo que se haga en mí
tu Palabra (cfr. Lucas 1, 38) y que seas Tú por medio del Espíritu Santo quien
viva en mí (cfr. Gálatas 2, 20)?
Me impresiona la prontitud de los
pastores que recibieron el anuncio del ángel de que el Salvador había nacido:
se presentaron como estaban, con lo que eran y con lo que tenían, que era más
bien nada pues estaban al raso cuidando los rebaños. Corrieron a su
encuentro tal cual estaban, porque el regalo realmente ERA ÉL: Dios hecho
Hombre.
"Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo,
los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo
que ha sucedido y el Señor NOS HA MANIFESTADO.» Y fueron A TODA PRISA, y
encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, DIERON
A CONOCER lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y TODOS LOS QUE LO
OYERON se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte,
guardaba todas estas cosas, y las MEDITABA en su corazón. Los pastores se
volvieron GLORIFICANDO Y ALABANDO A DIOS por todo lo que habían oído y visto,
conforme a lo que se les había dicho." (Lucas 2, 16-20)
El regalo que quiere Jesús es tú
mismo, tu corazón. Tal como está, tal como estás todo tú, para que Él pueda
vivir en ti y a través de ti, y que cuantos te vean vivir se maravillen de la
obra de Dios. Es decir, que Dios nos llama a ser santos, no cristianos del
montón que se conforman con vivir tirando mediocremente. Y el santo no es
alguien “excepcional y perfecto”, es alguien que se deja hacer otro Cristo por
obra del Espíritu, en el día a día, en cada minuto, con cada latido de su
corazón. Con la pobreza de como está y con lo que tiene, como los pastores en
Belén.
Pero esto, como todo en la vida
de la fe, es don y tarea. Don del Espíritu Santo que, como buena brújula, nos guía y santifica, y
tarea por nuestra parte para que lo que Él quiere hacer con nosotros y a través
de nosotros se lleve a cabo. No he puesto por casualidad esas mayúsculas en el
texto de San Lucas. ¿A ti qué te dicen?
Creo que una clave muy buena para
vivirlo podría ser esta frase de San Alberto Hurtado:
¿Qué haría Cristo en mi lugar?"
Autor: Jonatan Narvaez
Intérprete: Verónica Sanfilippo
https://youtu.be/qVkrRzlDizc