26 noviembre 2018

Fin de año... ¿año nuevo?

Toda esta semana está envuelta en la celebración tan hermosa de Cristo Rey y en la perspectiva del cercano comienzo del Adviento.

Con el Adviento comienza el nuevo año litúrgico. Realmente la celebración del 31 de diciembre es algo "civil": cambiamos de número en el calendario. El "fin de año" verdadero de los cristianos es ahora. Y si el 31 es muy común hacer propósitos para el nuevo año, ¿por qué no hacerlos ahora y con mayor motivo?

Yo este año quiero centrarme en algo que he venido observando tiempo atrás. Personalmente me gusta el mundo de las nuevas tecnologías. Es cierto que veo (y a veces sufro) sus riesgos, sus deficiencias para una comunicación profunda y veraz, o su mala utilización. Pero creo que ha abierto a la humanidad a una riqueza en la comunicación globalizada que antes no teníamos. Y, bien usadas, eso es positivo.

Pero cada vez más echo de menos algo: la educación en las redes. Lo normal es que, cuando nos encontramos con alguien en persona o la llamamos por teléfono, lo primero que hagamos es saludar a esa persona. Incluso, de forma afectiva preguntar qué tal le va. Aunque sea algo tan sencillo como eso, nos humaniza y acerca al otro. 

Al principio, cuando comenzó todo el tema de la comunicación automática gracias a internet (desde el Messenger de Hotmail al actual Whatsapp o el resto de redes sociales) esto seguía siendo así. Pero he observado que cada vez es menos frecuente. Directamente escribimos un mensaje, entrando en la vida de la otra persona de sopetón, sin delicadeza y sin "pedir permiso" con un simple saludo cordial. Tengo que reconocer que me molesta mucho cuando esto ocurre, conmigo o con otras personas. Si estamos en medio de un intercambio por algún motivo concreto, en cierto modo lo entiendo, pues es continuar el hilo de una conversación. Pero me ha pasado mucho que alguien me escribe un mensaje después de un tiempo sin contacto (aunque sean días) sólo con una frase pidiendo algo, sin un saludo y un por favor delante, y un gracias después. En mi época se enseñaba que tratar a alguien de este modo es hacerlo sin respeto, sin valorarla con delicadeza y dándole órdenes.

Esto es lo que nos vende también la sociedad de hoy. No nos dejemos vencer. Como cristianos, dejemos que Cristo también reine en estos pequeños detalles. Hagamos sentir al otro con la dignidad que tiene como hijo de Dios. No le tratemos como cualquier "cosa" inmediata y a nuestro alcance.

Fijémonos en lo que nos dice el mismo Jesucristo en el Evangelio, sólo algunos ejemplos: "Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa" (Lucas 10, 5); "Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros" (Juan 20, 19b); "Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo" (Juan 20, 21). Jesús nos lo repite porque en esto también somos enviados.

O el ejemplo en la vida de la Virgen María: "...en cuanto Isabel oyó el saludo de María" (Lucas 1, 41)

Y San Pablo también nos habla de ello, entre otros en: "Saludaos unos a otros con el beso santo" (Romanos 16, 16); "Y sed también agradecidos" (Colosenses 3, 15)

Demos la vida también en estos pequeños detalles. ¿De qué sirve hacer grandes sacrificios si no nos cuidamos en lo pequeño? 

"Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva" (2 Corintios 5, 17)


Canción: Todo lo haces nuevo
Autores: Athenas y Tobías Buteler



19 noviembre 2018

Sanados y felices

"Moisés hizo partir del mar Rojo a Israel, que se dirigió hacia el desierto de Sur. Caminaron tres días por el desierto sin encontrar agua. Llegaron a Mará, pero no pudieron beber el agua de Mará, porque era amarga. Por eso se llamó aquel lugar Mará, El pueblo murmuró contra Moisés, diciendo: `¿Qué vamos a beber?´. Moisés clamó al Señor y el Señor le mostró un madero. Él lo echó al agua y el agua se volvió dulce" (Éxodo 15, 22-25)

Hay veces que pasamos etapas de desierto en nuestra vida. Incluso en la historia de la humanidad. Muchos dicen que ahora es una de esas épocas. Podemos leer sobre el tema en muchos sitios, por todas partes nos hablan de ello, así que no me voy a quedar ni a profundizar ahí.

Voy a profundizar en nuestro Señor, que es el único importante, el único que permanece vivamos lo que vivamos.

En el texto del libro del Éxodo que encabeza esta entrada, podemos descubrir muchas cosas hermosas. El pueblo de Israel, con Moisés a la cabeza, caminaba por el desierto sin encontrar agua. El agua, fuente de nuestra vida, sin la cual no podemos sobrevivir.

Y al final encontraron agua, en Mará, pero el agua era amarga. La palabra mará significa "amarga". Cuántas veces intentamos calmar nuestra sed bebiendo en "aguas" amargas, que no nos sacian o que llenan de podredumbre nuestras vidas. Y nos llevan a la amargura, a la murmuración, contra Dios, contra todo lo que nos rodea, incluso contra nosotros mismos. En nuestra época hay muchas de estas "aguas", pero tampoco me voy a quedar ahí.

Me quedo con lo que viene después en la Palabra de Dios: "Moisés clamó al Señor y el Señor le mostró un madero. Él lo echó al agua y el agua se volvió dulce". El madero... el madero salvó al pueblo. El madero, echado en medio de las aguas amargas, las volvió dulces. ¿A qué nos recuerda este madero? Sí... al madero donde fue clavado Aquel que es la salvación del mundo. Al madero de la Cruz donde todas nuestras amarguras, sufrimientos, muertes encontraron respuesta. El madero que hoy, abrazado (abrazados a Aquel que en él cuelga), convierte en dulzura todas nuestras podredumbres, todas nuestras tristezas, todas nuestras amarguras... y a cambio nos llena de la dulzura de la esperanza, de la paz, de la vida, que es vida eterna.

"Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?" (Mateo 16, 24-26)

De qué nos servirá, tú que me lees... ¿de qué nos servirá? ¿De qué te servirá?

Y ahora a lo mejor te preguntas cómo es aquello de "perder" la vida por el Señor. La Palabra de Dios nos sigue dando la respuesta: "Si escuchas (es decir, tú y yo) atentamente la voz de Yahvé, tu Dios, y haces lo recto a sus ojos, y obedeces sus mandatos y guardas todos sus preceptos (...); porque yo soy Yahvé, el que te SANA" (Éxodo 15, 26)

Fíjate en los verbos, nos dan la clave:

- ESCUCHA atentamente.
- HAZ lo recto.
- OBEDECE sus mandatos.
- GUARDA todos sus preceptos.

El Señor no para de repetirnos siempre las mismas cosas: "Ahora Israel (es decir, de nuevo tú y yo), ¿qué te pide el Señor, tu Dios, sino que temas (este temer no es "miedo", es amar tan profundamente al Señor que no deseas desagradarle ni ofenderle) al Señor, tu Dios, siguiendo todos sus caminos, y que le ames y que sirvas al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, observando los preceptos del Señor y los mandatos que yo te mando hoy, para que seas FELIZ?" (Deuteronomio 10, 12-13)

¿Y cuál es la conclusión de ambos textos? Que Dios es el que te SANA y el que te hace FELIZ.

¿Queda algo más por decir...? Sí, lo que Él nos tenga que decir. Vayamos a sus pies a escuchar...

Canción: Una luz
Autor: Jonatan Narváez
Intérprete: Verónica Sanfilippo
https://youtu.be/RUz_f4LS-ew



13 noviembre 2018

Dos corazones en el Corazón de Cristo (7ª y última parte)

Reencuentro en Paray-le-Monial

Expulsado de Inglaterra, y después de pasar por distintos lugares, el padre Claudio llega a Paray de paso camino a Lyon. En el convento, el padre habló largo y tendido con Margarita María... y se reprodujeron las consabidas murmuraciones. Pasó diez días, donde notó una extraordinaria mejoría.

El 11 de marzo de 1679 llegó a Lyon y esta mejoría duró poco. "Nunca me he sentido peor desde mi vuelta de Inglaterra", escribe. Pero eso no le va a impedir realizar durante dos años un apostolado intenso sobre todo con la dirección espiritual. Recomienda a todo el mundo la devoción al Corazón de Jesús. El día de Pascua de 1681 tiene una nueva hemotisis.

Pensando que el clima de Paray puede ser favorable para su salud allí le envían. Al principio hubo una ligera mejoría, que aprovechó para visitar a la hermana Margarita María. Ella le anima, le comunica lo que el Señor le revela:

"Hace un mes -escribe Claudio por estas fechas- fui a ver a la persona de la que le hablé; me dijo que nuestro Señor le había dicho que si yo estuviera en buena salud le glorificaría con mi actividad, pero que estando yo enfermo Él se glorifica en mí".

La mejoría fue efímera. Está realmente mal. Buscando una nueva solución, se decidió enviarle a Vienne, a casa de su hermano. Nadie lo sabía, menos Margarita María, que le escribe en un pedacito de papel: "Él me ha dicho que quiere el sacrificio de su vida en este lugar". Se lo muestra al superior y se piensa en demorar la salida. Pero el padre Claudio, fiel a su principio de que es mejor obedecer a una orden formal del superior que a una revelación del Señor, decide que hay que partir. Pero, justo la víspera del día fijado, una fiebre violenta le postra en cama y no se le puede trasladar. Durante más de una semana la fiebre le devora. Llegó así hasta el Domingo 15 de febrero, cuando una nueva hemorragia acabó con su vida.

El padre Claudio La Colombière murió a los 41 años sin haber podido hacer gran cosa para dar a conocer al Corazón de Jesús. Pero, providencialmente, es después de su muerte cuando va a poder cumplir su misión. Sus superiores recogieron sus papeles y un editor los publicó. Esas notas íntimas, no destinadas al público, tuvieron mucho más éxito que sus sermones también publicados por esas fechas. Y contribuyeron a dar a conocer la gran revelación del Corazón de Jesús, de la que habla en su retiro de Londres.

El libro llegó también al monasterio de la Visitación. La superiora pensó que ese libro del antiguo confesor de la comunidad podía ser una excelente lectura para el comedor. Pero no lo había leído previamente. La hermana Margarita María era entonces maestra de novicias. Nos lo cuenta una de sus novicias de entonces:

"Un día que se leía el `Retiro espiritual´del padre La Colombière, en el que se habla de las cosas que le habían sido predichas por un alma santa, de lo que le iba a suceder en Inglaterra y de todo lo referente a la devoción al Sagrado Corazón, noté que la hermana bajaba los ojos y que se sentía como anonadada...".

Le faltó tiempo a la buena novicia, al acabar la comida, para interpelar a su maestra: "¡Vaya, hermana! ¡Lo que hoy he tenido que oír! El padre La Colombière no la podía haber señalado más claro".

Durante los ochos años que le sobrevivió, Margarita María vivió muy unida al hermano que el Señor le había dado. Tenía un retrato suyo, un grabado sobre pergamino. En el reverso, escritas de su propia mano, estas palabras:

"Con permiso de la santa obediencia, conservo esta imagen del bienaventurado padre La Colombière, mi buen protector, que me asistirá, si así lo quiere, con su santa y poderosa intercesión ante el Sagrado y adorable Corazón de Jesucristo.
Oh bienaventurado padre Claudio, os tomo como mi intercesor ante el Sagrado Corazón de Jesucristo. Obtenedme de su bondad la Gracia de nunca resistir a los designios que tenga sobre mi alma y que me haga imitadora perfecta de las virtudes de su divino Corazón. Mi buen protector, espero esa ayuda caritativa de vuestras santas intercesiones, y que me asistiréis, no solo en esta vida mortal, sino sobre todo a la hora de mi muerte, contra los ataques de los demonios. Obtenedme, gran santo, os lo conjuro, morir de la muerte mística, para que así la muerte natural venga más pronto. Amén. Bendito sea Dios".

Como puede verse, Margarita ya había canonizado en su corazón a su amigo y hermano. Además, le dijo a la superiora: "Querida madre, no necesita que recemos por él; puede interceder a Dios por nosotros pues está bien situado en el cielo por la bondad y misericordia del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Tan solo, para satisfacer por alguna negligencia en el ejercicio del divino amor, su alma ha quedado privada de ver a Dios desde la salida de su cuerpo hasta el momento de ser depositado en la sepultura".

El 21 de junio de 1689 fue un día de gozo para la hermana Margarita María: por primera vez, la comunidad celebró la fiesta del Sagrado Corazón. Catorce años antes, en esa misma fecha, Claudio y Margarita María se habían consagrado al Corazón de Cristo. En 1688 se había hecho en el convento una capillita en honor del Corazón de Jesús. Ya podía irse tranquila: lo que había sembrado por orden del mismo Cristo estaba germinando por doquier.

El 17 de octubre de 1690, después de una breve enfermedad, a los 44 años, Margarita María pasó a gozar del amor del Corazón de su amado Jesús y de la compañía eterna del "fiel servidor y amigo perfecto".

Margarita María se adelantó a su amigo. Fue beatificada en 1864 y Benedicto XV la declaró santa el 13 de mayo de 1920. Claudio fue beatificado por Pío XI en 1929 y el papa Juan Pablo II lo declaró santo el 13 de mayo de 1992. Su fiesta se celebra el 15 de febrero y el de Margarita el 16 de octubre.


Hasta aquí nuestra maravillosa historia. Espero que os haya llevado a amar más al Corazón de Jesús y a sus santos instrumentos Margarita María y Claudio.

Mira a este Corazón, ¡míralo! ¡Y ámalo! Él te ama con locura... no sabe hacer otra cosa...

Canción: Mira este Corazón
Autor: Jésed
https://youtu.be/CbiRGF7aGys

Canción: Yo confío en ti
Autor: Jésed
https://youtu.be/ZK-9Ue4rzD0

Tumba de Santa Margarita en el convento de la Visitación de Paray-le-Monial

Tumba de San Claudio en la iglesia de su mismo nombre en Paray-le-Monial

10 noviembre 2018

Dos corazones en el Corazón de Cristo (6ª parte)

"La bondad del Señor será su ayuda..."

A partir de aquel 21 de junio de 1675, Margarita María se siente por fin comprendida. Puede hablar claramente con alguien de las Gracias extraordinarias que está recibiendo. Claudio, por su parte, no se extraña de nada: "Me dijo que en todo ello solo tenía motivos para ser humilde y admirar las grandes misericordias de Dios para conmigo". Muchas de las religiosas de la comunidad siguen murmurando; nada saben de las grandes revelaciones que recibe su hermana. La superiora está al tanto de todo pero, para probarla, la trata duro. Y así pasa un año...

A fines de agosto de 1676, el padre Claudio recibe una carta inesperada de su superior: se le manda a Londres. Es una gran sorpresa para él. Y para la hermana Margarita María un golpe muy duro. Así lo cuenta ella:

"El Señor lo retiró de esta ciudad para emplearlo en la conversión de los infieles. Recibí este golpe con entera sumisión a la voluntad de Dios. En el poco tiempo que había estado aquí ¡me había sido tan útil!".

El Señor le hace un cariñoso reproche: "¿Qué? ¿Es que no te basto yo que soy tu principio y tu fin?".

No es nada fácil la misión que se le encomienda al padre en la Inglaterra separada de Roma por el cisma de Enrique VIII. Oficialmente es el predicador del palacio (el hermano del rey, Jaime, duque de York, era católico y heredero del trono al no tener aquel sucesor), pero deberá ayudar con la máxima discreción a los católicos ocultos, e incluso a los anglicanos que quieren volver a la fe católica. Va a pasar dos años muy duros. Para colmo, el frío y la niebla no favorecen su salud delicada. En febrero de 1678 se manifiesta la tuberculosis y en agosto sufre una hemotisis. Por esas mismas fechas los enemigos del duque de York inventan "un complot papista tramado por los jesuitas". Es la persecución abierta: varios jesuitas ingleses son ahorcados. El 24 de noviembre, en medio de la noche, el padre Claudio es detenido, encarcelado y el 1 de diciembre condenado a la deportación (por ser extranjero no se atreven a más). El 30 de diciembre, con la salud más minada que nunca por la estancia en una cárcel húmeda y malsana, sale de Londres rumbo a Francia. 

Aunque parezca increíble, estos dos años de Londres son decisivos para el cumplimiento de la misión encomendada por Jesús a sus dos amigos. Ni ellos mismos se dan cuenta de ello. Antes de su partida, Margarita María le había hecho llegar un mensaje de parte del Señor:

"1.- El talento del padre es llevar las almas a Dios: he aquí por qué los demonios harán toda clase de esfuerzos contra él; incluso personas consagradas le causarán tristeza y no aprobarán lo que dirá en los sermones que les dirija. Pero la bondad de Dios será su ayuda en estas cruces, pero solo en la medida en que confíe en Él.
2.- Debe tener una bondad compasiva para con los pecadores y no emplear la fuerza más que cuando Dios se lo dé a entender.
3.- Procure con mucho cuidado nunca sacar el bien de su fuente. Esta palabra es corta, pero contiene muchas cosas que Dios le dará a entender según la aplicación que haga".

Estas últimas palabras las comprenderá de repente durante el retiro de enero de 1677 y las aplica a la práctica y al espíritu de la pobreza. En respuesta a este misterioso mensaje él da a Margarita estos sencillos consejos:

"Debe usted acordarse de que Dios le pide todo y nada. Le pide todo porque quiere reinar sobre usted y en usted como sobre un bien que es absolutamente suyo; de modo que pueda disponer de todo; que nada se le resista, que todo se le pliegue, que en todo obedezca a la menor señal de su voluntad. Y no pide de usted nada porque Él quiere hacerlo todo en usted, sin que tenga que meterse en nada, contentándose de ser el sujeto en quien Él obra, para que así toda la Gloria sea de Él, que solo Él sea conocido, alabado y eternamente amado".

Los dos -Margarita y Claudio- viven profundamente unidos en el Señor. Margarita sigue y vive los trabajos apostólicos de su amigo. El Señor mismo le informa. Así lo afirma la superiora: "Nuestro Señor hizo ver a la hermana los sufrimientos y las cruces que el padre sufría en el país al que los superiores le habían enviado. Vino a decírmelo y me entregó una nota para hacérsela llegar. Contiene dos cosas muy consoladoras que Jesucristo le había dictado".

Algo va cambiando en su relación. Es ahora ella quien lleva la iniciativa. Ya no hay director y dirigida. Él se siente muy poca cosa ante esa alma privilegiada que Dios ha puesto en su camino. Escribe así en sus apuntes del retiro de Londres:

"Quisiera tanto, si fuera posible, no resistir a la voluntad de Dios. Siento un gran deseo de seguir todas sus inspiraciones, sobre todo desde que una persona muy familiarizada con Dios me dijo que nuestro Señor le había dado a entender que yo le estaba resistiendo en algo que yo no hacía por temor de parecer imprudente".

Aunque no la nombre directamente, Margarita María está presente en este retiro: "Me he dado cuenta de que Dios quiere que le sirva procurando el cumplimiento de sus deseos en lo referente a la devoción que ha sugerido a una persona con la que se comunica con mucha confianza, y para la cual ha querido servirse de mi debilidad".

"Dios, pues, habiéndose comunicado con esa persona, que podemos creer es según su Corazón, por las grandes gracias que le ha concedido, me lo explicó a mí y le obligué a poner por escrito todo lo que me había dicho, y que yo quiero reproducir en el diario de mis ejercicios porque Dios quiere servirse de mis débiles fuerzas para poner en ejecución este designio". Y a continuación copia íntegro el texto de Margarita María.

A través de los mensajes que ella le envía y de las cartas de la superiora, Claudio desde Londres sigue con gozo la vida de esa hermana que el Señor le ha dado.


Canción: Te entrego todo
Autor: Kiki Troia
https://youtu.be/TEWPc9DDDZA

Detalle de la estatua de S. Claudio de La Colombière a la entrada
de la iglesia con su nombre en Paray-le-Monial


08 noviembre 2018

La dracma perdida en la casa

Hoy la Iglesia nos propone como lectura para la Misa el Evangelio recogido en Lucas 15, 1-10, dentro de las llamadas "parábolas de la Misericordia".

Es muy habitual que en este día nos lleguen textos, meditaciones, homilías que nos hablan de la importancia de salir en busca del pecador que, como oveja o dracma perdida, necesita ser encontrado para volver al seno del Corazón de Dios. 

Pero la Palabra de Dios es viva y eficaz (cfr. Hebreos 4, 12) y siempre nos interpela. 

"O ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra?" (Lucas 15, 8)

En el caso de la parábola de la oveja, el pastor SALE en su busca. Se ha ido lejos y, dejando las 99, va a su encuentro. Se suele interpretar que se va lejos de la Iglesia y que hay que encontrarla para que vuelva a ella, donde podrá tener ese encuentro profundo con Dios que le cambiará la vida.

En el caso de la dracma, la perdida está DENTRO de la casa. No se ha ido lejos, está dentro. Pero está perdida. 

Está a oscuras y por eso necesita que otros enciendan una lámpara para iluminarla. 

Está en medio de suciedad (y hay de tantos tipos...) y necesita ser limpiada.

Está en la casa, pero perdida y herida, y necesita ser buscada con cuidado.

Ha perdido la esperanza en su soledad y necesita la perseverancia de otros hasta ser encontrada.

Se sabe dracma, es decir, de poco valor. Puede que lo sepa por sí misma o puede que muchos se hayan encargado de hacerla sentir así reforzando la mirada sobre su pobreza. Y eso es un peso para ella. A lo ojos de Jesucristo es muy valiosa... pero a lo mejor ni siquiera es capaz de reconocerlo. 

Como la oveja, tal vez ni siquiera sabe que está perdida... o a lo mejor sí lo sabe pero no tiene fuerzas o no reconoce (y hay tantos motivos...) el camino por el que ya transitó.

¿Estaremos tan ocupados cuidando a las otras 99 ovejas o yendo a por la oveja perdida que descuidaremos a esta pequeña dracma que también está perdida?


Canción: Alejarte de Él
Autora: Matina
https://youtu.be/x0EgoVHRIS8




06 noviembre 2018

Dos corazones en el Corazón de Cristo (5ª parte)

Margarita María

Margarita María tiene 6 años menos que Claudio. Es la número cuatro de seis hijos: los tres primeros varones, las tres últimas mujeres. Pero pronto queda como hija única la morir sus dos hermanas pequeñas.

Un día, celebrando misa, se le ocurrió decir después de la elevación: "¡Oh Dios mío! Os consagro mi pureza y hago voto de castidad perpetua". Cuando dice esto, no tiene más de seis o siete años. Ella misma en la autobiografía que le mandó escribir Claudio, lo comenta así:

"Yo no comprendía lo que había hecho, ni siquiera sabía lo que significaba la palabra voto, ni tampoco lo que significaba castidad".

En realidad solo comprende lo esencial: que quiere ser toda de Dios. Años más tarde el Señor se lo explicará:

"Te he escogido por esposa mía y nos hemos prometido fidelidad cuando me hiciste el voto de castidad. Era yo mismo quien te empujaba a hacerlo antes de que el mundo pudiera tener parte alguna en tu corazón; pues yo lo quería todo puro, y sin mancha de afectos terrenos, y para que se conservara así quité toda malicia a tu voluntad para que no pudiera corromperlo. Y luego te confié a los cuidados de mi santa Madre, para que te modelara según mis designios".

Tiene ocho años cuando muere su padre. A partir de entonces su vida -y la de su madre- se convierte en un suplicio. Va a llevar una vida de cenicienta. La casa queda invadida por sus parientes, todos campesinos analfabetos, duros y hasta groseros, que le niegan hasta lo más necesario. Ni siquiera la dejan ir a la iglesia. Pero sus grandes amigos son los pobres:

"Me dio el Señor un amor tan tierno a los pobres que me hubiera gustado tratar solo con ellos; y suscitaba en mí una compasión tan tierna de su miseria que, si de mí hubiera dependido, me hubiera quedado sin nada por ellos. Cuando tenía algún dinero se lo daba a los niños pobres para que vinieran conmigo a aprender el catecismo y a rezar".

En estas condiciones, Margarita María enfermó gravemente. Angustiada, su madre la consagra a María y se cura. Poco después es su madre quien cae gravemente enferma y le toca a ella cuidarla, pues nadie la ayuda y todo en la casa está cerrado a llave. No tiene más remedio que pedir limosna. 

A los 18 años quieren casarla. Su madre le suplica que lo haga: le parece una manera de salir de la miseria. Es bonita y alegre, y puede ser un buen partido. Después de dos años de lucha está a punto de ceder. El que no cede es el Señor:

"Debes saber que si me haces este desprecio te abandonaré para siempre; pero si me eres fiel, no te dejaré jamás, y saldrás victoriosa de todos tus enemigos. Excuso tu ignorancia porque todavía no me conoces; pero si eres fiel y me sigues, te enseñaré a conocerme y me manifestaré a ti".

No cede y le dice a todo el mundo que quiere ser religiosa. Se sale por fin con la suya y la dejan entrar en el monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial. Una voz interior le había dicho: "Es aquí donde te quiero". El 20 de junio de 1671 llamaba a la puerta del claustro. Paradójicamente le costó mucho dar este paso tan deseado: "Confieso que en el momento de entrar -era un sábado- me asaltaron todas las penas del mundo, tan violentamente que me parecía que mi espíritu iba a separarse de mi cuerpo" (Autobiografía, 35). Pero pronto el gozo volvió a habitarla.

Canción: De qué me vale
Autor: P. Edward Gilbert
https://youtu.be/guvcXbkKpUE


Coro del convento de la Visitación de Paray-le-Monial 
donde el Sagrado Corazón se apareció a Santa Margarita

04 noviembre 2018

Dos corazones en el Corazón de Cristo (4ª parte)

Claudio

¿Quiénes son estos dos jóvenes religiosos que el 21 de junio de 1675 se sienten tan profundamente unidos en el Señor para un encargo que les desborda? Hace apenas cuatro meses que se han visto por primera vez y ya les da la impresión de conocerse desde siempre. Dios parece haberles preparado para este encuentro, para esta misión de dar a conocer al mundo el Amor misericordioso del Corazón de Jesús. A primera vista nada parece hacerles aptos para dar a conocer y propagar esta devoción que, poco después de su muerte, se extenderá triunfalmente por toda la Iglesia.

Claudio se había hecho jesuita con 17 años apenas cumplidos. Le costó decidirse a seguir el llamamiento de Dios: "Cuando me hice religioso tenía una horrible aversión por la vida a la que me había comprometido", confesará más tarde. Era el tercero de una familia de siete hijos, dos de los cuales murieron de niños; tres hermanos se hicieron sacerdotes, la hermana se hizo religiosa y solo uno se casó. Al terminar sus estudios en el colegio, en 1658 ingresó en el noviciado de Aviñón. Allí pasará dos años, de silencio, de estudio religioso, de meditación, de interiorización de la espiritualidad ignaciana. Hace sus primeros votos y se queda otros seis años en Aviñón. Estudia y al mismo tiempo da clase a los pequeños del colegio jesuita de la ciudad. A finales de 1666 se le envía a París para prepararse al sacerdocio. Sintió dejar la ciudad donde había hecho tantos amigos: "Usted se queda en Aviñón -escribía a otro religioso- le tendría envidia por muchos motivos, si no fuera porque estoy seguro de que Dios me quiere aquí en París".

El 6 de abril de 1669 es ordenado sacerdote: tiene 28 años. En 1670 volvió a Lyon a ser profesor de retórica. Empieza a destacar como excelente predicador. Hace su tercera probación en 1674. Se conservan las abundantes notas de los Ejercicios de mes que hace entonces para prepararse a sus votos solemnes. Claudio tiene un temperamento sensible y afectuoso, muy inclinado a la amistad. Piensa que debe purificar esa tendencia de su corazón. Leídos hoy, esos apuntes nos parecen excesivamente exigentes. Están en consonancia con la espiritualidad grave, seria y hasta austera del siglo XVII, influenciada por el Jansenismo. De estos apuntes destacamos estos párrafos sobre la amistad:

"Me siento inclinado a imitar esta sencillez de Dios... en mis afectos, no amando más que a Dios solo, no recibiendo en mí más que ese solo amor".

De pronto una queja brota de lo más profundo de su alma:

"Pero mis amigos me aman, yo los amo; se ve y lo siento. ¡Dios mío, único bueno y único amable! Habrá que sacrificarlos puesto que me queréis todo para vos: lo haré, sí, este sacrificio que me costará mucho más que el primero que hice al dejar padre y madre... 
Pero sed su amigo, Jesús, único y verdadero amigo. Sedlo también mío, ya que me ordenáis serlo vuestro".

También de estos años es la admirable oración al verdadero amigo que se encuentra en unos apuntes suyos sobre "San Juan, el amigo de Jesucristo" (copiada cambiando el "tú", es decir tuteando, en lugar del "Vos" de la época):

"Jesús, Tú eres el único y verdadero amigo.
Participas en todos mi males, cargas con ellos y sabes el secreto de transformármelos en bienes. Me escuchas con bondad cuando te cuento mis aflicciones y nunca dejas de mitigarlas.
Te encuentro siempre y en todas partes; nunca te alejas; y si tengo que cambiar de casa, allí donde yo voy allí estás Tú.
Nunca te hartas de escucharme; nunca te cansas de hacerme el bien. Si te amo, estoy seguro de ser amado por ti.
De poco te sirven mis bienes, pero nunca te empobreces al comunicarme los tuyos.
Por miserable que yo sea, nunca otro más noble, ni más inteligente, ni siquiera más santo me quitará tu amistad; y la muerte, que me separará de todos mis demás amigos, me reunirá contigo.
Todas las miserias de la edad y de la fortuna nunca te alejarán de mí; al contrario, nunca gozaré con más plenitud de ti, nunca te tendré más cercano que cuando todas las cosas se pongan en mi contra.
Aguantas todos mis defectos con una paciencia admirable. Ni siquiera mis infidelidades y mis ingratitudes te hieren hasta el punto de no estar siempre dispuesto a volver, si yo así lo quiero".

Quien es capaz de expresar estos sentimientos no puede menos de ser "fiel servidor y amigo perfecto". Y esta purificación del corazón le prepara, no solo a la amistad con Dios, sino también a las numerosas amistades de las personas a las que va a acompañar espiritualmente. Está preparado para ser el "hermano" de Margarita María, según la expresión del mismo Jesús.


Canción: Purifícame
Autor: Kiki Troia
https://youtu.be/hArLbkOs2RY


Retrato de San Claudio La Colombière

02 noviembre 2018

Dos corazones en el Corazón de Cristo (3ª parte)

"Como hermano y hermana..."

El padre Claudio volvió al convento para las confesiones en los días de témporas de Cuaresma, que ese año caían los días 6, 8 y 9 de marzo.

Van pasando una tras otra las religiosas. Margarita María no se da a conocer ni le dice nada de especial. Pero, "sin que nunca nos hubiéramos visto y hablado, me retuvo mucho tiempo, y me hablaba como si hubiera comprendido lo que pasaba en mí. Pero no quise decirle nada por esa vez; y como vio que quería retirarme por miedo a molestar a la comunidad, me dijo que, si yo quería, él vendría otra vez a hablar conmigo. Pero mi natural tímido, que temía todas esas comunicaciones, hizo que le respondiera que, no perteneciéndome, haría todo lo que la obediencia me mandara. Me retiré después de haber estado con él alrededor de hora y media". (Autobiografía, 80)

El padre Claudio volvió. A pesar de que Margarita María comprende que es voluntad de Dios que ella se lo cuente todo, siente una enorme repugnancia a abrirle del todo su corazón. Se lo dijo con toda sencillez. Su respuesta, medio divertida, la puso inmediatamente en confianza: "Me respondió que estaba encantado de darme una ocasión de ofrecer un sacrificio a Dios. Entonces, tal como me fue brotando, le abrí mi corazón y le descubrí hasta el fondo de mi alma". Roto el hielo, el padre lo recibe todo con sencillez; la escucha, le hace hablar, le pregunta. Le dice que puede estar tranquila, que lo que está viviendo viene de Dios; y no del demonio como algunos le habían insinuado.

Durante los meses siguientes, Claudio queda asociado a la maravillosa aventura de Margarita María. Un día, ella le transmite un mensaje de parte del Señor:

"Dile de mi parte que haga todo lo posible para establecer esta devoción (al Sagrado Corazón) y de dar este gusto a mi Divino Corazón; que no se desanime ante las dificultades que pueda encontrar, que no le van a faltar. Pero que sepa que es todopoderoso quien desconfía del todo de sí mismo para confiar del todo en mí".

Efectivamente, los disgustos no faltan. Las frecuentes entrevistas del Padre con su dirigida no pasan desapercibidas. Muchas religiosas, prevenidas contra Margarita María, murmuran contra las -según ellas- excesivas atenciones que el nuevo confesor le presta. Dice ella misma: "El padre tuvo que sufrir mucho por culpa mía, pues se decía que le quería engañar como lo había hecho con los demás". Otras decían que el padre era tan visionario como ella y "que era una chiquillada entretenerse tanto tiempo con una persona de tan poca cabeza". Imperturbable, Claudio La Colombière la escucha, le hace poner sus cosas por escrito a pesar de la repugnancia que ella siente en hacerlo. Discierne, reza... y aprueba y anima. El mismo Señor se encarga de tranquilizar a sus dos amigos:

"Una vez que vino a decir la santa misa a nuestra iglesia, nuestro Señor le concedió grandes Gracias, y a mí también. En efecto, cuando me acercaba para recibirle en la comunión, me mostró su Sagrado Corazón como un horno ardiente, y otros dos corazones que iban a unirse y a abismarse en el, diciéndome: `Así es como mi puro Amor une estos tres corazones para siempre´. Y después me dio a entender que esta unión era totalmente para Gloria de su Sagrado Corazón, del que quería que yo le descubriese los tesoros, para que él los diese a conocer y publicara su importancia y utilidad; y que para ello quería que fuéramos como hermano y hermana, compartiendo por igual los bienes espirituales. Y como yo le hiciera notar mi pobreza, y la desigualdad que existía entre un hombre de tan gran virtud y mérito, y una pobre débil pecadora como yo, me dijo: `Las riquezas infinitas de mi Corazón suplirán y lo igualarán todo. Díselo todo sin temor´. Así lo hice en la siguiente entrevista".


Un encargo difícil

La revelación al mundo entero del Amor misericordioso del Corazón de Cristo va a hacerse a través de la íntima amistad de Margarita María y Claudio en Él, en Cristo Jesús. Con qué alegría debió de acoger el padre Claudio lo que su amiga le comunicaba de parte del Señor. Ella lo recuerda:

"¡Con cuanta humildad y agradecimiento recibió esto y otras cosas que le dije de parte de mi soberano Dueño! Su actitud me emocionó tanto que me hizo más bien que todos los sermones que hubiera podido oír".

El 16 de junio de ese mismo año 1675 - Domingo dentro de la octava del Corpus Chirsti - estando Margarita María en adoración ante el Santísimo, el Señor le muestra su divino Corazón y le dice:

"He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha dejado de hacer, hasta agotarse y consumirse, para demostrarles su amor; y en pago no recibo de la mayor parte de ellos más que ingratitud, por sus irreverencias y sacrilegios, por la frialdad y el desprecio que tienen para conmigo en este Sacramento de Amor. Pero lo que más me duele es que son algunos corazones que me están consagrados los que se portan así. 
Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicado a una fiesta especial para honrar mi Corazón, comulgando ese día, pidiendo perdón para reparar las indignidades que ha recibido en el tiempo en que ha sido expuesto en los altares. Te prometo también que mi Corazón se dilatará para derramar con abundancia los influjos de su divino Amor sobre los que le rindan estos honores y los que procuren que se los rindan".

Otra vez Margarita María responde al Señor que no sabe cómo va a poder hacer eso, y Él le indica que para algo está allí el padre La Colombière. Este, prudente como siempre, se lo hace poner por escrito. Como la fecha indicada por el Señor está cercana, deciden ser ellos los primeros en poner en práctica lo que ha pedido. El 21 de junio, viernes después de la octava del Corpus, cada uno por su parte se consagra al Corazón de Jesús. ¿Dónde tuvo lugar esta doble consagración? ¿En la capilla del convento de la Visitación, en la del colegio de los jesuitas, durante la misa, en una visita al Santísimo? ¿Margarita María detrás de la reja y el padre Claudio en el presbiterio? No lo sabemos. Lo importante es que se hizo. Los dos amigos, unidos en Cristo y por Cristo, acababan de celebrar la primera fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.

[Nota: debajo os dejo el calendario de la visita de las reliquias de Santa Margarita a España.]

Canción: Tuyo
Intérpretes: Vuelta en U
https://youtu.be/nwyumJwwQgM


Reja del coro del convento de la Visitación de Paray-le-Monial donde el Sagrado Corazón se apareció a Santa Margarita. Al fondo, el presbiterio donde San Claudio celebraba la Eucaristía.

Calendario de la visita de las reliquias de Santa Margarita María en España.