21 diciembre 2019

¿A qué esperamos? (2ª parte)

Todo es don y tarea. Don del Espíritu Santo, que nos guía y santifica, y tarea por nuestra parte para que lo que Él quiere hacer con nosotros y a través de nosotros se lleve a cabo.

El tema del don no es cosa nuestra: es obra del Espíritu y Él sabe muy bien cuándo y de qué modo obrar.

Pero el tema de la tarea… eso sí que es cosa nuestra y bien nuestra. ¿Cómo me dejo hacer por el Espíritu? ¿Soy dócil a sus inspiraciones? ¿Pongo de mi parte todo lo que está en mi mano para que Él pueda hacer de mí otro Cristo en medio de este mundo?

A lo mejor pensamos que son cosas que no están a nuestro alcance, pues ser santo a veces nos puede parecer eso: que no está a nuestro alcance. Pero si leemos la vida de algún santo veremos que estaban hechos de carne y hueso, virtudes y pecados, como tú y como yo. Sólo que intentaron ser lo más dóciles posible y pusieron de su parte también todo lo posible.

En unos días comenzamos el año nuevo. Y ya sabemos, parece que el día 1 de enero es el “pistoletazo de salida” para muchos propósitos: que si adelgazar todo lo que he acumulado en el año anterior, que si ser más paciente con ese familiar, compañero… con el que me cuesta tanto convivir, ahorrar un poco más para poder irme a ese lugar de vacaciones o pagar esa deuda pendiente…  

Tengo que reconocer que muchas veces me he creado propósitos bastante inalcanzables… porque no me he puesto manos a la obra para que fueran alcanzables. Creo que esta imagen explica muy bien lo que quiero decir:

Ser cristiano no es cuestión de intentar correr los 100 metros en menos de 9 segundos o subir la cima del Everest al primer intento, como los deportistas de élite no ganan medallas en su primera carrera o se lanzan a escalar las cimas más altas sin haberse preparado físicamente para ello durante bastante tiempo. La excelencia deportiva se consigue con días, meses, años de entrenamiento, pequeños y grandes esfuerzos, pequeñas y grandes elecciones que implican pequeñas y grandes renuncias o sacrificios (porque elegir una cosa a veces implica descartar otra), constantes empezar de nuevo, caerse y volverse a levantar… 

La excelencia cristiana, es decir, ser santo se consigue con días, meses, años de entrenamiento, pequeños y grandes esfuerzos, pequeñas y grandes elecciones que implican pequeñas y grandes renuncias o sacrificios (porque elegir una cosa a veces implica descartar otra), constantes empezar de nuevo, caerse y volverse a levantar…

¿Qué te parece si juntos proponemos unas cuantas tareas que sí que están a nuestro alcance para caminar en santidad en este próximo año que comienza? Yo digo unas cuantas y te invito a compartir todas las demás que se te ocurran. Así, entre todos, nos ayudaremos a caminar en el Señor. No están ni mucho menos ordenadas por orden de importancia, todas son necesarias:

*ORACIÓN: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las MEDITABA en su corazón.” (Lucas 2, 19). Ya dije en la entrada anterior que no ponía las mayúsculas en este texto por casualidad. La Virgen María custodiaba con cariño los acontecimientos de Dios en su vida y luego los meditaba en su corazón. Es decir, oraba. ¿Un amigo se puede considerar buen amigo si no trata nunca con su amigo? A mí me parece que no. Sin un tiempo diario de compartir con el Señor nuestra vida, no podemos considerarnos verdaderos cristianos ni crecer en las virtudes, en caridad… en santidad.

*SACRAMENTOS: “Los pastores se volvieron GLORIFICANDO Y ALABANDO A DIOS por todo lo que habían oído y visto” (Lucas 2, 20). ¿Queremos dar Gloria a Dios en nuestra vida? Acudamos a su encuentro en los sacramentos. Algunos ejemplos: sin la Eucaristía no podemos vivir, pues es el mismo Cristo quien nos alimenta para vivir de Él y como Él. ¿Si sólo comiéramos los Domingos, mantendríamos las fuerzas para trabajar, estudiar, vivir… toda la semana? ¿Podríamos vivir en una casa que sólo se limpiara una vez al año? ¿Entonces por qué vivimos con nuestra alma llena de la basura del pecado, teniendo tan a mano el regalo de una “buena limpieza” frecuente y que nos ayuda a volver a empezar? 

*LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE DIOS: “«Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor NOS HA MANIFESTADO.»” (Lucas 2, 15). Dios nos sigue hablando a través de su Palabra, pues es Palabra viva que engendra en nosotros su misma Vida. ¿Cómo dices que Dios no te habla si te ha dejado un libro entero donde abre su Corazón? Formado, además, por 73 libros. Con sólo leer los textos que la Madre Iglesia nos propone todos los días en la Misa ya le damos un buen repaso a la Biblia. Y con todos los comentarios que podemos encontrar en libros, internet, redes sociales… podemos alimentar un poco más lo que el Espíritu nos haya comunicado tras orar nosotros esa Palabra.

*ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL: “…los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén” (Lucas 2, 16). Ya sabemos aquello de que “un ciego no puede guiar a otro ciego”. Un buen acompañante espiritual, que también quiera ser santo, es básico para poder caminar. Qué bien nos hacen los que nos quieren cuando nos animan, nos ayudan a ver lo que nosotros no vemos, nos corrigen para que seamos mejores… Una regla básica del montañismo es nunca adentrarse solo en un monte, por los peligros que eso supone. Entonces, ¿por qué nos empeñamos en caminar solos en la fe?

*INTENTAR VIVIR LAS VIRTUDES CRISTIANAS EN LO PEQUEÑO Y COTIDIANO: “… y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2, 16). Todo un Dios se hace un pequeño niño y se deja recostar en un humilde pesebre para nuestra salvación. ¿Hay mayor acto de amor y humildad? Yo no sé tú, pero a mí me resulta imposible vivir a lo grande la caridad y las virtudes cristianas. Cada vez que lo intento, meto la pata casi al instante. Tal vez te ocurre lo mismo y esos grandes propósitos al final se quedan en nada. Pero sí podemos hacer pequeñas cosas que, juntas, van formando un “gran todo”: ceder a otra persona el sitio en la cola de la compra si notamos que tiene prisa, estar atentos a ceder el asiento en un sitio público, sonreír a quien nos alarga la mano para pedir una limosna y no dársela sin mirarle a los ojos, aguantar con paciencia un mal movimiento con el coche de otros conductores, hacer un pequeño sacrificio sin que nadie se dé cuenta… 

*APROVECHAR OTRAS HERRAMIENTAS QUE NOS DA LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA Y COMPARTIR CON OTROS EL REGALO QUE HEMOS RECIBIDO: “Al verlo, DIERON A CONOCER lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y TODOS LOS QUE LO OYERON se maravillaban” (Lucas 2, 17-18). Los regalos espirituales crecen si los compartimos. En la historia de la Iglesia el Señor y la Virgen, a través de nuestros hermanos en la fe, nos han dejado muchas herramientas para crecer en santidad. La lectura espiritual (el Catecismo, textos del Magisterio, libros sobre nuestra fe, de santos…) y el rezo de oraciones como el Rosario, la Coronilla… son de inmejorable ayuda como alimento de nuestras almas. Y el compartir nuestro testimonio, lo que el Señor está haciendo con nosotros, en lo pequeño y cotidiano, ayudará a otros a poder identificar cómo Dios sigue actuando en la historia de la humanidad y también en sus propias vidas. 

Son algunas ideas. Te invito a compartir las tuyas y así enriquecernos entre todos. Como dice San Pablo: 

“Animaos, por el contrario, los unos a los otros, cada día, mientras dure este hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado.” (Hebreos 3, 13)

Hermanos, comencemos este año nuevo con anhelos de santidad. Dios, más que nadie, nos quiere santos. Como María, como los santos, pongamos nuestro pequeño sí en nuestro pequeño hoy. Él se encargará del resto.

Canción: Hágase en mí
Autora: Celinés Díaz





20 diciembre 2019

¿A qué esperamos? (1ª parte)

Hace un ratito he recibido un mensaje de un anciano fraile carmelita amigo. Me decía que mañana me iba a mandar la historia de la Salve y añadía: “Para GLORIA DE LA MADRE QUE DENTRO DE 4 DÍAS NOS DARÁ A SU HIJO PARA QUE NOS SALVE”.

La verdad es que me ha impactado mucho. De repente he caído que sólo quedan 4 días para celebrar la Navidad, el nacimiento de nuestro Señor. Sí, es “fácil” como cristianos pensar o decir que el Señor va a nacer, que el Hijo de Dios nace para nuestra salvación. ¿Pero eso qué significa concretamente en mi vida? ¿Realmente dejo que Cristo muestre su salvación en mi día a día? ¿Y a qué espero si no es así?

¿Acaso me conformo con una “ley de mínimos cristianos”? Es decir, ir a Misa los Domingos, confesarme regularmente (o de vez en cuando… o de año en año, por Pascua de Resurrección, lo mínimo que me pide la Madre Iglesia), dar una limosna si tengo unas monedillas de sobra en el bolsillo y si no voy con demasiada prisa, ser buenecito, buenecita…

Y en todo esto, ¿a Cristo dónde le dejo?

Porque, yo no sé tú, pero cuando “yo” vivo así me quedo en eso: mi “yo”. YO soy la que va a Misa, YO soy la que se confiesa porque me hace bien, YO soy la que da limosna, YO soy la que intenta ser buena…

¿Y dónde te dejo, Señor? Si al final soy yo la que vive “en clave cristiana”, ¿cuándo dejo que se haga en mí tu Palabra (cfr. Lucas 1, 38) y que seas Tú por medio del Espíritu Santo quien viva en mí (cfr. Gálatas 2, 20)? 

Me impresiona la prontitud de los pastores que recibieron el anuncio del ángel de que el Salvador había nacido: se presentaron como estaban, con lo que eran y con lo que tenían, que era más bien nada pues estaban al raso cuidando los rebaños. Corrieron a su encuentro tal cual estaban, porque el regalo realmente ERA ÉL: Dios hecho Hombre. 

"Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor NOS HA MANIFESTADO.» Y fueron A TODA PRISA, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, DIERON A CONOCER lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y TODOS LOS QUE LO OYERON se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las MEDITABA en su corazón. Los pastores se volvieron GLORIFICANDO Y ALABANDO A DIOS por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho." (Lucas 2, 16-20)

El regalo que quiere Jesús es tú mismo, tu corazón. Tal como está, tal como estás todo tú, para que Él pueda vivir en ti y a través de ti, y que cuantos te vean vivir se maravillen de la obra de Dios. Es decir, que Dios nos llama a ser santos, no cristianos del montón que se conforman con vivir tirando mediocremente. Y el santo no es alguien “excepcional y perfecto”, es alguien que se deja hacer otro Cristo por obra del Espíritu, en el día a día, en cada minuto, con cada latido de su corazón. Con la pobreza de como está y con lo que tiene, como los pastores en Belén.

Pero esto, como todo en la vida de la fe, es don y tarea. Don del Espíritu Santo que, como buena brújula, nos guía y santifica, y tarea por nuestra parte para que lo que Él quiere hacer con nosotros y a través de nosotros se lleve a cabo. No he puesto por casualidad esas mayúsculas en el texto de San Lucas. ¿A ti qué te dicen?

Creo que una clave muy buena para vivirlo podría ser esta frase de San Alberto Hurtado: 

¿Qué haría Cristo en mi lugar?"

Canción: Sopla
Autor: Jonatan Narvaez
Intérprete: Verónica Sanfilippo
https://youtu.be/qVkrRzlDizc

 


17 diciembre 2019

Árbol con nombres y títulos bíblicos de Jesús

Ya estamos empezando a recibir el típico mensaje con una imagen que forma un árbol con distintas palabras y donde se suele indicar cosas como "te regalo tu primer pino navideño, pásaselo a tus amigos".

Me he animado a hacer algo semejante, pero en este caso las palabras son nombres o títulos de Aquel por quien realmente celebramos la Navidad: Jesucristo, el Hijo de Dios que se hace Carne por nuestra Salvación.

Aunque aún estamos en Adviento, os lo comparto.

¡Ven, Señor Jesús! 🙌💓




La intuición de Juan Bautista era correcta

"En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?"

Así comenzaba el pasado Domingo día 15, III de Adviento, el evangelio según san Mateo (11, 2-11) que se leía en la Eucaristía.

Escuché y leí varios comentarios-homilías ese día, y en todos ellos se hablaba del dudar, de las faltas de fe, que todos podemos vivir momentos de dudas y oscuridad como el de San Juan Bautista... Todos ellos fueron enriquecedores, pero no encontré en ninguno lo que yo sentí orando este evangelio y que ahora os quiero compartir:

Juan era el precursor, la voz que clamaba en el desierto, quien urgía a la conversión del corazón para preparar la venida del Mesías. Su vida era urgencia porque Aquel que anhelaba su corazón estaba por llegar, pronto, muy pronto.

Y entonces es encarcelado. Como en la imagen que comparto, elegir a Dios y vivir en la verdad nos puede traer muchas veces sufrimiento, incomprensión y lejanía de aquellos que amamos, persecución de aquellos que no nos quieren, soledad, el corazón se nos vuelve a romper... Es profundamente doloroso muchas veces elegirle y elegir vivir en la verdad. ¿Pero qué otra cosa podemos hacer?

Creo que San Juan Bautista vivió esto en la cárcel. No creo que tuviera dudas de fe. Creo que la urgencia de su corazón le hacía clamar por conocer si Jesús era el Mesías que él esperaba. No por dudas, sino porque sabía que su fin, su muerte, estaba cerca y su corazón necesitaba descansar en la certeza de haber cumplido su misión. De no haber fallado al Espíritu de Dios que le movía.

Con profunda humildad hace llegar su pregunta, intentando comprender los designios del Dios Amor al que había entregado su vida y que ahora le había llevado a la cárcel sin saber si la intuición de su corazón era correcta: que Él estaba cerca. 

Y me imagino a Juan descansando, aún en medio de su sufrimiento y soledad, con una media sonrisa al recordar la respuesta que le había mandado traer Jesús: "Id y anunciad a Juan lo que estás viendo y oyendo...".

Sí, Juan, tu intuición era correcta. Tu docilidad al Espíritu Santo te llevó a cumplir la misión para la que habías nacido. Ahora sufres y estás solo, pronto morirás, pero has sido un fiel cumplidor, en lo poco y en lo mucho. ¡Entra en el gozo de tu Señor! (cfr. Mateo 25, 23). Y allí, de sus propios labios, escucharás la hermosa alabanza que quiso que quedara escrita para la posteridad: "En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista".

Querido Juan, enséñanos a amarle, a esperarle y a clamar, como tú, ¡ven, Señor Jesús!


Canción: Enséñame a amarte.
Autor: Juanjo Trujillo
Intérprete: Azeneth González






30 noviembre 2019

Jesús, yo confío en Ti

Hay veces que la vida nos zarandea. O tal vez es el Señor el que aprovecha los acontecimientos para "menearnos" un poco y sacarnos de nuestra comodidad, de ese "ir tirando".

La cosa es que hay veces que toca elegir: apostar por el Señor y la santidad, o mirar a otro lado. 

Y a veces esa elección implica rompernos un poco. O tal vez eso es lo que nos parece. Creo que la verdad profunda es que estamos creciendo y el Señor nos está construyendo, aunque no siempre lo veamos así de claro. Aunque duela. Cuando somos pequeños y pegamos el estirón, a menudo nos duelen los huesos de las rodillas. Algo así sucede cuando crecemos en el Espíritu: parece que todo se nos descoyunta por dentro, pero en el fondo estamos dando un estirón.

Y lo que es más importante: toca preguntarse si nuestra mirada está en nosotros o en el Señor. Hace poco le pregunté, en oración ante el Santísimo: "¿Cuántas veces se puede romper un corazón, Señor?". Y oí con una gran claridad: "Tantas como mi Corazón se rompe por tus pecados". 

Cuando la vida me zarandea me doy cuenta de mi mediocridad. De la pobreza de mi vida cristiana. De lo apegado que tengo el corazón a este mundo. Es hermoso, la creación es hermosa, sus gentes son profundamente hermosas. Pero si no amo todo y a todos en Él... 

Cuando la vida nos zarandea, cuando parece que nuestra barca se va a hundir por las olas y Jesús duerme a nuestro lado, ¿qué podemos hacer?  Desde mi pobreza sólo puedo mirar el camino de los santos e intentar aprender de ellos: confianza y abandono en su Misericordia, procurando descansar en el saber que Él jamás nos deja de su mano. 

Ojalá algún día viva que eso es lo único importante: el Corazón de Cristo. Amarle con locura y abandonarme total y confiadamente en el Amor de Aquel para el cual somos lo más valioso. Hasta dar la vida por nosotros.

Mañana comienza el Adviento. Tiempo precioso que nos regala el Señor a través de la Iglesia para preparar el pequeño pesebre de nuestro corazón donde Él quiere volver a nacer. Tiempo de silencio, oración, contemplación admirada de la Virgen que se deja hacer Madre... Tiempo de dejarnos hacer por el Espíritu para seguir creciendo. Un poco más. Hasta ese día hermoso en que ya podamos descansar contemplando eternamente el Corazón del que tanto nos ama, el único Santo.


Canción: Jesús, yo confío en Ti.
Autor: Padre Juan Andrés Barrera




20 noviembre 2019

Testimonios Familias Invencibles - Teresa y Fernando (2)

¿Cómo ha sido nuestra experiencia al “exportar” Familias Invencibles (FFII) fuera de España?

Hace cinco años, cuando nuestros hijos tenían 15, 13 y 11 años la vida nos llevó a Alemania por circunstancias laborales. Estábamos muy bien en España pero muy estresados. En Alemania vimos una clara oportunidad de mejora laboral. Yo, además, podría permitirme dejar un trabajo y mejorar con ello mi salud que ya se resentía y los niños aprenderían alemán y perfeccionarían su inglés y francés. Todo encajaba como un puzle, porque Dios en Su Providencia divina tiene un plan precioso para cada persona y cada familia, solo hay que escucharle en oración. Y todo nos cuadró muy bien y nos fuimos muy seguros y contentos. Los niños se adaptaron muy bien. La vida en Alemania es genial en muchos aspectos y como encima teníamos más ingresos podíamos mantener nuestra casa de España y venir a menudo. Todo iba perfecto en todos los aspectos: profesional, personal y familiar. 

Al ir allí nos relajamos mucho como familia, pues la vida en Alemania es más tranquila y los niños se han hecho trilingües, pero echábamos de menos una cosa: los grupos de oración, esos ambientes únicos e insustituibles. Pues todo lo demás lo pudimos suplir: el aceite de oliva virgen extra y el jamón ibérico venían por Internet de una cooperativa, todo lo que un español pueda echar de menos allí lo suplimos y mejoramos con creces. La familia venía a vernos a menudo y nosotros también íbamos mucho a España. Aprendimos a esquiar y nos encanta, pero esos grupos de Cruzados de la Virgen…, esos ratos preciosos de oración en familia con las FFII… Esos ratos de tocar la batería y la guitarra en la iglesia (en Alemania imposible meter una batería en nuestra iglesia). Pasamos de tener bastantes actividades religiosas muy buenas a no tener nada… Teníamos miedo de que nuestros hijos se enfriaran en la fe y en los valores cristianos. La fe en Alemania, además, es bastante fría… 

Un día hablé con una amiga de la carrera con la que me había reencontrado en Frankfurt. La vi en misa con sus hijos y le dije: -“Tengo miedo de que mis hijos se enfríen en la fe, podríamos hacer oración juntas con los niños una vez al mes; echamos tanto de menos un grupo de oración en familia que teníamos en España…”. Le hablé del grupo de FFII de Madrid, al que llevábamos yendo 13 años. Ella me contestó literalmente: -“Teresa, te envía Dios, porque mis hijos, especialmente la de 14 está muy rebelde, esto es justo lo que yo buscaba… Mis hijos necesitan hacer ambiente con otros niños, pero a ver cómo convencemos a mi marido…”.

Esta mujer, S., ha dado todo su apoyo con una gran generosidad y entrega, y ha sido clave para la constitución de este grupo de FFII en Frankfurt. Su marido ha tenido una conversión muy bonita y profunda y se nos han ido acercando muchas otras familias del colegio, del trabajo, vecinos… Nuestros hijos han invitado a niños de su colegio que ahora vienen con sus familias. Tenemos una familia que no pisaba la iglesia, el padre era muy reacio a hacer oración, pero mi hijo invitó al suyo y decidieron probar… Están encantados, los niños han aprendido a rezar el Padre Nuestro en nuestro grupo y ¡este padre no falla a una sola reunión!. Le gusta mucho. Hemos celebrado ya el tercer curso juntos reuniéndonos todos los meses y somos unas 50 personas (14 familias).

El esquema que seguimos es el siguiente: nos reunimos en las casas, ponemos una imagen de María en el centro, unas velas y unos cojines en el suelo donde los niños se sientan muy contentos. Primero hacemos un rato de oración juntos: los niños comienzan leyendo unos párrafos de una oración que nos regaló la abuela de mi amiga, que estuvo en la primera reunión, y después cada uno, de cualquier edad, le dice cosas libre y espontáneamente a Dios (oración de alabanza, de acción de gracias, de adoración, de entrega, de invocación al Espíritu Santo…). Después de una media hora hacemos peticiones u oración por alguien que lo necesite: exámenes, temas de salud… y rezamos juntos el Padre Nuestro. Posteriormente contamos un cuento relacionado con el tema que vamos a ver y después un padre o madre expone un tema relativo a un valor cristiano: la solidaridad, el perdón, la oración, la perseverancia, la comunicación, la escucha activa a nuestros hermanos, hijos, esposos, a Dios…, la fuerza de voluntad, el uso de móvil y redes sociales, la humildad (este tema lo dieron dos adolescentes, mis hijos, y ese día la sala estaba llena hasta los topes de adolescentes...). Tras explicar el tema hacemos un pequeño coloquio o debate y nos ponemos deberes para mejorar en ese aspecto durante el mes. Después cenamos juntos de lo que llevamos cada uno. Siempre hacemos también una excursión o salida al año. Este curso nos hemos propuesto hacer juntos el Camino de Santiago con los hijos: caminaremos 5 etapas, 5 días, y tenemos previsto llegar el Viernes Santo a Santiago de Compostela.

Nuestra experiencia exportando FFII fuera es, por tanto, muy positiva. Hemos visto que hay mucha sed e inquietud religiosa, que es muy importante darles valores e ideales altos a los hijos, que a los hijos les gusta participar en los coloquios y ver que sus padres también intentan ser mejores personas. Los hijos se abren bastante, están receptivos y hacen muchas preguntas. Hemos visto también que hay que volver a lo fundamental, a ser conscientes de la importancia de la oración, del sacramento del matrimonio, de trabajar los valores, de nuestra misión como familias, de mejorar como personas. Este formato es muy interesante porque permite llegar a muchas personas, es muy libre y abierto y atrae a otras familias, aunque no sean creyentes, con los temas de valores y educación de los hijos. Hemos visto a tres padres que han empezado a ir a misa y orar. Es muy bonito verlo y ver que Dios te usa como instrumento. Muchas madres nos dicen que esta oración y reflexión juntos les da el “oxígeno necesario” al mes y que lo notan mucho en sus hijos. Igual que nosotros lo notamos en su día en el grupo de Madrid… 

Nosotros acudíamos básicamente porque notábamos el efecto de profundización en la fe en nuestros hijos. FFII nos ha permitido evangelizar y hacerlo juntos como familia, y esto nos ha unido mucho y nos ha traído muchas bendiciones como familia. También hemos visto que es muy importante tener una vida comunitaria, no estar solos. Las familias necesitan de otras familias para escucharse, apoyarse, salir de sí mismas, escuchar a otras y ayudarse entre ellas a superar los retos y crecer espiritualmente. Todos crecemos juntos, aislados nos encerramos en nuestros problemas y nos debilitamos. Aislados y separados los hijos acaban dejando la fe… En FFII nuestros jóvenes y adolescentes trabajan su fe y sus valores cada mes, y dicen que disfrutan más la misa porque ahora la entienden.

Nos llamamos Familias Invencibles de Alemania para el Tercer Milenio (FIAT) y decimos que somos “Invencibles” no porque seamos más listos ni más fuertes, sino porque hemos puesto a Dios y los valores en el centro y a María, que nos ayuda muchísimo, y ninguna enfermedad, paro o división nos apartará de nuestro objetivo que es cumplir la Voluntad de Dios. 

No todo es bonito y de color de rosa, por supuesto nos enfrentamos también a muchos retos y desafíos. Por ejemplo, el grupo crece y ya no cabemos en las casas… Un día nos fuimos a la parroquia porque nos dio la charla el Padre Tobías, un sacerdote alemán encantador, pero este año los bajos se han inundado y lo están renovando todo, van a tirar el edificio entero y no podremos usarlo en muchos meses… Y además este sacerdote está únicamente de paso, no lo destinan de forma permanente… También el idioma es un desafío, pues tenemos familias de varias nacionalidades. Si continuamos en español nos cerramos a crecer, si pasamos a alemán o inglés se nos irían muchas familias que están ahí precisamente porque el grupo es en español y quieren que sus hijos hablen español… 

Un buen día se nos unieron dos familias protestantes: mis vecinos alemanes, los cuales no saben español pero les encantó el grupo. Les pareció una idea genial, dijeron que crearían su propio grupo algún día. En Alemania hay muchos protestantes y pocos católicos, pero bueno, estas cosas no nos tienen que inquietar porque Dios sabe más y Él provee, nosotros únicamente tenemos que orar, ponernos en manos del Señor y de María y ellos nos indican lo que debemos hacer y nos dan la fuerza para cumplirlo. Además, hemos notado que trabajar por el Señor desde FFII, aunque a veces nos agota, nos ha traído innumerables bendiciones para nosotros y nuestros hijos.

Hay grupos de FFII prácticamente en toda España y en Frankfurt Os animo a probarlos si tenéis hijos, son una maravilla y un bien muy necesario para esos años en que los niños son menores y apenas tenemos tiempo de acudir a otros grupos y actividades. De jóvenes y adultos ya elegirán ellos dónde desean implicarse e irán donde Dios les ponga, si es que les hemos enseñado a escucharle y les hemos dado una formación religiosa sólida y alegre. Nuestros hijos son nuestra primera responsabilidad, es de lo primero de lo que se nos va a pedir cuentas y hemos de formarlos muy bien y darles ejemplo y en FFII se nos da la posibilidad de crear esos entornos únicos y originales, alegres y variados, creados por los propios padres, donde el Señor actúa para su Gloria. ¡Todo sea para su Gloria! Amén.


09 noviembre 2019

Testimonios de Familias Invencibles - Teresa y Fernando (1)


Hoy terminamos nuestro recorrido por el testimonio de familias que participan en los Encuentros de Familias Invencibles (FFII) en España con la familia Wagener-Díez. Por distintas circunstancias, tuvieron que ir a vivir a Alemania. Allí han sentido la llamada y la necesidad de “exportar” la realidad de Familias Invencibles a su nuevo hogar. Nos habla Teresa.

Gracias Elena por la posibilidad de reflexionar sobre nuestra experiencia en FFII. Para nosotros ha supuesto confirmar nuestra vocación y misión como familia, una oportunidad de evangelizar a otras familias y, sobre todo, un impulso y apoyo para cuidar la fe de nuestros hijos. Hay un antes y un después de conocer FFII en nuestra vida.

¿Qué nos ha supuesto conocer FFII personalmente, como matrimonio y como familia?

Mi marido, Fernando Wagener, formaba parte de la Renovación Carismática Católica cuando yo lo conocí, teníamos ambos 17 años, él tocaba la guitarra en un grupo de oración carismática los martes por la tarde. Yo era de Schoenstatt desde los 13 años, un movimiento mariano de origen alemán extendido ahora por todo el mundo; había entregado mi vida a la Virgen María y tenía un voluntariado con mi grupo de jóvenes de Schoenstatt en el Hospital Clínico San Carlos en la Plaza de Cristo Rey de Madrid. Hacíamos acompañamiento de pacientes, atención a enfermos solos y necesitados de gestiones varias y compañía, preparábamos las misas con uno de los tres capellanes del hospital, D. Macario, cuidábamos de niños ingresados hasta que llegaban sus padres del trabajo, etc.
A mis 17 años estando en la piscina municipal un día mi madre y mi hermana me sacaron a toda prisa: -“Tere, corre, ven, hemos descubierto un grupo muy curioso en Majadahonda donde la gente reza alabando, cantando y alzando las manos y se parecen a los primeros cristianos, tienes que verlo, ¡te gustará!”. Mi madre tenía una gran inquietud religiosa y siempre se preocupaba por mostrarnos a mí y a mis hermanos distintos grupos, movimientos o corrientes de espiritualidad, pues estaba convencida de que en alguno de ellos encontraríamos nuestro camino. Además, yo sentía que la Virgen me impulsaba muy fuerte a conocer a Dios Padre, a Dios Hijo y ahora me acercaba a Dios Espíritu Santo… Salí chorreando de aquella piscina a conocer el grupo y allí estaba mi futuro marido tocando la guitarra… Nos hicimos muy amigos.

Al hacernos novios al cabo de un año él se implicó en mi voluntariado y en un grupo de jóvenes de Schoenstatt, y yo en el grupo de oración carismático de los martes y en el coro de su parroquia. La devoción mariana y la excelente formación de Schoenstatt casaba a la perfección con la profundidad y la riqueza de oración de la Renovación Carismática. Así que en el terreno personal FFII no nos aportó gran cosa que no conociéramos ya, pues ambos teníamos bastante formación y muchas experiencias de fe y de dejar obrar al Espíritu Santo en nuestras vidas.

Acudimos juntos de novios y de casados a ese grupo carismático que nos unió durante muchos años y fuimos a todas las Asambleas Nacionales. Pero en una familia ocurre que cuando empiezan a llegar los niños, con la conciliación de la vida laboral y los hijos ya no te queda tiempo para más, con los niños pequeños nos era imposible acudir al grupo los martes a las 20.00… Era la hora de la vuelta del trabajo, de los baños y cenas, etc. Dejamos de acudir a ese grupo de oración carismática. A las 20.00 yo salía de impartir clases en la universidad y Fernando bañaba a los niños mientras yo conducía a toda prisa por la autopista para llegar a hacer la cena, cenar juntos y acostarnos agotados. Así es la vida con 3 niños pequeños, es muy absorbente y agotadora, no te queda tiempo para ti. Yo tenía además dos trabajos, así que abandonamos ese grupo semanal sintiendo que traicionábamos nuestras raíces y nuestra historia, pues allí nos unió Dios.

Como sentíamos que nos faltaba la oración comunitaria, aunque hacíamos oración los Domingos en misa, nos apuntamos a un grupo de matrimonios los viernes por la tarde pero íbamos agotados y no nos gustaba dejar a los niños en casa gastando un dinero que no teníamos en una chica que los dejaba a su aire con la Play Station y nosotros mientras tanto viviendo nuestra fe de manera aparte… Sentíamos que debíamos integrarlos, que debíamos hacer algo con ellos, juntos como familia, pues nos preocupaba su formación religiosa y en valores. Desde un principio buscábamos que no tuvieran uno sino varios ambientes sanos donde crecer y desarrollarse, pues luego nunca sabe uno en cuál de ellos deciden quedarse. Así que igual que mis padres hicieron conmigo los llevamos a conocer Schoenstatt, los Focolares, la parroquia (somos del coro desde hace 30 años), todas las Asambleas carismáticas y la Pastoral del colegio. Se implicaron en numerosos ambientes muy sanos y muy buenos. Pero siempre eran ellos por un lado y nosotros por otro. Hasta que mi cuñada Pilar llegó un verano emocionada de un Encuentro en Galicia, y nos dijo que había visto a los padres orar junto con los hijos y hacer actividades juntos, y que le había gustado mucho. Y me preguntó si queríamos hacer lo mismo con ellos en Madrid: formar un grupo de oración y formación en familia un sábado al mes. Nos pareció que era justo lo que buscábamos, ¡esa era nuestra inquietud! Además, en un formato estupendo, que no estresa ni altera la vida familiar, una tarde de sábado al mes, era justo lo que sentíamos que debíamos hacer, integrar a nuestros hijos, trasmitirles la fe, así que empezamos con mis cuñados ese grupo de Familias Invencibles (FFII). Éramos solo 3 familias…

En ese grupo mensual de FFII de Madrid mis hijos han crecido, han tenido experiencias de oración, de fe, de reflexión, de profundización en la fe, una fe viva, donde ven a unos niños, jóvenes y adolescentes que oran, a unos padres que vibran con la oración… Donde hemos vivido tanto y hemos visto el efecto tan bueno en nuestros hijos. Ellos nunca nos han dicho, por ejemplo, que no querían ya ir a misa... como les ocurre a tantas familias, porque hemos tenido la suerte de tener este grupo de FFII y también un excelente párroco que les deja meter todo tipo de instrumentos en la iglesia y mis hijos tocan la batería y la guitarra eléctrica en una iglesia llena de jóvenes.

 Nuestros hijos tenían, por tanto, sus grupos de Schoenstatt quincenales con chavales de su edad, el grupo de FFII de oración en familia un sábado al mes y además ayudábamos en la parroquia con el coro. En FFII trabajábamos la oración espontánea de padres e hijos y también los valores cristianos y temas de fe; por ejemplo, explicar las Bienaventuranzas, el perdón, la alegría cristiana, la oración, etc. Mis hijos han crecido ahí y le deben tanto a este grupo de FFII de Madrid. El grupo creció mucho, ahora lo integran muchas familias.

03 noviembre 2019

Testimonios de Familias Invencibles - Romy y Emilio (2)


EMILIO: Como decía Romy, antes no creía. Más o menos a los 20-21 años realicé un Seminario de Vida y me convertí al Señor. Él cambió mi vida. Dio un giro total: cambié amistades, cambié todo y empecé a servirle. Teníamos un grupo de oración de jóvenes y nos conocimos en una Misa llevando las ofrendas. Con el tiempo nos hicimos novios y pensamos después en casarnos, venir a España para poder tener una vida mejor y todo centrado en el Señor. Pero durante un tiempo no lo vivimos así, hasta que fuimos al Encuentro de Familias Invencibles.

En nuestra familia siempre ha habido momentos de dificultad. Ya estamos cerca del Señor, pero siempre es un combate. Y más aún con los chicos que van creciendo y ahora entrando en la adolescencia. Es complicado y siempre necesitamos que el Señor nos enderece el camino, nos guíe nuevamente, nos ayude, retome nuestra vida, retome nuestra familia. Por ejemplo, con nuestro hijo mayor: fue una Gracia que pudiera entrar en el seminario menor. Primero empezó de forma externa a vivir los retiros. Íbamos un fin de semana cada dos semanas. Y después nos dijo que quería entrar. Nos sorprendió porque fue dejar amigos, dejar su círculo social. A él le costaba mucho hacer amigos y tenía un grupito que era bueno. Para nosotros fue una bendición porque le ayudó mucho en su vida espiritual y en su carácter, le ayudó mucho también a centrarse. Estuvo dos años y lo dejó aunque sigue discerniendo, pero en ese lapso de tiempo entró su hermano. Seguimos buscando la voluntad de Dios, seguimos buscando servirle y lo que Dios nos muestre, lo que Dios haga. Estamos siempre en sus manos y siempre necesitamos de Él. También necesitamos de un grupo de hermanos, hacer comunidad, no estar solos y poder ir caminando.

ROMY: la entrada de nuestro hijo al seminario fue algo muy bueno que nos ocurrió. Abrió un nuevo mundo a nuestros ojos al compartir con otras familias cuyos hijos también están en discernimiento. Ya no pedimos por las vocaciones sin conocer, sino de una manera nueva. Cómo se necesita esa oración para ese día a día de tantos chicos, en este caso adolescentes, que en su vida hacen un alto y buscan ese llamado a lo que el Señor quiera. Eso nos ha permitido también participar más activamente en la parroquia y así nuestros hijos pueden servir de esa manera al Señor. Ellos saben tocar la guitarra y aprovechamos para participar en el coro, han acolitado en la Misa… Si queremos seguir al Señor, tenemos que hacer las cosas para el Señor, ¿no? 

Y en el grupo de familias la bendición es tener un espacio donde reunirse con otras familias. Estamos iniciando todavía, pero es una bendición muy grande. Nuestros hijos también se ven implicados en ella y en algunas oportunidades nos han apoyado con la catequesis. Se animan y lo vemos como una Gracia del Señor especial, pues el servir alienta también en sus vidas ya que para servir hay que entregarle un poquito a Dios y orar, hablar con Él. 

Últimamente algo que nos está ayudando y acercando al Señor es poder reunirnos por la noche. Un día determinado de la semana le toca a un miembro de la familia. Rezamos una decena del rosario pero también nos pedimos perdón por lo que hemos pasado en el día. En pedirse perdón o aclarar algo podemos comprender que el corazón de un adolescente es muy frágil pese a la coraza que se ponen. El sentir un abrazo, una palabra de perdón es muy sanador y une. Y eso para mí es el mayor regalo, porque eso acrecienta mi amor hacia los hijos y hace verlos de otra manera. Siendo humanos pedimos al Señor que nos dé luz y no queremos separarnos de Él. Queremos que esté en nuestras vidas. 

EMILIO: el que se encarga de llevar la oración ese día, lleva la bendición de la mesa, lleva el Ángelus y, al final del día, esta oración en que nos pedimos perdón y damos gracias a Dios por el día. 

ROMY: para quien lea esto, compartirles que es importante que en su oración incluyan la oración por las familias. La necesitan y es donde más el enemigo ataca. Y es donde más se necesita porque es el inicio de un crecimiento en la fe: vivir en la familia con la sencillez de poder hablar de Jesús como si hablaras de algo muy cotidiano, es lo mejor. Es tenerle presente a Él en todo momento.