26 junio 2019

El corazón del voluntario (y del cristiano) a imagen del Corazón de Cristo (2ª parte)

Continuamos con nuestro particular "triduo" camino a los actos centrales de la renovación de la Consagración de España al Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles (Getafe, Madrid)

"Llegó el día de los Ázimos, en el que se había de sacrificar el cordero de Pascua; y envió a Pedro y a Juan, diciendo: "Id y prepararnos la Pascua para que la comamos". Ellos le dijeron: "¿Dónde quieres que la preparemos?". Les dijo: "Cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre, y diréis al dueño de la casa: "El Maestro te dice: ¿dónde está la sala donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?". Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta; haced allí los preparativos". Fueron y lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua." (Lucas 22, 7-13)

El Señor ha soñado con cada uno de los voluntarios para este momento concreto. Ya hace 100 años estaba pensando: ¿a quién elegiré para la renovación de esta Consagración? Y ahí estábamos cada uno de nosotros, elegidos y enviados con nuestro nombre concreto, como Pedro y Juan fueron enviados.

Y su envío es claro: "Id a prepararnos la Pascua". La Pascua, el paso del Señor. El Señor quiere pasar y hacerse de nuevo el encontradizo con su pueblo en el marco de una Pascua cristiana, es decir, la eucaristía.

Y nos dice el lugar concreto para este encuentro: en el piso superior. El Cerro de los Ángeles es ese piso superior, es el lugar elevado del encuentro con el Corazón de Cristo. Es un lugar ya dispuesto "tal y como les había dicho", únicamente hay que hacer los preparativos: engalanar el lugar para la gran fiesta del encuentro del Corazón de Jesús con sus amados hijos.

Y, al mismo tiempo, nosotros estamos a la puerta de este Corazón, enseñando la "sala grande", el lugar del encuentro. Invitando a entrar en él, siendo las manos del Corazón de Jesús que levantan y acarician, su mirada que acoge, su sonrisa que suaviza, sus oídos prestos a la escucha, su corazón presto a la Misericordia y a la compasión...

Pero sólo somos "lugar de paso". Los peregrinos tienen que entrar más adentro, encontrarse con Él, no quedarse en nosotros. Que cuando recuerden este día siempre piensen en el Corazón de Jesús y en el gran día de fiesta que vivieron. Ojalá no recuerden ningún gesto ni palabra que no vaya acorde ni sea digno de Él...

El gran día se acerca. Dejemos que cada uno de nuestros actos, palabras, gestos... sirva para reparar su Corazón de todas aquellas ocasiones donde no le hemos amado. Dejemos que el Espíritu Santo siga modelando nuestro corazón a imagen del de Cristo...