24 febrero 2019

Qué significa la señal de la cruz en frente, labios y corazón

Os comparto un artículo que me han pedido como colaboración en la página Misioneros Digitales Católicos (https://misionerosdigitales.com/)

¿Qué significa la señal de la cruz sobre frente, labios y corazón 
que se hace en la Eucaristía antes del Evangelio?

Los cristianos hacemos con frecuencia la señal de la cruz sobre nuestras personas o nos la hacen otros ministros, como en el caso de los sacramentos o en las bendiciones. La señal de la cruz es una confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia, de posesión. Al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: estoy bautizado, pertenezco a Cristo, él es mi Salvador, la cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana.

Durante las Eucaristías realizamos la señal de la cruz sobre nosotros en tres momentos:

1.    Al comienzo de la celebración: nos santiguamos, es decir, hacemos una gran cruz desde la frente al pecho y desde el hombro izquierdo al derecho cuando el celebrante dice: “En el nombre del Padre (tocar la frente), del Hijo (tocar el pecho) y del Espíritu (tocar el hombro izquierdo) Santo (tocar el hombro derecho)”.
2.    Antes de la lectura del Evangelio: nos signamos, realizamos una triple cruz pequeña en la frente, en la boca y el pecho, al oír las palabras: “Lectura del Santo Evangelio...”. El sacerdote o diácono que va a proclamar la Palabra también hace la señal de la cruz sobre el Evangelio y después se signa él. 
3.   Al finalizar la celebración, cuando el celebrante nos da la bendición, inclinamos suavemente la cabeza y nos santiguamos de nuevo, como al comienzo (también hay que inclinarse para recibir la bendición cuando el obispo la da con el evangeliario, libro que contiene únicamente las lecturas de los 4 Evangelios, en los días solemnes tras su lectura por un diácono o sacerdote concelebrante)

El signarnos antes de la escucha del Evangelio es una fuerte llamada que la Iglesia nos quiere hacer para subrayar la gran importancia que se le debe dar. “Somos llamados a ser un “Evangelio ilustrado”, “el quinto Evangelio”, no escrito con tinta, sino con nuestra propia vida. Acojamos con la mente, anunciemos con los labios, conservemos en el corazón, el tesoro de la Palabra y, a lo largo de este camino, confiémonos al Señor para ser reflejo de la verdadera luz en medio de las tinieblas del mundo de hoy” (Padre Antonio, monje en el Monasterio de San Benito de Monte Subiaco - Italia)

Es un acto hermoso con profundas raíces bíblicas. Por ejemplo, Dios explica al pueblo de Israel que recite una frase particular (“Escucha, Israel…”) de forma diaria, pero también que pongan esa frase “como una marca sobre tu frente” (Deuteronomio 6, 4ss). En segundo lugar, la oración evoca a cuando el profeta Isaías recibió una visión en la que un ángel purificó sus labios con carbón ardiendo (cfr. Isaías 6). Por último, la oración hace referencia a las palabras de la Carta a los hebreos, donde el autor escribe: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4,12)

Por tanto, cuando hacemos este gesto en Misa, es verdaderamente una oración profunda que nos abre a las palabras de Jesucristo. Cada vez que escuchamos el Evangelio, Jesús llama a las puertas de nuestro corazón, esperando a poder entrar. 

Solamente tenemos que abrirle la puerta y permitir que su Palabra, llena de Amor por nosotros, transforme nuestra mente para tener los pensamientos de Cristo y mirar a los demás con su misma mirada; 

que llene nuestros labios de Espíritu Santo, para que siempre digamos palabras llenas de amor, ternura y consuelo, nunca de juicio y maldad, y para que proclamemos al mundo entero las maravillas de Dios; 

y que su mismo Corazón se haga carne en el nuestro, para que tengamos sus mismos sentimientos, que amemos como Él nos ama y ama a todos, que seamos otros Jesús en este mundo y construyamos, junto con Él, su Reino de Amor.


Canción: Tu Palabra es mi delicia
Autor: Jésed (Letra: Andrés Degollado. Música: Hugo Oviedo)
https://youtu.be/Hx76XBS9hWg


18 febrero 2019

Rostros de luz

Hace unos días me encontré por casualidad con una vieja amiga. Una amiga de esas de peregrinaciones diocesanas y risas compartidas. Yo andaba por una parte de Madrid por la que no suelo ir y ella estaba allí trabajando en un centro comercial.

Me encantó el encuentro. Y sobre todo lo que compartí con ella. Su trabajo es cara al público y no parece muy fácil. Sin embargo, no perdía la sonrisa y la amabilidad en ningún momento. 

Hablamos de ello y me dijo que otras personas le habían comentado lo mismo. Incluso un sacerdote que solía pasar por allí una vez le preguntó si era cristiana, pues con su sonrisa "tenía algo distinto, pues mostraba un rostro de luz".

Cuando volvía hacia mi casa pensaba en ello y daba muchas gracias por el regalo de estos "santos de la puerta de al lado" (cfr. Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Gaudete et exultate, que puedes leer entera aquí: GAUDETE ET EXSULTATE). Son los rostros visibles del inmenso regalo de la fe y fruto de los dones del Espíritu Santo que recibimos en nuestro Bautismo.

Y me llevó a otro recuerdo, esta vez más cercano: en Navidad tuve ocasión de acercarme a la parroquia donde fui bautizada. Hacía algún tiempo que no iba y me sorprendió ver que habían hecho obras, arreglándola. Empujé la puerta del templo, observando los cambios realizados en la entrada. Y al mirar hacia dentro, con la iglesia en penumbras y el corazón dando gracias por el regalo del Bautismo que allí recibí, mi mirada se quedó clavada en lo que unos focos de luz querían destacar: el imponente Cristo crucificado del presbiterio y una hermosa frase. 

 ERES UN REGALO PARA MÍ

Sí, eso es lo que dijo el Padre sobre nosotros el día de nuestro Bautismo: "Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado (Cristo y tú y yo, hijos amados en Él), en quien me complazco" (Mateo 3, 17)

Es la frase que latía en el Corazón de Cristo cuando daba la vida por nosotros en la cruz, sin mirar nada más que el inmenso Amor que nos tiene y su anhelo por compartir la vida eterna con Él.

Es la frase que dice el Espíritu en nosotros cada vez que dejamos que el regalo del Bautismo se manifieste y somos testigos de su Amor derramado, viviendo como otros Cristos en medio del mundo.

Soy un regalo para Dios. Eres un regalo para Dios. Somos un regalo para Dios. Mi amiga lo es para todos los que diariamente se cruzan con ella, por ser reflejo de todo lo recibido por Él en su vida a través de la fe. Su rostro de luz es reflejo del rostro de Dios. 

"Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo. Y este es el mensaje que hemos oídos de él y que os anunciamos: Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado" (1 Juan 1, 3-7)

Seamos testigos. Seamos luz.


Canción: Hija de Dios
Autora: Verónica Sanfilippo
https://youtu.be/Gje5M8wbctI




10 febrero 2019

Globo, sé lo que eres

Esta mañana caminaba hacia la parroquia y me encontré con esto:


Justo ayer había leído de pasada una denuncia donde se hablaba de lo malos que son los globos para el medio ambiente. En especial para los animales marinos, pues al caer al agua se creen que son comida y se los tragan. Tal vez por eso, al ver el globo me he fijado más en él y, al seguir mi camino, se me ocurrió una reflexión que ahora traigo a este blog.

Por un instante pensé en su historia. Me pregunté quién sería el dueño de ese globo que no había acabado en el mar, sino enganchado a una valla de mi ciudad. Posiblemente un niño. Es Domingo, así que tal vez era fruto de un paseo familiar la tarde anterior. O de un cumpleaños, o de una fiesta en un establecimiento de comidas cercano...

Pasé a algo un poco más profundo: cómo estaba ese globo. Aún conservaba algo del aire interior que les hace levantarse hacia lo alto, pero en la parte baja había comenzado a deshincharse. Tal vez estaba pinchado, tal vez por donde el hilo lo ata se había desaflojado y se escapaba el aire... Fuera como fuera, la parte más visible se veía inflada y la parte posterior, más oculta, desinflada. 

Y en seguida me fui a lo espiritual, típico en mí. Instantáneamente pensé en cuántas veces somos así ante los demás. O cuántas veces se nos presentan así las personas. En su cara más visible, nos dan una imagen "hinchada", buena, atrayente. Pero por detrás, en lo más oculto, están "desinchados", "desinflados", heridos, tristes, sin rumbo; necesitados de una palabra de aliento, consuelo, esperanza, luz...

Y sentí la invitación del Señor a no quedarme en las apariencias. A ir siempre más allá. A no juzgar cuando otra persona me muestre un rostro "desinflado", o una palabra fuera de tono, o un gesto que me cueste entender porque parezca que "no viene a cuento". ¿Quién soy yo para juzgar, si no conozco el "aire" que le pueda faltar detrás? 

Al volver de la parroquia, se había levantado un fuerte viento. Y me encontré de nuevo el globo. Esta vez, alguien lo había atado a la papelera junto a la valla donde yo lo había visto anteriormente. Y el viento lo hacía "volar":


Sí, este globo ha sido creado para volar alto, bien alto. Como nosotros, hijos de Dios: también estamos llamados, hemos sido creados para volar alto, muy alto, con las alas del Espíritu Santo. Pero a veces nos dejamos enganchar por un frágil hilo que nos esclaviza, nos inmoviliza, nos hace olvidar para qué estamos hechos y nos sumerge en tristezas, desesperanzas, envidias, iras, agobios, desconciertos... Al final nos desinfla...

Sólo Cristo puede liberarnos de nuestras ataduras y cadenas. Sólo Él puede llenar nuestras almas y que sean colmadas de amor, alegría, paz, fortaleza, esperanza... libertad... de todo aquello que suspiramos y anhelamos, porque hemos sido creados para gozar de ello ya aquí y por toda la eternidad.

Entre globo y globo yo encontré el lugar de encuentro con este Dios nuestro que nos hace plenos: la adoración, la Eucaristía comunitaria, el encuentro con los hermanos, el perdón en la confesión... la confianza de poner mi vida, una y otra vez, en sus manos, incluso en aquello que no entiendo o que me hace sufrir. 

Y a ti, ¿cuáles son los "hilos" que te esclavizan, que te impiden volar, y que necesitas dejar a los pies del Señor, entregar a su Misericordia?

El viento sigue soplando: el de la calle y el del Espíritu. Déjate arrastrar, pequeño "globo" de Dios. Levanta las alas de tu corazón y echa a volar. Sé lo que eres, aquello para lo que has sido creado.

¡Vuelta alto, con las alas del Espíritu Santo!

Canción: Llena mi vida
Autor: Yohan Rosario