21 julio 2021

No hay amor más grande que dar la vida

Sucedió en Shanghái en 1934. El abogado Lo Pa Hong, cristiano ferviente y padre de nueve hijos vuelve a su casa. Es casi de noche. Ve a un chino acostado en el suelo. ¿Borracho? iNo! El pobre hombre se desplomó agotado, abandonado. Lo Pa Hong llama a un culí para trasladarlo al hospital más próximo. ¡Allí, rechazo! Después de eso, el culí deja su carga y desaparece. Entonces el buen samaritano carga al enfermo sobre sus hombros y lo lleva a su casa. Allí, lo cuidará y lo sanará.

Esa noche, Lo Pa Hong no podrá dormir. Un pensamiento le obsesiona. ¡Si pudiera construir un hospital de unas cuarenta camas, algunos pobres enfermos podrían sanar! Conoce un cementerio abandonado que actualmente sirve para depurar aguas residuales. Es allí donde, a la caída la noche, las mujeres sin corazón dejan sus bebés, que, tras la noche, serán despedazados y devorados por los perros. Entonces compra el terreno. El consejo municipal se muestra generoso cediéndole las piedras de un muro de ciudad. Apenas Lo Pa Hong comenzó las primeras construcciones debe interrumpir las obras por falta de dinero. No quedan más que 80$. ¿Qué hacer? Compra una estatua de san José y la coloca en el medio del terreno. Luego se dirige al gran santo: “Querido san José, si quieres que allí se levante una casa de caridad y misericordia, ¡ayúdame, no tengo nada más!”.

Y se pone a pedir. ¿Encontrará manos y corazones abiertos?... ¡Ciertamente se diría que san José le acompaña! Lo Pa Hong recibe tanto dinero que puede acabar su primera construcción. ¡Más aún! Construye otros dieciséis grandes edificios, entre ellos varios hospitales, un orfanato para niños abandonados, un hogar para albergar a las mujeres perdidas, un centro para ciegos, otro para inválidos, una escuela profesional para jovencitas, una escuela de artes y oficios. Luego treinta y tres iglesias o capillas para la región. Todo esto se transformó en una pequeña ciudad, obra de Cáritas... En cinco meses, Lo Pa Hong bautizó doscientas personas, entre ellas algunos condenados a muerte, bautizados justo antes de la ejecución.

Lo Pa Hong habló, pidió, rezó y se sacrificó hasta el 30 de diciembre de 1937. A los 64 años, murió mártir de la caridad. Dos hombres a sueldo le asesinaron.

¡Un santo de nuestro tiempo! San José le permitió realizar una obra de caridad sin igual. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos (Jn 15, 13).

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)