17 marzo 2021

Tentación de san José

«José, su esposo, como era justo y no quería denunciar a María, se propuso dejarla en secreto. Con toda razón José no quiso acusarla, puesto que era justo. En efecto, no habría sido justo si hubiera disimulado el adulterio. Así mismo, ¿podría ser justo condenando a aquella cuya inocencia conocía? Siendo pues justo y no queriendo exponer a María al oprobio, prefirió abandonarla en secreto.

¿Por qué quiso dejarla? Escuchad esto, que no es mi pensamiento, sino el de los Padres. La razón por la cual José quiso separarse de María es la que alegaba el mismo san Pedro para alejar de él al Señor: “Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador”, así como también el centurión para alejarlo de su casa: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”. Lo mismo ocurría con san José quien, juzgándose él también indigno y pecador, se decía en su fuero íntimo: “Ella es tan perfecta y tan grande que no merezco que me conceda por más tiempo compartir su intimidad; su dignidad admirable me supera y me atemoriza”. Con temor religioso, percibía que ella llevaba la señal muy nítida de la presencia divina y, como no podía penetrar el misterio, prefería abandonarla. El miedo se apoderó de Pedro ante la grandeza del poder, el miedo se apoderó del centurión ante la majestad de la presencia. Un temor muy natural se apodera de José, como de todo hombre, ante el carácter inaudito de ese milagro extraordinario, ante la profundidad del misterio: y he aquí por qué quiso dejarla en secreto.

¿Puede uno sorprenderse de que José se considerara indigno de vivir en comunidad con la Santísima Virgen, cuando se nos dice que la misma santa Isabel no pudo permanecer en su presencia sino con temblor y respeto? He aquí sus palabras: “¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a mi casa?”. He ahí por qué san José quiso abandonarla. Pero ¿por qué en secreto y no a la luz del día? Para evitar toda averiguación sobre el motivo de la separación y eludir la obligación de rendir cuenta. Si él hubiera expresado su sentir y la prueba que tenía de la pureza de María, los judíos ¿no hubieran ido al instante a zaherirlo y apedrear a María? Esos judíos, ¿cómo hubieran creído en la Verdad aún silenciosa en el seno maternal, siendo así que más tarde despreciaron sus clamores en el templo? ¿Qué habrían hecho a Cristo aún invisible, ellos que después pondrían sobre él sus manos sacrílegas cuando brillaba por la grandiosidad de sus milagros? Es, pues, con mucha razón que José, el hombre justo, para no verse obligado a mentir o a exponer al vituperio a una inocente, quiso separarse de Nuestra Señora en secreto» (San Bernardo)

Tengamos gran confianza en la bondad paternal de san José y pidámosle su profunda humildad y buen discernimiento.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)