13 febrero 2020

La hora de los laicos

Hace unos días hablaba con un amigo sobre su parroquia. Me contaba algunas dificultades, algunas ilusiones... 

En especial me habló, con dolor, de su párroco que, por un tema de salud, no termina de encontrarse al 100% aunque intenta disimularlo. Y esta situación le ha cambiado el carácter. Sus parroquianos se han dado cuenta y, para dolor de mi corazón, escuchaba las murmuraciones a las que mi amigo hacía frente casi todos los días hablando del párroco.

Reconozco que, aunque el Señor va trabajando mi carácter, muchas veces me puede el genio (me arrepiento al instante). Sobre todo con cosas como estas. 

Me pregunto a qué estamos esperando los laicos para hacer realidad el llamamiento que nos hizo nuestra Madre Iglesia en el Concilio Vaticano II. Se nos llena la boca diciendo que es la hora de los laicos, que por qué los curas son tan clericales y acaparan todo el "poder" y a los laicos no se les deja... y tontunas (con perdón de la expresión) semejantes. 

Me refiero, evidentemente, a lo último, porque sí que es la hora de los laicos. Pero no es la hora de criticar, sino de tomar las riendas seriamente. Y tampoco es la hora de tomar estas riendas únicamente buscando ese supuesto "poder", sino en la responsabilidad profunda que tenemos nosotros también como Iglesia. 

Y le preguntaba a mi amigo: ante lo que les escuchas decir, ¿les preguntas si oran por su párroco? ¿Oran por sus sacerdotes? ¿Se ofrecen y sacrifican por ellos? ¿Piden por sus necesidades e intenciones? ¿Piden por las necesidades de la parroquia y sus feligreses, que son sus hermanos en Cristo? ¿Tienen ratos de oración largos en comunidad donde se rece especialmente por la parroquia y todos sus miembros? Pues... ¿a qué están esperando? 

¿Se ofrecen o se "ponen a tiro" por si hay que necesitarles para algún servicio? ¿Lo realizan con humildad, agradecimiento, en equipo y sencillez, o buscando que les vean y por vanagloria? ¿O seguimos tirando del cura para todo? Porque es muy fácil criticar y que se nos llene la boca de cosas, pero cuando toca remangarse y limpiar el barro que se nos pueda haber ido colando en casa... 

Aún no he tenido oportunidad de leer el último documento del Papa Francisco sobre la Amazonía, pero por algún comentario que he oído creo que va en esta línea. Porque no, no es cuestión de que los curas se casen o las mujeres seamos ordenadas. Que no. Que es cuestión de asumir con profundidad y responsabilidad el maravilloso puesto que el Señor nos ha asignado (vocación) a cada uno en el seno de la Iglesia. Saberse parte de ella, amarla en sus fragilidades, entregarse por ella como Cristo lo hizo (porque somos cristianos, ¿no?, por el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes como Él, así que hay que vivir como Él), y luchar cada día para que nuestra Madre muestre a través de nosotros su mejor rostro. Es decir, ser santos... en el hermoso lugar que se nos ha asignado, estando siempre Cristo en el medio.

"Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, del que no les es lícito desertar" 
(de la Carta a Diogneto)

Tal vez esta es una buena ocasión para releer esta hermosa carta, rezar con ella, asumirla en nuestras vidas. Porque somos parte de este cuerpo, que es la Iglesia. Somos miembros, ¡miembros!, no vivamos como si lo que ocurre en ella no fuera con nosotros. 

Aquí os dejo el enlace por si queréis leerla: http://www.vatican.va/spirit/documents/spirit_20010522_diogneto_sp.html

Que nuestra vida, con toda su pobreza, dé siempre Gloria al Señor. 

Canción: Háganlo todo
Autor: Jonatan Narváez
Intérprete: Athenas