20 octubre 2021

San José devolvió la alegría a un hogar

Una familia de Lyon tenía un hijo que parecía iba a ser su corona a los ojos de los hombres y a los ojos de Dios. Ese joven piadoso se sintió llamado a dejar el mundo y a consagrarse al Señor en la vida religiosa. Contrariados por esta determinación, sus padres se arrojaron a su cuello, derramaron tantas lágrimas y le pusieron tantos reparos que lograron debilitar su resolución; obtuvieron al menos una demora.

Ellos lo lanzaron entonces al mundo para modificar sus gustos y el joven se dejó caer en la trampa demasiado fácilmente. Pronto despreció sus prácticas de piedad, se alejó de los sacramentos y se entregó a todos los desórdenes.

Para escapar a la vergüenza de los escándalos y a los reproches de sus padres, se alejó de su tierra y se alistó en el ejército. Su padre y su madre estaban desolados, abrumados por los remordimientos y la pena; casi no se animaban a dirigirse a Dios, después de haberle arrebatado su hijo para entregarlo al demonio. Pensaron en dirigirse a san José para obtener a la vez su perdón y la conversión de su hijo.

Comenzaron entonces una novena con varias personas piadosas y rogaron con el fervor más intenso.

Apenas llevaban unos días rezando, cuando el pródigo llamó a la puerta de la casa paterna y se arrojó humillado y llorando a los pies de sus padres. Estaba completamente cambiado. El padre y la madre estallaron en sollozos y abrazaron y perdonaron a este hijo ingrato, que de nuevo quería vivir como verdadero cristiano, y la alegría volvió con él al hogar. Se lo debían a san José y le rindieron solemnes acciones de gracias.

Aprendamos con este ejemplo qué importante es escuchar la voz de Dios y responder a la gracia de nuestra vocación. Dirijámonos a san José, él nos dará la fuerza para vencer todas las aversiones de la naturaleza.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)