30 enero 2022

Y tú, ¿por qué no? Él te está esperando (2ª parte)

 Testimonios de adoradoras de la capilla de adoración perpetua de Alcorcón

«Si me preguntas por qué voy a adorar al Señor, te diré que porque quiero ir al cielo. Y para eso tengo que cuidar mi mayor tesoro, que es el alma. El alma tiene que llenarse de luz, de luz de Dios para un día estar con Jesús, nuestro verdadero Amor eterno.

Ahora, cuando voy a la capilla, ya estoy ante Él, cara a cara. Y, como dice en el evangelio, “salía de Él una fuerza” (Lc 6, 19) que te cura. Y por eso voy, para que me cure, para que me sane heridas, preocupaciones, inquietud, angustias, tristezas… y estar con Él. Y al estar con Él todo se pone en su sitio. Todo pasa en esta vida del hombre. Esta vida del hombre es muy limitada y el tiempo humano se agota. La adoración al Señor es comprender quién es Él y quiénes somos nosotros: sus criaturas pequeñas, muy miserables. Si no adoras a Dios te adoras a ti mismo. 

Estar con Dios es estar con el que todo lo puede. Es estar con el vencedor. Es no tener miedo de nada. Estando con Él, pasando largos ratos con el Señor, entiendes que si crees en Él tienes que confiar en Él. Y confiar en Él es amarle. Y el amor solo nace de la confianza y encuentras la felicidad, esa felicidad que el hombre busca y que solo está en Dios, aunque plena solo estará en el cielo.

El Señor te va quitando esas caretas que el ser humano se va poniendo en esta vida. Te hace ser libre, porque sabes que solo a Él tienes que rendir cuentas, que solo le perteneces a Él, que no somos posesión de nadie. Te enseña a vivir el momento presente, el momento en el que respiras y lo notas, sin mirar el pasado ni el mañana. Todo está en sus manos. Todo lo sabe, todo lo puede. Nosotros no sabemos.

Nos ama sin medida. En la adoración no es lo que uno hace, es lo que Él hace: estar en el cielo y ahí solo cabe la alegría. Así confío en Él, tengo que pedir con alegría, con confianza. Con una confianza que sé que lleva un tiempo de espera para que me dé aquello que yo anhelo y que es bueno para mí. Pero me enseña a esperar y a confiar.

Y, para ganar el cielo, hay que gastar la vida ganando la vida eterna. Hay que ser buenos, ser santos, y eso sin Dios es imposible. Solo con Él, en la adoración, adorándole luego en la santa misa, tiene uno fuerzas para combatir, luchar, para perdonar, volver a empezar, olvidar rencores, curar heridas… todo y así hasta el final.

A veces pienso, cuando voy a la capilla a rezar, que yo elijo el momento y la hora. Personalmente me gusta ir en la madrugada, pero un día será Él el que elija ese momento y esa hora en que me encuentre con Él cara a cara para siempre» (Paloma)

«Primeramente hay un encuentro con Jesús vivo. Este encuentro se da con una Persona viva. Vives una realidad, una relación, y eso hace que te enamores de Él. Y cuando te enamoras de una persona quieres estar con esa persona el mayor tiempo posible y hacer cosas que le puedan agradar.

Y entre esas cosas está el apuntarse cuando se va a inaugurar la capilla de adoración, donde se encuentra Dios vivo, mi Jesús, para estar una hora semanal con Él, creyendo que yo iba a hacer algo o iba a dar algo, cuando en el fondo la que recibía era yo.

Es el ejemplo que se pone muchas veces: es como estar delante del sol. Aunque no tienes consciencia de que esté pasando algo, sí está pasando. Es el Sol el que penetra dentro de uno, todos sus dones, sus Gracias, y en el fondo recibimos más de lo que damos, su paz.

En mi caso es una necesidad creada, no puedo pasar sin ello. Es una sed que viene del Señor, que Él pone en mí, y que solo estando con Él, en la capilla de adoración, se apaga, se mitiga. Te apetece, quieres y necesitas estar con Él, y nada más. No tienes que hacer nada más. A veces rezas, otras lees, otras le cuentas las penas o necesidades, o le cuentas tus preocupaciones, alegrías; y otras, la mayoría, no dices nada y te callas, le adoras, le miras y le contemplas. Es un contacto directo, una relación directa con una persona. Y cuando quieres estar con una persona quedas con ella, estás con ella porque te produce alegría el encuentro.

Y es evidente que esa sed que tengo no viene de mí, sino que Él la pone en mi interior; y después Él te sacia y te apaga esa sed cuando estás con Él, y te va transformando por dentro. Y, aunque tú no lo notas, van cambiando muchas cosas y ya se te queda corto ir solamente una hora a la semana y necesitas más, pues es tan grande el gozo, la paz y la tranquilidad que recibes que, al igual que necesitas comer y beber a diario, también de esa manera necesitas ir a diario a estar con Él. Ya no basta con un ratito a la semana, sino que lo necesitas a diario».

Como compartía al inicio, a veces, cuando estoy ante Él y veo bancos vacíos, pienso en ti… Sí, en ti que me estás leyendo. Porque ese espacio del banco que ahora está vacío es el que Jesús te ha reservado, en el que te espera, en el que te anhela. ¿Le dirás que sí?

Te invito a acercarte un ratito a la capilla de Alcorcón. Y, ante Él, mirándoos cara a cara, Corazón a corazón, dejar que te susurre lo mucho que te ama y te necesita a su lado. Si aceptas su invitación, entra en esta página: https://www.adoracionalcorcon.com/ Me atrevo a asegurarte que acabarás descubriendo que Él te estaba esperando hace mucho tiempo… y que eres tú quien realmente le necesita…

En la pestaña “Apúntate”, bajo el formulario, verás los turnos que hay y en los que son precisos más adoradores.

Y tú, ¿por qué no ser uno de ellos? Él te está esperando. ¿Le dirás que sí?