11 agosto 2021

Consagración de Francia a san José

El 7 de junio de 1660, mientras Luis XIV está en la frontera de España para recibir a la infanta María Teresa, la nueva reina de Francia, un pastor, Gaspar Ricard d'Estienne, como hacía un día muy caluroso, se refugió con sus animales bajo la sombra de los árboles del Cerro del Bessillon en el corazón de la provincia de Var, en el municipio de Cotignac. Está muy sediento porque hace mucho tiempo que agotó el agua de su cantimplora. De pronto, un hombre de contextura imponente surgió delante de él y, señalando una roca, le dijo: «Yo soy José. Levanta esa roca y beberás ». Gaspar evalúa con la mirada el peso de la enorme roca y contesta sencillamente: «No podré, es demasiado pesada». Pero el misterioso visitante reitera su orden. Entonces el pastor se acerca y, con gran sorpresa, mueve la roca al primer intento. Nueva sorpresa: una fuente de agua viva comienza a fluir en el lugar. Gaspar se arroja sobre el agua que corre y bebe con avidez. Cuando se levanta para expresar su sorpresa y su gratitud, el hombre había desaparecido.

El pastor corre a anunciar la novedad al pueblo, donde, por supuesto, nadie quiere creerle. Pero, al fin, algunas personas se deciden a seguirlo hacia el lugar que todos saben que no tiene manantial. A su llegada, gritan de alegría porque el agua corre en abundancia, desde hace tres horas, y todos constatan que la roca que Gaspar movió tan fácilmente él solo, no se mueve si no la empujan ocho hombres juntos. Gaspar adquiere entonces conciencia de la fuerza que le fue dada por el cielo y exclama: «El que estaba ahí era san José; es él el que me dio la fuerza». Todos se arrodillan como él y dan gracias a san José. Posteriormente, las curaciones obtenidas por la aplicación del agua milagrosa atraen a las multitudes hacia el Cerro del Bessillon. El culto de san José, inexistente hasta entonces en la comarca, toma un impulso extraordinario, y se extiende rápidamente más allá de la Provenza.

Con los donativos que los peregrinos depositan al lado del manantial, o entregan a los habitantes de Cotignac, los concejales municipales deciden construir, con la aprobación del obispo de Fréjus, una capilla en ese lugar, en honor de san José.

Todos estos hechos no tardan en ser conocidos hasta en París, donde el nombre de Cotignac es muy famoso desde el tiempo del voto de Luis XIII. Entonces interviene el gesto piadoso de Luis XIV hacia san José. Probablemente sorprendido por la misteriosa coincidencia entre su entrada en Francia, de regreso de España, con la mujer con quien iba a casarse dos días después y la aparición de san José en Cotignac, el rey, que ya debía a Nuestra Señora de las Gracias su propia existencia, no podía sino acceder a la petición conjunta de su madre y de su futura esposa, de decretar que a partir de ese momento la fiesta de san José sería día festivo en el reino. Después, el 19 de marzo de 1661, el rey consagró Francia a san José, como su padre lo había hecho a María veintitrés años antes.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)