24 diciembre 2018

Invitación de Adviento - 4ª semana

Ya estoy en la entrada del portal.

Por un momento me pregunto cuál es mi lugar en el portal. Empiezo a analizarme y a analizar las circunstancias que me rodean. Viendo cómo está mi corazón y mi vida, me considero poco más que el hedor que a veces se siente, proveniente de los animales.

Si me miro bien, no encuentro en mí ninguna dignidad para penetrar más allá de donde me encuentro.

Pero escucho una voz en lo profundo de mi corazón. Una voz que me habla de Amor y Misericordia, que me ama en lo profundo de lo que soy, y tal y como soy y estoy. Y que me invita a entrar más allá, a ir más allá de mis límites y mis pobrezas...

Ha llegado el momento de dejar de hacer preguntas. Ha llegado el momento de dejar de analizar y comparar. 

Ha llegado el momendo de hacer silencio. De postrar mi corazón ante este Dios que encuentro, Amante silencioso, envuelto en pañales y recostado en un pesebre. 

Sí, ha llegado el momendo de adorar, de amar, de estar. Que la música y el canto que brotan de mi corazón sean sólo para Él.

Sí, es el momento de estar sencillamente en intimidad con Él, dejándome amar por este Dios que me ama tanto que se ha hecho Niño por mí.

Y entro... Y me dejo agarrar por el Emmanuel, Dios con nosotros. En el silencio de su Amor, no hace falta hablar. Sé que Él nunca me soltará. Y yo no me quiero soltar..

"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su Misericordia" (Salmo 118, 1)

Canción: Silencio de Amor
Autor: Kiki Troia
https://youtu.be/BUH7pfnGfIQ



17 diciembre 2018

Invitación de Adviento - 3ª semana

Voy camino de Belén. Atrás he dejado el mundo limitado que conozco y me abro, con incertidumbre pero con una enorme expectación, a lo que está por delante.

Sigo escuchando coros de ángeles que cantan la Gloria de Dios. Pero más fuerte aún es el latido de mi corazón. El mensaje decía que encontraría un niño. Un niño... Envuelto en pañales y recostado en un pesebre (cfr. Lucas 2, 12)

¿El Salvador del mundo, Dios con nosotros... en un pesebre? Este Dios que creí conocer se me revela de un modo totalmente distinto, completamente inesperado. Voy andando deprisa y pensando que, tal vez, es el momento de dejar caer en este camino que recorro esos viejos esquemas que llevo conmigo demasiado tiempo.

¿Y si me dejo sorprender? ¿Y si me dejo alcanzar por la novedad de este Dios-Amor que viene a mí y se me quiere revelar de un modo nuevo, que me quiere llevar a una vida nueva?

Ya estoy muy cerca de la ciudad. No sé muy bien cómo, pero mis compañeros y yo sabemos a dónde debemos dirigirnos. Alguien, en lo profundo de nuestro corazón, nos va guiando con una certeza sin igual.

Nos vamos acercando al lugar. Y hay gente. En medio de la oscuridad, con una ligera claridad al fondo, se ven sombras variadas de personas. Y también de algunos animales. Me adentro entre ellas. Y miro sus rostros. No sé por qué, pero estoy seguro de que mi rostro refleja lo que veo en los suyos. No son desconocidos, somos una familia. Les siento hermanos míos, hijos de un mismo Padre... y hermanos... Hermanos... ¿en quién? De nuevo esta certeza en el interior de algo que aún desconozco.

Y de mi corazón brota una canción de amor. Dejo que fluya, porque es una oración que sale de lo profundo de mis entrañas...


Canción: Darme
Autor: Pablo Martínez (interpretada con Maru Galassi)



11 diciembre 2018

Invitación de Adviento - 2ª semana

Ya estamos en la segunda semana de Adviento. En la primera semana escuchamos en nuestro corazón la invitación para acercarnos al portal. Hoy os invito a sentiros como uno de esos pastores que cuidaban los rebaños en las afueras de las ciudades. 


Me encuentro a la intemperie. Pasando la noche junto con el rebaño. Estoy en las periferias, allí donde sólo están los que son como yo. Tengo un trabajo que pocos quieren, porque implica ser y sentirme excluido de la sociedad al no poder seguir los cultos religiosos en la sinagoga. Al no poder cumplir todas las indicaciones para lo que algunos consideran una "vida digna". A los ojos de muchos he sido rebajado, menospreciado, excluido de sus corazones.

La noche es fría. Me cubro con la manta, intentando tapar todos los huecos que pueda haber para que no entre el relente de la noche. Miro a lo alto y veo un cielo limpio y lleno de estrellas. Tal vez pienso en mi familia, que está lejos, física o emocionalmente. O en mis amigos, los que están y los que estuvieron. O en aquellas situaciones que he vivido y que se me han escapado entre las manos. Algunas me sacarán una sonrisa, otras me harán sentirme triste.

Aunque tengo algunos compañeros, en el fondo me siento solo. En las periferias de Belén. Es una soledad que ya he experimentado no puede llenar ninguna compañía. Es un hambre profunda de algo más.

Sé que, aunque a veces crea estar solo y desamparado, nunca estoy solo. El Padre está conmigo (cfr. Juan 16, 32). Me entere o no me entere, Él está. Sólo tengo que cerrar por un instante los ojos y sentir su abrazo de Amor y Misericordia. Y lo hago en esta noche. Quiero dejarme abrazar por Aquel que llena con su Presencia la inmensidad de este Cielo lleno de estrellas. Necesito dejarme abrazar por Él en lo más profundo.

Y algo ocurre. Una dulce melodía que me habla de una gran alegría. Una gran alegría para mí, para mis compañeros, para todo el pueblo.

Con asombro y cierto temor abro los ojos y me encuentro con un ser celestial, de esos de los que alguna vez he oído hablar en la sinagoga. Tan radiante, tan lleno de belleza. Pero no, no es el ángel, es la Gloria del Señor que me envuelve con su luz y su belleza. Y siento a mi Dios más cerca aún, un Dios que me invita a dar un paso más. Un paso en fe: "No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre" (Lucas 2, 10-12)

Un niño... ¡un niño! ¡El Salvador, Cristo el Señor se ha hecho niño y viene a mi encuentro! Y soy un invitado especial, que recibe el anuncio allí donde me encuentro, tal y como me encuentro. En mi pobreza, en mis periferias, en mi sentirme totalmente indigno por algo tan grande...

Y ahora, ¿qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer...? Sólo encuentro una respuesta: dejar que este gozo me invada, que esta gran alegría me levante de esta postración en la que estoy y me lleve con prisa, ¡a toda prisa!, a encontrarme con ese niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. No puedo hacer otra cosa...

Y corro, corro, mientras sigo escuchado cantar cantos celestiales que me hablan de la Gloria de Dios. Pero eso ya no me atemoriza, incluso ya no me importa igual, pues me he sentido abrazado en lo más profundo de mis entrañas por este Dios que me ama con locura y que me invita a algo más. Que me invita a ir más allá...


Canción: Donde quiera que te encuentres
Autora: Ester Hernández




03 diciembre 2018

Invitación de Adviento - 1ª semana

Y de repente... estamos en diciembre y hemos comenzado el Adviento. No me he dado ni cuenta de cómo hemos llegado ya a esta fecha, la vida vuela... Y, sin querer, al principio me vino el pensamiento: "un año más, ¿lo aprovecharé esta vez?". Pero no es "un año más". Es "el" año, "el" Adviento. Un Adviento muy especial, porque Cristo quiere cambiar nuestro corazón. El tuyo y el mío.

Y viene acompañado por una invitación también muy especial. ¿A qué? A acudir al portal de Belén, con ese corazón cambiado. Porque necesitamos encontrar nuestro lugar en medio de la historia de la Salvación de Dios que se hace Hombre y es reclinado en un humilde pesebre. Soy parte también de esta historia de Amor de Dios con la humanidad. ¿Qué estoy dispuesto a ofrecer a Dios en este Adviento? ¿Tal vez mi corazón, para que lata el suyo en medio de los hombres?

Hay muchas llamadas, muchos medios por los cuales Él nos invita a Belén.

¿Por quién o a través de qué soy llamado e invitado a ir a Belén? Por la estrella de oriente, por los ángeles, por los oráculos y profecías, por los pastores, por San José... 

¿Cuál es mi lugar en el portal? Un simple espectador, un invitado especial, alguien que invita a otros... soy un pastor, una oveja, las pajas que acogen a Jesús, la Virgen que le observa asombrada guardando todo en el silencio de su corazón...

Dios me invita a descubrir su llamada. A dejarme sorprender este año de un modo especial y a encontrar mi lugar en el portal. Y ante esta propuesta suya de abrirle el corazón para que lo transforme, sólo cabe una respuesta: "fiat". "Hágase".

Es esta una palabra muy especial. Se ha pronunciado cuatro veces a lo largo de la historia de la humanidad. Cuatro "fiat" con unas consecuencias impresionantes:

1. El fiat de Dios Padre, por medio del cual surgió todo lo creado. También lo pronunció sobre mi vida y vine a este mundo. No soy fruto del azar ni estoy lanzado al vacío del espacio: soy querido, soy anhelado, soy llamado a la vida por el "hágase" de Dios.

2. El fiat de la Virgen María en el hogar de Nazaret al ángel Gabriel, que llevó sus palabras en respuesta a la invitación amorosa de Dios. Y la consecuencia fue la Encarnación, el Hijo de Dios hecho Hombre en medio de nosotros por nuestra Salvación.

3. El fiat del Hijo de Dios, en Getsemaní, al comienzo de su Pasión. Un "hágase" que desencadenó la Redención de toda la humanidad. Y la tuya y la mía.

4. Y el 4º fiat... el que el Señor espera en mi vida. Para renovar todo mi existir, para cambiar mi corazón. Y con unas consecuencias también impresionantes, pues por medio de mi "hágase" Dios se sigue haciendo presente en medio del mundo. Y sin mí, sin mi , ya no es lo mismo.

Dios me invita a dejarme hacer estas cuatro semanas para acudir al portal con un corazón nuevo. Y sé, en lo profundo, que me lo juego todo. Aunque aún no sepa qué viene después, aunque puede que no entienda nada, aunque aún no sepa cuál es mi lugar en el portal, ¿le diré, por fin, fiat?


¿Le dirás fiat?

Canción: Así sea
Autor: Pablo Martínez
https://youtu.be/-fQ2ehwPb0g