03 febrero 2021

San José, nuestro modelo en la prueba

Hoy aprendemos sobre san José de la mano de San Francisco de Sales:

«Aunque todos los Justos sean justos e iguales en justicia*, sin embargo hay una gran desproporción entre los actos particulares de su justicia [...].

Los santos sobresalieron tanto, unos en una virtud, otros en otra, que todos se salvaron: sin embargo, ellos lo son de una manera muy distinta, habiendo tantas santidades diferentes cuantos santos existen.

¡Oh! ¡Qué santo es el glorioso san José! Él no es solamente Patriarca, sino Príncipe de todos los Patriarcas; él no es simplemente Confesor, sino más que confesor*; porque en su confesión está encerrada la generosidad de los Mártires y de todos los otros santos.

Y, entre las virtudes que se han encontrado en un grado eminente en San José, destacó el valor, la perseverancia, la constancia y la fortaleza. Pero hay mucha diferencia entre la constancia y la perseverancia, la fortaleza y el valor. Nosotros llamamos constante al hombre que se mantiene firme y se prepara a sufrir los asaltos de sus enemigos, sin sorprenderse ni perder ánimo durante el combate; mas la perseverancia concierne principalmente a un cierto hastío interior que nos invade cuando nuestras penas se prolongan, ese es uno de los enemigos más poderosos que podamos encontrar. Ahora bien, la perseverancia hace que el hombre desprecie ese enemigo, de manera que triunfe sobre él por una continua igualdad y sumisión a la voluntad de Dios.

La fortaleza es lo que hace que el hombre resista poderosamente a los ataques de los enemigos; en cambio, el valor es una virtud que hace que no solamente se esté preparado para el combate y para resistir cuando se presente la ocasión, sino que se ataque al enemigo en el mismo momento en que se manifiesta.

Así, pues, nuestro glorioso san José estuvo dotado de todas estas virtudes y las puso en práctica maravillosamente bien. En lo relativo a su constancia, cuánta mostró cuando vio a Nuestra Señora encinta sin saber cómo podía ocurrir eso (¡Dios mío!, qué angustia, qué disgusto, qué aflicción de espíritu tenía)

Sin embargo, no se queja, no es más áspero ni más malhumorado con su esposa, no la ofende por eso, permaneciendo tan suave y respetuoso en su lugar como quería serlo. Pero qué valor y qué fortaleza testimonia la victoria que obtuvo sobre los dos más grandes enemigos del hombre: el diablo y el mundo, y eso por la práctica exacta de una humildad muy perfecta, como lo hemos observado a lo largo de su vida...

En cuanto a la perseverancia, contraria a ese enemigo interior que es el hastío que nos sobreviene durante la monotonía de las cosas bajas, humillantes, penosas, los infortunios, por decirlo así, o bien durante las diversas contradicciones que nos suceden, i oh ! i cuánto fue probado este santo por Dios y por los mismos hombres !...»

*Las palabras “justos” y “justicia” significan a menudo “santos” y “santidad”.

**Por "confesor" se entiende habitualmente el hecho de haber vivido a la vista de todos la fe en todas sus exigencias y con frecuencia hasta un grado heroico.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)