01 septiembre 2021

Director de la Sabiduría encarnada

«¿No es el hijo de ese obrero?, decían los judíos refiriéndose a Jesús. Sí, responde san Pedro Crisólogo, es el hijo de un obrero, pero ¿de qué obrero? Del que construyó el mundo, no con el martillo, sino por una orden de su voluntad; el que combinó los elementos, no por un efecto del ingenio, sino por un simple mandato; el que iluminó al sol, no con un fuego terrenal, sino con un calor superior; esta es la labor de un obrero, cuya palabra creó todo de la nada. Tenéis razón, santo Doctor; porque, en efecto, Jesús es el Hijo del gran Obrero que construyó el universo. Pero permitid que, para gloria de José, digamos también que es el hijo de ese pobre artesano, que en su pequeño taller maneja la sierra y la garlopa: y, puesto que la misma Santísima Virgen da a José ese hermoso título de padre de Jesús... decid también que es el hijo de este humilde carpintero, y que, como tal, le está sumiso, y que es el compañero de sus trabajos. ¡Oh! ¡Qué maravilla con solo pensar en ello!

Jesús ayudó a este artesano a trabajar la madera, como ayudó al Creador a edificar el mundo. ¡Oh maravillosa dignidad de José!, exclama Gerson. ¡Sublime grandeza que nos presenta a José como el émulo del mismo Dios!

¡Un pobre carpintero, que trabaja la madera, convertido en émulo de Aquel que ha creado el mundo! ¡Qué más queréis para proclamar a José como el más grande de todos los hombres, como padre, si el mismo Dios no puede hacer un padre más grande que el que tiene a Dios por hijo!

Hay tres cosas, dice el Doctor Angélico, que son tan grandes que Dios no puede hacer otras mayores, a saber: la humanidad de Nuestro Señor Jesucristo, causa de su unión hipostática con el Verbo; la gloria de los elegidos, en su género, a causa de su objeto principal, que es la esencia infinita de Dios; y la Madre incomparable de Dios, de la cual se ha dicho: “Majorem quam Matrem Dei non potest facere Deus”: Dios no puede honrar más a una persona que convirtiéndola en su propia Madre.

Podéis agregar, para gloria de José, que Dios no puede hacer un padre más grande que el que tiene a Dios por hijo» (san Leonardo de Puerto Mauricio )

 (del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)