09 abril 2020

Qué celebramos el Jueves Santo (2ª parte)

Teniendo presente lo que reflexionábamos ayer del dolor profundo que tenía Jesús en su Corazón, vamos a ver los gestos que realiza y que celebramos en la liturgia de este día.
 
Es importante no quedarnos como simples espectadores. Jesús nos ha invitado a sentarnos a la mesa con Él. Quiere que compartamos con Él el peso que lleva su Corazón, escuchando de sus labios su testamento vital (Juan 14-17). Quiere que nos dejemos amar hasta el extremo, lavándonos los pies, porque es el único modo en que aprenderemos a amar. Quiere que le acompañemos durante su oración estremecedora en el Huerto de los Olivos, clamando, suplicando al Padre.
 
En esta eterna noche pascual, Jesús se entrega a nosotros hasta hacerse sacramento permanente quedando instituida la Eucaristía. Celebramos la Cena del Señor en la cual Jesús, un día como hoy, la víspera de su Pasión, “mientras cenaba con sus discípulos tomó pan…” (Mateo 28, 26). Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento, como anuncio profético y ofrecimiento anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso “cuando comemos de ese pan y bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva” (1 Corintios 11, 26). De aquí que podamos decir que la Eucaristía es memorial no tanto de la Última Cena, sino de la Muerte y Resurrección de Cristo que es Señor y “Señor de la Muerte”, es decir, el Resucitado cuyo regreso esperamos según lo prometió Él mismo en su despedida: “un poco y ya no me veréis y otro poco y me volveréis a ver” (Juan 16, 16). 
 
Para poder celebrar la Eucaristía es necesario el sacramento del Orden, para que in persona Christi el pan y el vino se conviertan, por la acción del Espíritu Santo, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Jesús les otorga el gran don del sacerdocio a los apóstoles y la potestad de continuarlo por la imposición de manos y la oración.
 
Este mismo día (salvo cambio por razones pastorales), los obispos celebran la Misa Crismal. En ella los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación, el día que, como María, dijeron para ser otro Cristo en este mundo, colaborando con Él en la salvación de los hombres. Crito Ungido renueva su llamada y su Amor para con sus ungidos. Oremos especialmente por ellos en este día: por su fidelidad a esta llamada y a este Amor preferencial de Cristo por ellos; porque se dejen hacer verdaderamente otros Cristos a semejanza de su Esposo.
 
Hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso sino en el éxito, tuvo un por qué y un para qué: fue una entrega, un darse por “nosotros y por nuestra salvación” (Credo). “Nadie me quita la vida - había dicho Jesús -, sino que Yo la entrego libremente. Yo tengo poder para entregarla.” (Juan 10,16). Hoy se inicia la lucha entre la muerte y la vida de Aquel que lleva la victoria porque su arma es el amor.
 
Porque el amor es lo tercero que celebramos este día: con el gesto del lavatorio de los pies, que Jesús realizó a los discípulos, nos deja el mandato del amor y nos recuerda que el servicio y el amor entregado a los hermanos es la mejor manera de servirle y de ser hijos de Dios, pues Él no ha venido a ser servido sino a servir siendo Dios hecho hombre. La humildad, el servicio y el amor se entrelazan y nos invitan a amar como Él nos ama, con su mismo Amor.
 
Tras la Última Cena Jesús va a Getsemaní a orar junto con los 11 (Judas había abandonado el Cenáculo para ir a entregarlo). Allí reza para pedir fuerzas al Padre y poder cumplir su voluntad, que exigirá su entrega total. Aquella noche Jesús sintió el abandono de sus discípulos, que no pudieron estar en vela ni una sola hora. Esta noche se nos invita a unirnos profundamente a Él en el Monumento, durante la Hora Santa o durante toda la noche, acompañándole en su agonía y oración en Getsemaní y el posterior encarcelamiento.
 
Cristo se nos entrega todo y del todo. ¿Qué haremos nosotros? ¿Nos seguiremos reservando la vida? ¿Seguiremos midiendo nuestro amor?
 
Canción: Milagro de Amor
Autor: Betsaida 
 

 

JUEVES SANTO - Amar hasta el extremo

“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (…) «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis» (Juan 13,1-15)

Mi Jesús, mi Amado… ya no queda más que decir… solo aprender a amar como Tú, viendo cómo me amas Tú… Amar con tu mismo Amor, actualizando tu entrega por mí, por tus sacerdotes, por todos.

Canción: Amando hasta el extremo
Autora: Maite López
https://youtu.be/hxCelg9G4h8