02 enero 2020

Mi sobrino ya sabe decir grúa

Sí, sí, mi sobrino ya sabe decir grúa. El otro día, recién levantado de la siesta en mi casa, medio dormido, al mirar con él por la ventana señaló con su pequeño dedito hacia unas obras y dijo claramente: "grúa". Y yo, claro, "aluciné" por verle capaz de decir con tal limpieza y seguridad esa palabra, señalando tan claramente el objeto de su atención. 

Si es que los pequeños crecen... Se abren a un mundo nuevo que poco a poco van asimilando y haciéndose partícipe de él. Todavía desde su pequeñez, pero ya inmersos en él.

No, ahora no estoy escribiendo un blog sobre infancia. Como dice el tema de este blog, son "pequeñas reflexiones, al soplo del Espíritu, desde la vida diaria". Y este pequeño detalle de mi vida diaria me ha llevado a reflexionar, una vez más, sobre nuestra vida espiritual.

Creo que, humanamente hablando, nunca dejamos de llevar al niño que hemos sido en nosotros. Algunos expertos afirman que es así. Y yo no soy experta, pero cuando veo en mí o en otros reacciones profundamente infantiles o adolescentes (estoy hablando de adultos), reconozco que tienen razón. 

Y en la vida espiritual creo que también es así: crecemos, pero siempre llevamos en nosotros esos inicios. Ya sea por las heridas que hemos recibido y nos han marcado (en un lado), ya sea por ese entusiasmo del amor primero al comenzar el camino de la fe (en el otro). Y, en medio, un montón de posibilidades.

Hoy me quiero quedar en la primera palabra: crecemos. Aunque sea lentamente y con muchos tropiezos, como en mi caso, pero crecemos. Y eso me tiene que colmar de esperanza. Y también me invita a mirar con ojos de Misericordia a mis hermanos cuando veo en ellos al niño que fueron. 

No siempre sé vivirlo así, lo reconozco, pero cuando me paro a pensar en cómo me mira Dios cuando sale mi niña en lugar de la adulta que soy, y cómo Él me perdona una y otra vez en la confesión... reconozco esa invitación que Él me hace: "recuerda que tú también tienes un pasado que afecta a tu presente, que tienes tus heridas, tus miedos, tu no saber cómo enfrentar a veces las cosas y que Yo siempre estoy a tu lado, acompañándote, queriéndote, esperando... ves y haz tú lo mismo (Lucas 10, 37). Él, ella también está creciendo, como tú. Crecéis".

Estamos comenzando un año nuevo. Aunque sea a nivel civil y aunque cambiar el número del calendario no sea algo "mágico" que de repente nos haga cumplir todos aquellos propósitos que nos hacemos, creo que algo de mirada nueva trae y un anhelo nuevo de recomenzar. Siempre les digo a mis alumnos que no duden en que siempre, siempre, se puede empezar de nuevo. A cada instante. Y si me vuelvo a equivocar, pido perdón y vuelvo a empezar. 

En este año nuevo el Señor nos regala la invitación de mirar con mirada nueva, sobre nuestra vida y sobre la de los demás. Y pone en nuestro corazón Su esperanza, que quiero hacer mía: crecemos.

Canción: Tu instrumento
Autor: Mariola Alcocer y Raquel Testón