Hace unos meses tuve la oportunidad de leer el libro “La
vida oculta de Bergoglio”, escrito por el periodista argentino Armando Rubén
Puente. Recoge a grandes pinceladas tu vida (la vida del padre Jorge, como te
gustaba que te llamaran y creo que en el fondo te sigue gustando) desde tus
antecedentes familiares hasta el momento en que embarcaste en el avión que te
llevaría al cónclave donde fuiste elegido Papa.
Me encantó la lectura de este libro, porque se ve el paso de
Dios por tu vida. Cómo fue poco a poco modelando tu corazón y tu carácter; cómo
fue cogiendo el barro de tu ser para irlo modelando y convirtiendo en el pastor
“con olor a oveja” que ahora eres. Y te doy gracias, Papá, por dejarte hacer. Por
dejarte transformar en una oveja abandonada en los brazos del Señor. Gracias
por tu docilidad a la acción del Espíritu. Gracias, porque tu “tufillo a oveja”
llega hasta los confines de la tierra, como el Señor encargó a su Iglesia.
Creo que la Iglesia es una con muchos rostros y un solo
corazón. Los rostros de los distintos carismas que da el Espíritu Santo; los
rostros de los distintos caracteres personales y culturales; los rostros de las
distintas experiencias y formaciones. Pero un único corazón que es corazón de
Madre, semejante al de la Virgen. María: mujer sencilla, de pueblo, sin
grandezas y sobre todo humilde. Por ello, para mí la Iglesia debe mostrarse
sencilla y con sencillez mostrar el rostro amante, materno y misericordioso de
Dios. Debe hacerse toda a todos (cfr. 1 Cor 9, 22), para que todos se acerquen
al Señor y vivan la plenitud de vida a la que han sido llamados.
Creo que cada pastor de la Iglesia universal y de cada
Iglesia local nos ayuda a contemplar un rostro distinto de la Iglesia con sus
carismas, formación, cultura y experiencias de vida personales. Ni mejor ni
peor, sólo distinto y siempre desde el Espíritu. Y todos complementarios. Y
todos latiendo al compás del corazón de María. Cada uno de ellos nos enriquece
y ayuda a abrir la mirada para comprender y caminar junto con aquellos hermanos
que tienen distintos carismas, formación, cultura y experiencia de vida.
Este libro me ayudó a conocer un poco más tu corazón y a
comprender lo que propone Cristo a la Iglesia en este momento concreto de
nuestra historia. Pero sobre todo interpeló a mi vida, a mi modo de ser
cristiana, a cómo me dejo hacer por Cristo. Y esa interpelación y experiencia
de vida me plantea multitud de interrogantes.
Y me imagino cómo sería estar sentada a tu lado,
contemplando el atardecer de nuestra querida, hermosa y caótica Roma, como una
niña que pregunta con sencillez a su padre y se deja enseñar por éste. Observando
a las ovejuelas de tu diócesis, de esa pequeña porción que es muestra de toda
la Iglesia. Porque en cada pequeño gesto, palabra, visita, mirada que ellos -afortunados
con tu cercanía- reciben, veo tu amor y solicitud por toda la Iglesia, también la
más lejana, a la que estoy segura deseas alcanzar. Y por eso cuidas los detalles
de amor, incluso para con quienes en la distancia nos sentimos reconocidos y
amados por ti.
Porque la vida se construye con pequeños detalles y el libro
sólo habla a grandes pinceladas…
…sentada a tu lado tendría tanto que preguntarte, querido
Papá Francisco…
Y tú que lees este blog, ¿qué le preguntarías a nuestro Papá
Francisco?
Canción: En tu nombre echaremos las redes.
Autor: Jonatan Narvaez.