30 junio 2021

San José era tan pobre como yo

Sucedió en medio de una epidemia que devoraba toda una región y que hacía estragos de modo especial entre los pobres. Un sacerdote caritativo entra en una caballeriza baja y húmeda donde sufría una víctima del contagio. ¿Qué ve? Un anciano moribundo tendido sobre harapos asquerosos. Estaba solo, un haz de heno le servía de cama. Ni un mueble, ni una silla; había vendido todo los primeros días de su enfermedad para procurarse algunas gotas de caldo. De las paredes negras y desnudas pendían un hacha y dos sierras: ahí estaba toda su fortuna junto con sus brazos, cuando podía moverlos. Pero en ese momento no tenía ya fuerzas para levantarlos.

- Valor, amigo mío, le dice el confesor, es una gran gracia la que el Señor os hace hoy: usted va a salir pronto de este mundo donde no tiene más que penas.

- ¡Penas!, replicó el moribundo con voz apagada, usted se equivoca: yo tomé a san José por mi patrono y mi modelo y, como él, nunca me quejé de mi suerte. No he conocido ni el odio, ni la envidia; mi sueño era tranquilo. Me cansaba de día, pero descansaba de noche. Las herramientas que usted ve me procuraban el pan que comía con deleite. Era pobre, en verdad, pero san José lo era tanto como yo y estuve bastante bien hasta hoy. Si recupero la salud, lo que no creo, iré al taller y continuaré bendiciendo la mano de Dios que me ha cuidado hasta el presente.

El sacerdote, sorprendido, no sabía qué responder a semejante enfermo. Sin embargo, le habló así: - Amigo mío, puesto que la vida no os ha sido penosa, no debe por eso dejar de disponerse a dejarla, porque hay que someterse a la voluntad de Dios.

-He sabido vivir, prosiguió el moribundo con voz firme, sabré morir. Doy gracias a Dios por haberme dado la vida y por hacerme pasar por la muerte para llegar a Él; noto que llega el momento, aquí está... ¡Adiós, hermano mío!

Así vivió y murió, lleno de paz, este piadoso obrero, este hombre justo, que había tomado a san José por su patrono y su modelo. Seamos nosotros también siempre los imitadores de este gran santo.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)

 


 

23 junio 2021

San José "constructor"

El terremoto de 1985 en Chile destruyó el gran establecimiento de las Hermanitas de los Pobres de Santiago, ubicado cerca de la basílica de Nuestra Señora de Lourdes. Poco tiempo después, la Madre General visitaba Chile.

Las personas mayores evacuadas de la casa siniestrada estaban, una parte, en una segunda casa de Santiago y un gran número repartidas en diversas instituciones. Ellas rezaban encarecidamente para que la casa de Santiago "Nuestra Señora" se reconstruyese. Sufrían por su situación y una numerosa delegación había ido a suplicar a la Madre General que la hiciera reconstruir a fin de poder regresar a "su" casa. El Cardenal de Santiago, por su parte, abogó ardientemente en favor de la reconstrucción.

Después de oraciones y consultas al Consejo General, se tomó la decisión de reconstruir la casa, haciendo un acto de total confianza en san José, agente de la Providencia, porque las Hermanitas no tenían dinero. Dos meses después, por una vía no habitual completamente inesperada, les fue brindado un donativo muy importante para una casa pobre (fundación o reconstrucción). Esta suma imprevista permitió enfrentarse a las obras y el 30 de agosto de 1992 la casa fue inaugurada.

 

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)


 

09 junio 2021

¡Una estampa!

Una madre cristiana tenía una hija cuya conducta era deplorable. Esta madre afligida nunca entraba en la Iglesia sin caer de rodillas delante de un cuadro de san José, implorando con lágrimas la conversión de su hija.

Al fin, sintió una inspiración: «Si le diera una estampa de san José», se dijo, y, aprovechando la ausencia de su hija, entró en su habitación. Sobre la mesa había un libro, pero ¡qué libro!

«¡Oh, san José!, dijo la madre, perdóname si pongo aquí vuestra estampa, pero es necesario».

Al regresar, la joven reanudó su lectura.

-¿Qué es esto? dijo: ¡Una estampa!

Le dio la vuelta y leyó maquinalmente una oración impresa en el reverso. Allí le esperaba la gracia divina. Se puso a llorar en señal de arrepentimiento y tiró al fuego el libro malo: estaba convertida.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)


 

02 junio 2021

Fidelidad de san José en favor de aquellos que confían en él

He aquí el testimonio de una madre de familia a propósito de la fidelidad de San José en favor de aquellos que confían en él en todas sus necesidades.

El 19 de marzo de 19... Muy queridos Hermanos:

Hoy, 19 de marzo, fiesta de san José, tengo la dicha de hacerles saber que este gran santo acaba de escuchar una vez más las oraciones que le he dirigido desde el 1 de marzo y que, en la situación dolorosa en que me encontraba, no ha cesado de darme cada día ayuda, protección y consuelo.

Tanto es así que ayer, cuando yo rezaba con total confianza, recibí la visita de mis padres que no me hablaban desde hace varias semanas, es decir, desde el día que les anuncié mi embarazo. Este niño que llevo desde hace tres meses no era aceptado, porque molestaba tanto a mi familia como a mi marido y a mis padres.

Esta persona ya había hecho a san José una novena para lograr de él una gran gracia. Y san José se mostró nuevamente muy generoso ante tanta confianza en él concediendo incluso más de lo que le había sido pedido...

En silencio, pedí a san José poder soportar este sufrimiento, esta hostilidad y le supliqué que suavizara el corazón de mis familiares.

Anoche, víspera de su fiesta, vi a mis padres llegar a mi casa y preguntarme si podrían quedarse para cenar. Les invité, pues, a quedarse con nosotros. Al final de la comida, cuando se disponían a partir, me propusieron, a mí y a mi esposo, ir a pasar el domingo a su casa para ver a toda mi familia y agregaron que eso les agradaría mucho. Vi el arrepentimiento en sus ojos y sentí que se habían arrepentido de haber querido la muerte de mi hijo tan amenazado por tantos parientes que querían que lo hiciera abortar.

Creí entonces que san José había finalmente tocado su corazón y estaba conmovida. iTantas veces este padre nutricio de Jesús, que es también el nuestro, se había mostrado tan pródigo en gracias!. Me había sostenido siempre en los momentos difíciles, tanto en mi trabajo diario como en mi vida privada.

Yo les había confiado a Uds. mis problemas familiares y mi difícil situación. Es cierto que les debo a todos ustedes esta gracia y ahora espero que el más grande de todos los santos después de María Santísima convierta finalmente a todos aquellos que no creen en Dios y desesperan, sin el auxilio de la fe. Esta gracia es la que deseo a mis familiares, a fin de que su alma y su corazón estén en paz así como en armonía con el Padre Todopoderoso, en unión con el Espíritu Santo para toda la eternidad.

(del libro "Id a José" de la Abadía San José de Clairval: https://www.clairval.com/index.php/es/)