El tema del don no es cosa nuestra: es obra del Espíritu y Él sabe muy bien cuándo y de qué modo obrar.
Pero el tema de la tarea… eso sí
que es cosa nuestra y bien nuestra. ¿Cómo me dejo hacer por el Espíritu? ¿Soy
dócil a sus inspiraciones? ¿Pongo de mi parte todo lo que está en mi mano para
que Él pueda hacer de mí otro Cristo en medio de este mundo?
A lo mejor pensamos que son cosas
que no están a nuestro alcance, pues ser santo a veces nos puede parecer eso:
que no está a nuestro alcance. Pero si leemos la vida de algún santo veremos que
estaban hechos de carne y hueso, virtudes y pecados, como tú y como yo. Sólo que
intentaron ser lo más dóciles posible y pusieron de su parte también todo lo
posible.
En unos días comenzamos el año
nuevo. Y ya sabemos, parece que el día 1 de enero es el “pistoletazo de salida”
para muchos propósitos: que si adelgazar todo lo que he acumulado en el año
anterior, que si ser más paciente con ese familiar, compañero… con el que me
cuesta tanto convivir, ahorrar un poco más para poder irme a ese lugar de
vacaciones o pagar esa deuda pendiente…
Tengo que reconocer que muchas
veces me he creado propósitos bastante inalcanzables… porque no me he puesto
manos a la obra para que fueran alcanzables. Creo que esta imagen explica muy
bien lo que quiero decir:
Ser cristiano no es cuestión de intentar
correr los 100 metros en menos de 9 segundos o subir la cima del Everest al
primer intento, como los deportistas de élite no ganan medallas en su primera
carrera o se lanzan a escalar las cimas más altas sin haberse preparado
físicamente para ello durante bastante tiempo. La excelencia deportiva se
consigue con días, meses, años de entrenamiento, pequeños y grandes esfuerzos, pequeñas
y grandes elecciones que implican pequeñas y grandes renuncias o sacrificios
(porque elegir una cosa a veces implica descartar otra), constantes empezar de
nuevo, caerse y volverse a levantar…
La excelencia cristiana, es
decir, ser santo se consigue con días, meses, años de entrenamiento, pequeños y
grandes esfuerzos, pequeñas y grandes elecciones que implican pequeñas y
grandes renuncias o sacrificios (porque elegir una cosa a veces implica
descartar otra), constantes empezar de nuevo, caerse y volverse a levantar…
¿Qué te parece si juntos proponemos
unas cuantas tareas que sí que están a nuestro alcance para caminar en santidad
en este próximo año que comienza? Yo digo unas cuantas y te invito a compartir
todas las demás que se te ocurran. Así, entre todos, nos ayudaremos a caminar
en el Señor. No están ni mucho menos ordenadas por orden de importancia, todas
son necesarias:
*ORACIÓN: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las MEDITABA en su
corazón.” (Lucas 2, 19). Ya dije en la entrada anterior que no ponía las
mayúsculas en este texto por casualidad. La Virgen María custodiaba con cariño
los acontecimientos de Dios en su vida y luego los meditaba en su corazón. Es decir,
oraba. ¿Un amigo se puede considerar buen amigo si no trata nunca con su amigo?
A mí me parece que no. Sin un tiempo diario de compartir con el Señor nuestra
vida, no podemos considerarnos verdaderos cristianos ni crecer en las virtudes,
en caridad… en santidad.
*SACRAMENTOS: “Los pastores se volvieron GLORIFICANDO Y
ALABANDO A DIOS por todo lo que habían oído y visto” (Lucas 2, 20). ¿Queremos
dar Gloria a Dios en nuestra vida? Acudamos a su encuentro en los sacramentos. Algunos
ejemplos: sin la Eucaristía no podemos vivir, pues es el mismo Cristo quien nos
alimenta para vivir de Él y como Él. ¿Si sólo comiéramos los Domingos,
mantendríamos las fuerzas para trabajar, estudiar, vivir… toda la semana? ¿Podríamos
vivir en una casa que sólo se limpiara una vez al año? ¿Entonces por qué
vivimos con nuestra alma llena de la basura del pecado, teniendo tan a mano el
regalo de una “buena limpieza” frecuente y que nos ayuda a volver a empezar?
*LECTURA ORANTE DE LA PALABRA DE
DIOS: “«Vayamos, pues, hasta Belén y
veamos lo que ha sucedido y el Señor NOS HA MANIFESTADO.»” (Lucas 2, 15). Dios
nos sigue hablando a través de su Palabra, pues es Palabra viva que engendra en
nosotros su misma Vida. ¿Cómo dices que Dios no te habla si te ha dejado un
libro entero donde abre su Corazón? Formado, además, por 73 libros. Con sólo
leer los textos que la Madre Iglesia nos propone todos los días en la Misa ya
le damos un buen repaso a la Biblia. Y con todos los comentarios que podemos
encontrar en libros, internet, redes sociales… podemos alimentar un poco más lo
que el Espíritu nos haya comunicado tras orar nosotros esa Palabra.
*ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL: “…los pastores se decían unos a otros:
«Vayamos, pues, hasta Belén” (Lucas 2, 16). Ya sabemos aquello de que “un
ciego no puede guiar a otro ciego”. Un buen acompañante espiritual, que también
quiera ser santo, es básico para poder caminar. Qué bien nos hacen los que nos
quieren cuando nos animan, nos ayudan a ver lo que nosotros no vemos, nos
corrigen para que seamos mejores… Una regla básica del montañismo es nunca
adentrarse solo en un monte, por los peligros que eso supone. Entonces, ¿por qué
nos empeñamos en caminar solos en la fe?
*INTENTAR VIVIR LAS VIRTUDES
CRISTIANAS EN LO PEQUEÑO Y COTIDIANO: “… y
encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre” (Lucas 2, 16).
Todo un Dios se hace un pequeño niño y se deja recostar en un humilde pesebre para
nuestra salvación. ¿Hay mayor acto de amor y humildad? Yo no sé tú, pero a mí
me resulta imposible vivir a lo grande la caridad y las virtudes cristianas. Cada
vez que lo intento, meto la pata casi al instante. Tal vez te ocurre lo mismo y
esos grandes propósitos al final se quedan en nada. Pero sí podemos hacer
pequeñas cosas que, juntas, van formando un “gran todo”: ceder a otra persona
el sitio en la cola de la compra si notamos que tiene prisa, estar atentos a
ceder el asiento en un sitio público, sonreír a quien nos alarga la mano para
pedir una limosna y no dársela sin mirarle a los ojos, aguantar con paciencia
un mal movimiento con el coche de otros conductores, hacer un pequeño sacrificio
sin que nadie se dé cuenta…
*APROVECHAR OTRAS HERRAMIENTAS
QUE NOS DA LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA Y COMPARTIR CON OTROS EL REGALO QUE HEMOS
RECIBIDO: “Al verlo, DIERON A CONOCER lo
que les habían dicho acerca de aquel niño; y TODOS LOS QUE LO OYERON se
maravillaban” (Lucas 2, 17-18). Los regalos espirituales crecen si los
compartimos. En la historia de la Iglesia el Señor y la Virgen, a través de nuestros
hermanos en la fe, nos han dejado muchas herramientas para crecer en santidad.
La lectura espiritual (el Catecismo, textos del Magisterio, libros sobre nuestra fe, de santos…) y el rezo de oraciones como el
Rosario, la Coronilla… son de inmejorable ayuda como alimento de nuestras almas. Y el
compartir nuestro testimonio, lo que el Señor está haciendo con nosotros, en lo
pequeño y cotidiano, ayudará a otros a poder identificar cómo Dios sigue
actuando en la historia de la humanidad y también en sus propias vidas.
Son algunas ideas. Te invito a
compartir las tuyas y así enriquecernos entre todos. Como dice San Pablo:
“Animaos, por el contrario, los unos a los otros, cada día, mientras
dure este hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el
pecado.” (Hebreos 3, 13)
Hermanos, comencemos este año
nuevo con anhelos de santidad. Dios, más que nadie, nos quiere santos. Como María, como los santos, pongamos nuestro pequeño sí en nuestro pequeño hoy. Él se encargará del resto.
Canción: Hágase en mí
Autora: Celinés Díaz
Autora: Celinés Díaz