Siguiendo nuestro recorrido por el testimonio de familias que
participan en los Encuentros de Familias Invencibles en España, hoy contamos
con el testimonio de Emilio y Romy. Participan desde el 2007 en estos
Encuentros, y supuso un antes y un después en su vida familiar.
ROMY: somos Emilio Pastor y Romy Jácobo. Somos de Perú, aunque
nuestra vida de casados la hemos hecho aquí en España. Concretamente en
Valencia. Al Señor le hemos conocido durante nuestra juventud. Sobre todo
Emilio tuvo un encuentro especial. A mí en casa desde pequeña me hablaron del
Señor y poco a poco fui conociéndolo hasta llegar a la adolescencia, cuando me
sentí tocada por el Señor. Cuando fuimos novios teníamos muchos ideales.
Hablamos con mucha confianza en cómo podría ser nuestro hogar. Y si el Señor
nos había tocado, queríamos que Él estuviera en el centro. Y nos poníamos ideas
como orar juntos, que nuestros hijos también oraran, tendríamos un tiempo para
tal cosa y para tal otra…
Emilio llegó primero a España.
Volvió a Perú para casarnos y luego vinimos juntos. En la vida ya de casados
aquí yo traída muchas ilusiones y fue algo muy especial. Tuvimos pronto a
nuestros hijos: Juan Emilio, que ahora tiene 16 años, Cristina con 14 y José
Miguel con 13 (que está de externo en el seminario menor). Emilio comenzó a
trabajar. Yo no podía hacerlo con los tres niños y pronto nuestra vida se
convirtió un poco más en rutina.
Por el amor de los hijos, nos olvidamos un
poco de nosotros: de nuestros tiempos como esposos, de un espacio para Dios… Se
llenó todo de preocupación por la salud de los hijos, que estén todos bien, que
no les falten las cosas… y llegábamos a la noche muy cansados. Todo ese
desvivir poco a poco nos hizo caer en una rutina que nos empezó a generar
asperezas en el trato del uno con el otro. Hubo muchas heridas e incluso llegamos
a plantearnos la separación. Fue un momento difícil y duro.
En internet Emilio se encontró un
día con la página de Familias Invencibles. Al mismo tiempo, en un grupo en que
participábamos, también otras personas nos estaban hablando de unos encuentros
de familias. No sabíamos que se referían a lo mismo. Al final decidimos ir con
nuestros hijos y fue toda una aventura, porque en ese tiempo no teníamos coche.
Los tres eran pequeños: Juan Emilio casi con 4 años, Cristina con 3 y José
Miguel de 1 año. Pero con ellos cogimos el autobús hasta Victoria. Fue en el verano
del 2007.
El Encuentro tuvo lugar en Nanclares de la Oca y para nosotros fue un
regalo de Dios porque, en primer lugar, el Señor comenzó a sanar nuestras
heridas. Es como si nos hubiera acercado, unido y construido nuevamente un
lugar como debía ser realmente desde un inicio nuestra familia. Pese a que
nuestros hijos eran pequeños, vimos también el cambio que tuvieron. Estaban
mucho más abiertos que nosotros. Sí hablábamos con ellos sobre Dios, pero de
una manera rápida.
En el Encuentro, al ver que nos reuníamos muchas familias,
que cantábamos juntos, en las Eucaristías los niños estaban también juntos,
participaban tanto padres como hijos de su edad… fue un ambiente muy propicio
para todos. Vimos que eso fue un sello muy especial para nuestra familia. ¡El
Señor nos tocó y ya no podemos despegarnos de Él! Ese ha sido el inicio
realmente del rescate de nuestra familia por parte del Señor y poco a poco ha
ido haciendo su obra.