La respuesta que el Señor está
ofreciendo al mundo y a la Iglesia por medio nuestro es profética. La mera
presencia de una familia cristiana es “una luz en la oscuridad” de nuestro
mundo. Es alegría, esperanza y muchas cosas más. Y lo sabemos y procuramos
contagiarlo a las familias que se incorporan a Familias Invencibles.
Cuando comenzamos en 2001 en la
Iglesia había pocos ámbitos a los que acudir la familia al completo, excepto la
eucaristía dominical, peregrinaciones o actividades caritativas. No es sencillo
organizar encuentros en los que los padres e hijos puedan participar juntos.
Y seguimos fieles a esa llamada.
Nuestros encuentros son muy alegres.
Actualmente ya existen más
iniciativas parecidas en la Iglesia, gracias a Dios. Es el Espíritu Santo que
no para de actuar.
¿Asiste toda la familia?
Sí, y especialmente en los
encuentros hay muchos adolescentes y jóvenes. También abuelos. Ya están
asistiendo familias de los hijos que asistieron a los primeros encuentros.
Los adolescentes mayores y
jóvenes asisten o no según sus muchos compromisos. Pero todos reconocen que
Familias Invencibles les ha servido mucho en sus vidas.
¿Cómo se sigue trabajando después de asistir a los encuentros?
En los encuentros hay sanación y
experiencia de Dios. Transforma vidas. Eso repercute irremediablemente en
nuestro día a día. Pretendemos vivir de lo aprendido y agarrados a la Cruz de
Cristo.
Insistimos mucho en ser
constantes en la oración familiar y/o conyugal, en la eucaristía dominical
juntos y en construir familia.
El lema del último encuentro lo
dice todo: “Hoy quiero hospedarme en tu
casa” (Lc 19, 1-7), nos dice Jesús. Sí, sí, quiere estar en nuestra casa.