03 mayo 2020

Pastores frágiles... pero elegidos

Hoy celebramos el Domingo del Buen Pastor.

Hace un par de días, como todos estos días de confinamiento, estaba de rodillas ante mi ordenador viendo cómo uno de los sacerdotes de mi parroquia exponía el Santísimo online. El Señor me ha concedido la Gracia de tener una mirada que ve la belleza de lo sagrado de un modo en que otros no siempre lo ven. Y este día fue un momento muy especial, más que otros.

Había una belleza extraordinaria en lo que estaba viendo en la pantalla. Una canción hermosa de adoración y entrega al Señor, un sacerdote-pastor arrodillado ante el Santísimo, el humo del incienso subiendo las oraciones de todos nosotros a la presencia del Padre...

Había tanta, tanta belleza... En seguida vino a mi memoria la celebración del Buen Pastor de hoy. Y miré al sacerdote.

Por pura Misericordia, he tenido el regalo de conocer personalmente a muchos. Algunos con cierta profundidad. En ese sacerdote veía a todos, en especial a los que llevo con más cariño en el corazón, y en todos veo siempre lo mismo: una excelsa vocación en una inmensa fragilidad. 

Siempre tienen mucha necesidad de nuestra oración y de la entrega generosa de nuestra vida por la suya y por su vocación. Y doy muchas gracias a nuestra Madre Iglesia por ponernos distintos momentos en el año donde se nos recuerda de forma especial esta necesidad. Hoy es uno de ellos.

Oremos por nuestros pastores. Malos tiempos son estos para ellos. Hay demasiada relatividad en todo, que lleva a algunos hasta a llegar a vivir con una profunda mediocridad su ministerio. Y el problema es que los que viven así muchas veces no lo ven, no son conscientes de ello... La ceguera ha entrado de tal modo que ya no ven y creen que van bien... Quizá han olvidado la exhortación del apóstol Pablo: "Cuida de ti mismo y de la enseñanza" (1 Timoteo 4, 16)

Solo son hombres, frágiles como tú y yo, que han escuchado una hermosa llamada en su corazón. Han visto la mirada de Jesús que se posaba sobre sus ojos.... y se aventuraron a decirle que sí enamorados por esa mirada.

Oremos por nuestros pastores. Por todos, por los que nos parecen buenos y por los que ahora no lo son tanto. Todos necesitan nuestra oración, la oveja perdida aún más. No los juzguemos. Solo oremos, en el silencio. "Ama hasta que duela", nos invitaba la Madre Teresa de Calcuta. Que nos duela su vida, que nos duela su santidad. 

Ofrezcamos nuestras vidas por ellos y que el Señor les conceda la inmensa Gracia de dejarse hacer imagen y semejanza del Buen Pastor que los eligió, que los llamó, que anhela completar la obra buena en ellos, hasta hacer su corazón a imagen del Suyo.

Canción: Y tú, ¿no has pensado alguna vez?
Autor: P. Gonzalo Mazarrasa