26 marzo 2020

Las Escrituras tienen que ver con nuestra vida

Os comparto la reflexión basada en el evangelio de hoy de un sacerdote amigo, que prefiere permanecer en el anonimato:

"Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida!"

Con estas palabras se dirige hoy Jesús a los judíos que estaban escuchándole y a todos nosotros.
Soy cura, he terminado la carrera de teología y tengo un máster en el pontificio Instituto Juan Pablo II. Muchos de vosotros tendréis más o menos conocimiento de la teología, de las Sagradas Escrituras. Aunque sea lo básico de la catequesis recibida para la primera comunión.
Pero todo el conocimiento que uno tiene hay momentos en los que no basta para dar una respuesta a las circunstancias que se viven.
Y eso sucede ahora precisamente. Hay muchas personas a mi alrededor que, con menos “letras” que yo me están dando constantes lecciones de vida.
Porque lo que construye la vida, lo que nos cambia la mirada y nos hace ver más allá, con un horizonte más amplio, no es lo mucho que uno estudia (que no quiere decir que no ayude y no sea una herramienta) sino la experiencia.

Decía el papa Benedicto XVI: "No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva."

Es Cristo quien que tiene la respuesta, quien tiene el consuelo, quien tiene la vida. No es lo mucho que se sepa de Él, lo erudito que uno sea en temas teológicos, sino tener una experiencia personal de Él, de que te quiere, que no te abandona.
Lo demás, sin esta experiencia, sin el Dios real que sale a tu encuentro en cada acontecimiento, es papel mojado que es incapaz de responder a los verdaderos problemas que nos asaltan; especialmente en estos tiempos.

Tal vez muchos de vosotros digáis: ¿y cómo es esa experiencia de Dios? ¿Viene una luz cegadora y una voz desde el cielo? ¿Veo a Jesús en el salón de mi casa? ¿Siento mariposas en el estómago?
Hay muchos modos por los que uno puede experimentar el amor de Dios. A veces del modo tan sencillo que puede ser en la paz de un rato de oración en tu casa, leer un texto de la Escritura que te ayuda a vivir la situación en la que estás, la fortaleza que experimentas en momentos difíciles sabiendo que en otro momento ya habrías tirado la toalla, el texto que te envía Fulanito y que te ayuda y te da paz, la paciencia que no creerías que tendrías con los niños en estos días, la conversación con una persona que te ayuda...
Todo eso pueden ser caricias, toques de Dios, que indican que está ahora a tu lado, que está vivo y que te quiere.

Y ese Dios concreto, no abstracto, es el que tiene la respuesta a todo esto. No las teorías sacadas de biblioteca, pues estas teorías no sirven para nada desvinculadas de Él.

Ánimo y que podamos experimentar que las Escrituras tienen que ver con nuestra vida porque Cristo está a nuestro lado y nos las ilumina. Así, en estos días, podemos decir con San Pablo: todo lo puedo en Aquel que me conforta (Fp 4,13)

Madre María, ayúdanos a poder estar atentos y experimentar que Jesús está vivo y está a nuestro lado para que, de la experiencia de su Amor podamos sacar la fortaleza para cada acontecimiento. Amén.


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