13 abril 2019

Es tiempo de estar con Dios (Domingo de Ramos)

Muchas veces he escuchado o leído aquello de que, cuando uno está más cerca de Dios, su Luz intensa provoca que no lo puedas en ocasiones ver. Es la experiencia de la oscuridad de los santos, por ejemplo.

Pero hasta hace poco no ha surgido en mi corazón pensar en ello de forma espontánea. Y ha sido, una vez más, frente al mar.

Caminaba hacia un lugar conocido, en lo alto, donde sabía que podía ver el mar en el horizonte. Había algunas nubes pero el sol brillaba. Según subía, en un determinado lugar, miré entre las copas de los árboles, pues sabía que desde allí también podía verse.

Sin embargo, sólo vi blanco. Un blanco brillante.

Por un instante surgió la duda y la queja en mi corazón: ¿acaso las nubes o la neblina marítima me impedirían ver el mar cuando llegara a lo alto, como ahora parecía que estaba ocurriendo entre los árboles?

Y entonces comprendí: no es la niebla, es la luz del sol reflejando en el mar lo que hace que brille y no lo puedas ver con claridad.

Efectivamente: al subir del todo, la belleza del mar se extendía ante mis ojos en el vasto horizonte.

Comenzamos la Semana Santa. Y puede que nos ocurra lo mismo: los misterios de la vida de Cristo se van a mostrar ante nuestros ojos en su más profunda belleza. Los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección nos hablarán con una inmensa claridad de quién es Dios, quiénes somos nosotros, para qué hemos sido creados, la necesidad de nuestra redención para alcanzar el regalo de una vida gloriosa y eterna junto al Corazón de nuestro Amado Creador.

Se nos va a mostrar tan cerca y tan radiante su vasta Misericordia que puede que quedemos cegados, o que creamos que lo estamos, y nos perdamos en oscuridades y tinieblas.

Hoy en mi corazón brota una oración: que no sea así, Señor. Que me deje deslumbrar por tu Luz insondable y admirable. Que me deje amar, perdonar, redimir. Que me deje hacer. Que ni por un segundo me quede mirando mis tinieblas, sino que me deje penetrar por la inmensidad de tu Misericordiosa Luz. Que no olvide ni por un instante quién eres Tú y quién soy yo: el Todo y la nada. Y que no me pierda por mis naderías las maravillas de tu Todo.

Comienza la "semana grande". Es tiempo de estar con Dios, de estar solo con Él. Nos vemos a la vuelta.

Feliz y santa Semana Santa.

Canción: Todo es tuyo
Autor: Athenas
https://youtu.be/Haj7OJRS8Y4
 

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