Hoy terminamos nuestro recorrido por el testimonio de familias que
participan en los Encuentros de Familias Invencibles (FFII) en España con la
familia Wagener-Díez. Por distintas circunstancias, tuvieron que ir a vivir a
Alemania. Allí han sentido la llamada y la necesidad de “exportar” la realidad
de Familias Invencibles a su nuevo hogar. Nos habla Teresa.
Gracias Elena por la posibilidad
de reflexionar sobre nuestra experiencia en FFII. Para nosotros ha supuesto
confirmar nuestra vocación y misión como familia, una oportunidad de
evangelizar a otras familias y, sobre todo, un impulso y apoyo para cuidar la fe
de nuestros hijos. Hay un antes y un después de conocer FFII en nuestra vida.
¿Qué nos ha supuesto
conocer FFII personalmente, como matrimonio y como familia?
Mi marido, Fernando Wagener, formaba
parte de la Renovación Carismática Católica cuando yo lo conocí, teníamos ambos
17 años, él tocaba la guitarra en un grupo de oración carismática los martes
por la tarde. Yo era de Schoenstatt desde los 13 años, un movimiento mariano de
origen alemán extendido ahora por todo el mundo; había entregado mi vida a la
Virgen María y tenía un voluntariado con mi grupo de jóvenes de Schoenstatt en
el Hospital Clínico San Carlos en la Plaza de Cristo Rey de Madrid. Hacíamos
acompañamiento de pacientes, atención a enfermos solos y necesitados de
gestiones varias y compañía, preparábamos las misas con uno de los tres
capellanes del hospital, D. Macario, cuidábamos de niños ingresados hasta que
llegaban sus padres del trabajo, etc.
A mis 17 años estando en la
piscina municipal un día mi madre y mi hermana me sacaron a toda prisa: -“Tere,
corre, ven, hemos descubierto un grupo muy curioso en Majadahonda donde la
gente reza alabando, cantando y alzando las manos y se parecen a los primeros
cristianos, tienes que verlo, ¡te gustará!”. Mi madre tenía una gran inquietud
religiosa y siempre se preocupaba por mostrarnos a mí y a mis hermanos
distintos grupos, movimientos o corrientes de espiritualidad, pues estaba
convencida de que en alguno de ellos encontraríamos nuestro camino. Además, yo
sentía que la Virgen me impulsaba muy fuerte a conocer a Dios Padre, a Dios
Hijo y ahora me acercaba a Dios Espíritu Santo… Salí chorreando de aquella
piscina a conocer el grupo y allí estaba mi futuro marido tocando la guitarra…
Nos hicimos muy amigos.
Al hacernos novios al cabo de un
año él se implicó en mi voluntariado y en un grupo de jóvenes de Schoenstatt, y
yo en el grupo de oración carismático de los martes y en el coro de su
parroquia. La devoción mariana y la excelente formación de Schoenstatt casaba a
la perfección con la profundidad y la riqueza de oración de la Renovación
Carismática. Así que en el terreno personal FFII no nos aportó gran cosa que no
conociéramos ya, pues ambos teníamos bastante formación y muchas experiencias
de fe y de dejar obrar al Espíritu Santo en nuestras vidas.
Acudimos juntos de novios y de
casados a ese grupo carismático que nos unió durante muchos años y fuimos a
todas las Asambleas Nacionales. Pero en una familia ocurre que cuando empiezan
a llegar los niños, con la conciliación de la vida laboral y los hijos ya no te
queda tiempo para más, con los niños pequeños nos era imposible acudir al grupo
los martes a las 20.00… Era la hora de la vuelta del trabajo, de los baños y
cenas, etc. Dejamos de acudir a ese grupo de oración carismática. A las 20.00
yo salía de impartir clases en la universidad y Fernando bañaba a los niños
mientras yo conducía a toda prisa por la autopista para llegar a hacer la cena,
cenar juntos y acostarnos agotados. Así es la vida con 3 niños pequeños, es muy
absorbente y agotadora, no te queda tiempo para ti. Yo tenía además dos
trabajos, así que abandonamos ese grupo semanal sintiendo que traicionábamos
nuestras raíces y nuestra historia, pues allí nos unió Dios.
Como sentíamos que nos faltaba la
oración comunitaria, aunque hacíamos oración los Domingos en misa, nos
apuntamos a un grupo de matrimonios los viernes por la tarde pero íbamos
agotados y no nos gustaba dejar a los niños en casa gastando un dinero que no
teníamos en una chica que los dejaba a su aire con la Play Station y nosotros
mientras tanto viviendo nuestra fe de manera aparte… Sentíamos que debíamos
integrarlos, que debíamos hacer algo con ellos, juntos como familia, pues nos
preocupaba su formación religiosa y en valores. Desde un principio buscábamos
que no tuvieran uno sino varios ambientes sanos donde crecer y desarrollarse,
pues luego nunca sabe uno en cuál de ellos deciden quedarse. Así que igual que
mis padres hicieron conmigo los llevamos a conocer Schoenstatt, los Focolares,
la parroquia (somos del coro desde hace 30 años), todas las Asambleas
carismáticas y la Pastoral del colegio. Se implicaron en numerosos ambientes
muy sanos y muy buenos. Pero siempre eran ellos por un lado y nosotros por
otro. Hasta que mi cuñada Pilar llegó un verano emocionada de un Encuentro en
Galicia, y nos dijo que había visto a los padres orar junto con los hijos y
hacer actividades juntos, y que le había gustado mucho. Y me preguntó si queríamos
hacer lo mismo con ellos en Madrid: formar un grupo de oración y formación en
familia un sábado al mes. Nos pareció que era justo lo que buscábamos, ¡esa era
nuestra inquietud! Además, en un formato estupendo, que no estresa ni altera la
vida familiar, una tarde de sábado al mes, era justo lo que sentíamos que
debíamos hacer, integrar a nuestros hijos, trasmitirles la fe, así que
empezamos con mis cuñados ese grupo de Familias Invencibles (FFII). Éramos solo 3 familias…
En ese grupo mensual de FFII de
Madrid mis hijos han crecido, han tenido experiencias de oración, de fe, de
reflexión, de profundización en la fe, una fe viva, donde ven a unos niños,
jóvenes y adolescentes que oran, a unos padres que vibran con la oración… Donde
hemos vivido tanto y hemos visto el efecto tan bueno en nuestros hijos. Ellos
nunca nos han dicho, por ejemplo, que no querían ya ir a misa... como les
ocurre a tantas familias, porque hemos tenido la suerte de tener este grupo de
FFII y también un excelente párroco que les deja meter todo tipo de instrumentos
en la iglesia y mis hijos tocan la batería y la guitarra eléctrica en una
iglesia llena de jóvenes.
Nuestros hijos tenían, por tanto, sus grupos de Schoenstatt quincenales con chavales de su edad, el grupo de FFII de oración en familia un sábado al mes y además ayudábamos en la parroquia con el coro. En FFII trabajábamos la oración espontánea de padres e hijos y también los valores cristianos y temas de fe; por ejemplo, explicar las Bienaventuranzas, el perdón, la alegría cristiana, la oración, etc. Mis hijos han crecido ahí y le deben tanto a este grupo de FFII de Madrid. El grupo creció mucho, ahora lo integran muchas familias.
Nuestros hijos tenían, por tanto, sus grupos de Schoenstatt quincenales con chavales de su edad, el grupo de FFII de oración en familia un sábado al mes y además ayudábamos en la parroquia con el coro. En FFII trabajábamos la oración espontánea de padres e hijos y también los valores cristianos y temas de fe; por ejemplo, explicar las Bienaventuranzas, el perdón, la alegría cristiana, la oración, etc. Mis hijos han crecido ahí y le deben tanto a este grupo de FFII de Madrid. El grupo creció mucho, ahora lo integran muchas familias.
¡Precioso testimonio Teresa! Qué envidia me dais.
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario, César! Que Dtb+
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