24 abril 2018

¿Aún vives con la losa del sepulcro?

Hace no muchos días tuve la oportunidad de participar en una conversación en la que, en un momento dado, una de las personas dijo dirigiéndose a otra: "Si a estas alturas todavía no has aprendido a amarlo (una situación), ya no podrás hacerlo".

Conociendo a la persona que lo dijo y sabiendo lo mucho que quiere a quien se dirigió, sé que lo dijo sin ninguna intención de herir y con cariño. Y, aunque aún no haya sido capaz de descubrirlo, seguro que tenía un propósito.

Pero aquella frase retumbó en mi corazón como el ruido que hace una losa al caer sobre una tumba. No sé si habéis tenido oportunidad de oírlo. Yo sí, y pone los pelos de punta...

Cuando la losa cae, parece que ya no queda esperanza, pues lo que hay debajo (lo muerto) ya ha quedado sepultado y bien tapado.

Pero, ¿sabéis?, Cristo no ha muerto y ha resucitado para que sigamos viviendo con "muertes" y "losas" encima, en nuestro corazón y en nuestra vida. Ni las que nos empeñemos en ponernos (qué absurdos somos a veces...) ni las que otros nos pongan (qué dolorosa esa mirada en la que ya no se espera nada del otro...)

Él tiene poder: Cristo tiene el poder de resucitar de entre los muertos y tiene el poder de resucitar "nuestras muertes". Tiene poder para cambiar y transformar todo lo que haga falta en nuestra vida. ¡Cristo jamás tira la toalla, jamás pierde la esperanza sobre la más mínima cosa que vivimos!

¿Somos capaces de vivir desde el amor algo que hasta ahora nos ha costado amar? ¡Claro que sí! Porque cuando lo vivimos desde nuestras fuerzas, sí sentimos el peso de la losa, de nuestra incapacidad, de nuestro pecado. Pero si dejamos que Cristo resucitado viva en nosotros y sea su Amor el que brille y actúe... ¡oh, sí, entonces es otra cosa!

La belleza del Tiempo Pascual nos recuerda una y otra vez que Cristo está vivo. Y si nuestra muerte ya ha sido vencida por Cristo... ¡todo lo demás no es nada comparado con eso! ¡No te dejes engañar, la losa ya ha sido retirada de tu sepulcro!

Así que... ¡adelante! ¿Con qué te quedas: con la losa o con la vida nueva y resucitada que Jesús te da ya?

Canción: El Dios de la Vida
Autor: Daniel Poli
https://youtu.be/PXm0HGP5qJ8



18 abril 2018

Dios cumple su promesa en ti

Cuando como en el colegio siempre procuro hacerlo mirando hacia la ventana. Me gusta mirar los espacios abiertos, sobre todo si en ellos se ve naturaleza, y ando siempre en su busca en la ciudad, donde es más difícil encontrarlos.

Al fondo de las vistas del comedor del colegio hay un parque, con sus estanques y algún que otro pato. Y mis ojos tienden a perderse imaginándome allí, disfrutando de su belleza.

Mirar por la ventana me ha hecho fijarme mucho también en los árboles que rodean el colegio. Y hoy me he dado cuenta del cambio que han dado de un día para otro: ¡han aparecido los primeros brotes de primavera!

Durante meses he observado sus ramas, que parecían secas, donde colgaba alguna que otra hoja marrón y muerta. Pero hoy esas mismas ramas tienen pequeños y hermosos brotes verdes que, en unos días, se abrirán radiantes bajo el Sol.

Y he pensado que así ocurre también en nosotros: puede que pensemos que hay algo muerto e imposible de resucitar en nuestras vidas; o que no sabemos vivir algo y que jamás podrá cambiar; o que nuestra miseria y pecado son demasiado grandes para salir de ellos y vivir una vida nueva; o... tantas cosas...

Pero si nos abrimos al Señor, el Sol de Amor, y le dejamos que obre en nosotros, nuestra vida renacerá en una radiante primavera. Porque la misma fidelidad que el Señor muestra haciendo que cada año vuelvan los brotes nuevos allí donde parecía que sólo había naturaleza muerta, así el Señor hará brotar en nosotros una nueva y radiante vida en Él, por medio de su Espíritu Santo. Dios nos lo ha prometido y Dios siempre cumple su Palabra. Siempre.

En mi vida ya hay muchos brotes nuevos porque Dios está cumpliendo su promesa en mí. Y tú, ¿qué necesitas presentarle en esta Pascua para que Él lo llene de nueva y radiante VIDA? En ti también cumple su promesa.

Canción: Yo creo en las promesas
Autor: Daniel Poli
https://youtu.be/8dnXds9iYpU



10 abril 2018

Mis manos, las de Jesús. Mis pies, los de Jesús

Jesús resucitado se aparece a sus discípulos y, ante sus dudas, miedo e inseguridad, les invita a mirar sus manos y sus pies:

"¿Por qué os turbáis? ¿Por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y ved... (...) Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies". (cfr. Lucas 24, 38-40)

Siempre he escuchado que, al mostrarle las huellas de su Pasión, Jesús les enseñaba que no era un fantasma; que era el mismo que había sido crucificado y que ahora se mostraba resucitado y glorioso.

Orando esta Palabra, me he quedado con esta frase: "Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona", y me he preguntado por qué precisamente las manos y los pies. Podía haber dicho: "Mirad mi rostro, mis ojos; escuchad mi voz, soy yo". Pero no... les invita a mirar sus manos y pies.

Jesús había recorrido los caminos con sus discípulos. Cuántas horas de cansancio, subiendo y bajando; de conversación compartida, de camino hecho oración gozosa y dolorida ante el trabajo por el Reino...durante largos y largos días, meses, años... Sí, los discípulos conocían bien los pies de Jesús. Le habían visto gastarse y desgastarse por Amor en el camino, saliendo al encuentro del necesitado, del que le buscaba, del que anhelaba recibir de Él el agua que se convertiría en fuente que brota para la vida eterna (cfr. Juan 4, 13-14)

Los discípulos conocían también muy bien las manos de Jesús: manos sanadoras, suaves, que acarician, que abrazan, que curan, que consuelan, que sostienen con fuerza, que levantan, que restauran...

Mirar los pies y las manos de Jesús es mirar el Amor de Dios hecho Carne, hecho Palabra, hecho Vida eterna por mí, por ti, por todos.

Y siento la invitación a que los pies de Jesús sean los míos: a tener pies embarrados, cansados, doloridos, pero siempre prestos a salir al encuentro del que tiene hambre y sed de Dios, por muy lejos que esté, por muy malo o largo que sea el camino.

Y siento el anhelo de que las manos de Jesús sean las mías, dejando que Él acaricie, sostenga, ame, apriete fuerte o dulcemente las manos del hermano, el rostro del hermano, el cuerpo del hermano necesitado del consuelo y del abrazo de Cristo.

Jesús nos lavó los pies, a nosotros, a sus discípulos en la Cena del Jueves Santo. Sí, Señor, creo que empiezo a comprender...

"Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? (...) Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros" (Juan 13, 12-15)


Canción: Servidores sed
Autor: Agustín Sánchez
https://youtu.be/Q7lv59VAlw8




05 abril 2018

Venid a ver...

Una de las antífonas que rezamos en las vísperas del Domingo de Resurrección, y durante toda la Octava de Pascua, dice: "Venid a ver el sitio donde yacía el Señor".

De vez en cuando es bueno recordar este lugar y, con ello, al mismo tiempo volver atrás en nuestra vida.

El sitio donde yacía el Señor es el lugar de los muertos, allí donde Cristo bajó para sepultar nuestro pecado y nuestras "muertes", y darnos en su lugar una nueva vida, bella, hermosa, santa, resucitada.

Hacer memoria de nuestra historia nos ayuda a recordar de dónde nos ha rescatado el Señor. Y volver a escuchar de sus labios, como la pecadora perdonada, "vete y no peques más" (Juan 8, 11)

Nos ayuda a vivir con un corazón agradecido, humilde, que se sabe rescatado, que se sabe mendigo de la Misericordia de Dios que se dona sin medida. Y nos ayuda a vivir con una actitud de súplica constante, para recibir la Gracia del Espíritu Santo que nos lance a vivir en esa vida nueva que ya ha sido dada, pero en la que tantas veces olvidamos vivir, superados por nuestro pecado y por los afanes de la vida.

La Gracia está dada... ¡vivamos! ¡No volvamos a nuestras muertes!

Y la Iglesia, como madre y maestra, nos recuerda las herramientas que Dios nos da para ayudarnos en este camino, como los sacramentos (sobre todo la Eucaristía), la vida comunitaria y el acompañamiento (donde los hermanos nos lanzan a seguir las huellas de Cristo), la formación, la lectura espiritual, la oración...

Uno de las maneras de orar es con la Liturgia de las Horas, a la cual pertenece la oración de Vísperas a la que me refería antes. La Liturgia de las Horas es rezar con la misma oración de Jesús. Él, como buen judío, recitaba los salmos varias veces al día.

A mí me ayuda mucho orar con ella, pues siento que me uno a los mismos sentimientos que Jesús tendría al orar con los salmos. Además, es una ayuda en medio de tanta actividad como siempre tenemos: me centra en ofrecer y dar gracias por el día que comienza (con Laudes), profundizar en la Palabra y en nuestra fe (con el Oficio de Lecturas), volver a poner al Señor en el centro de mi día y de mi trabajo de la tarde (con las Vísperas) y dejar por la noche en sus manos misericordiosas todo lo vivido (en Completas)

"Venid a ver el sitio...", pero no nos quedemos ahí. Vivamos, ¡vivamos!, en la Vida que ya nos ha sido dada. ¡Dejémonos inundar por esta vida que se hace nueva con la fuerza del Amor!

Canción: Resurrección
Autor: Nico Montero
https://youtu.be/d7luBgJweno


Si quieres saber más sobre qué es la Liturgia de las Horas y lanzarte a orar con ella, te comparto algunos links que pueden ser de tu interés:

¿Qué es la Liturgia de las Horas? ¿Cuál es su finalidad? ¿Cómo orar con Laudes y Vísperas?

Para orar con la Liturgia de las Horas

IbreviaryWeb Pro Terra Sancta



03 abril 2018

La Gracia está dada, ¡vive!

¡CRISTO HA RESUCITADO! 
¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO! ¡ALELUYA!

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS!

Dice la Secuencia de Pascua que se recita en la Misa del Domingo de Resurrección y durante toda la Octava de Pascua: "Venid a Galilea, allí el Señor aguarda. Allí veréis los suyos la Gloria de la Pascua".

Esta semana muchos hemos vuelto a nuestra "Galilea", a esa vida cotidiana donde el Señor nos espera. Y, en ella, veremos la Gloria del Señor, la misma vida de Cristo resucitada en nosotros.

Atrás quedó el hombre viejo, sepultado con Cristo. No volvamos a nuestras "muertes", ¡vivamos la vida nueva resucitada y santa que ya nos ha sido dada con su Resurrección!

La Gracia está dada, ¡vive! Amén+

Canción: Sólo quiero decir que te quiero
Grupo: La Voz del Desierto
https://youtu.be/ZW842Aup6u4