09 marzo 2017

IN SANCTITATE VIVIT - "No soy más que un modesto instrumento de la Providencia..." (3ª y última parte)

Hoy concluimos la vida del venerable Marcello Candia.

Una lógica diferente

En su calidad de industrial, Marcello tiene la costumbre de llevar y de hacer que se lleve una contabilidad rigurosa, pero en las obras de Dios hay que ir, a veces, más lejos: "Poco a poco -dirá-, me di cuenta de que, cuando se trataba de Dios, había que aplicar una lógica diferente. Las cuentas salen enseguida, pues los enfermos que pueden pagar sus cuidados son aproximadamente uno de cada diez, y aquellos que están asegurados en una mutua suponen el 40%. Los demás no pueden aportar nada más que a sí mismos para ser curados. De ese modo aprendí que un hospital para los pobres, para funcionar bien, debía tener siempre déficit.. Os resultará difícil comprender lo que supuso para mí entrar en esa lógica... Y cuando se agotaron mis fondos, empezaron a llegar las aportaciones de mis amigos, de los obreros de las fábricas que me pertenecieron, etc.". Y constata igualmente otra maravilla: la transformación de algunas personas de Macapá, que se muestran dispuestas a ayudarle y hallan de ese modo dignidad y fe.

Un modesto instrumento

A pesar de la numerosa oposición que encuentra, Marcello es alabado y aplaudido ya en vida. En 1975, un periódico brasileño de gran difusión le dedica un largo artículo titulado "El mejor hombre de Brasil". Ante tales cumplidos, él responde: "Para mí, no soy nadie; no soy más que un modesto instrumento de la Providencia... No soy yo quien ha dado algo, sino que son los pobres quienes me dan... Quien ha recibido mucho de la vida, debe dar mucho". Ese mismo año, en consideración a lo que le había dicho el cardenal Montini, Marcello decide confiar la obra a los Religiosos Hospitalarios Camilianos. Al respecto afirmará: "No es cristiano buscarse a sí mismo en una obra, sino que hay que realizarse en Dios... Doy gracias al Señor por haber podido empezar la obra con los medios que me dio, pero después tenía que considerarme inútil. Era también necesario que quienes han venido después de mí pudieran contribuir con su iniciativa... Así pues, me he retirado, y ahora me contento con buscar dinero para que puedan continuar la tarea".

La causa de los leprosos siempre conmovió su corazón. A partir de 1967, organizó para ellos la
leprosería de Marituba, perdida en la selva virgen a 400 km al sur de Macapá. Hasta entonces, esos enfermos estaban recluidos en un perímetro prohibido a los no leprosos. La colonia estaba formada por un millar de enfermos que sobrevivían en unas condiciones más que miserables, donde la solidaridad y la higiene eran desconocidas. Cuando visita por primera vez esos lugares, gracias a un permiso especial, Marcello comprende que lo primero es inyectar la esperanza en el corazón de aquellos marginados, implantando entre ellos una comunidad de personas consagradas, con un sacerdote. Marcello establece entonces un centro urbano con casas individuales, agua corriente, drenaje mediante alcantarillas, dispensario, centro social gestionado por los propios enfermos, etc. También se fundan otras leproserías y centros de oración en otras localidades (dos de ellos carmelitas, donde gusta acudir a rezar cada día..). En 1980, el Papa Juan Pablo II visitará sus obras, que le causarán gran impresión y le llevarán a erigir la fundación "Doctor Marcello Candia". Es una gran alegría para todos los colaboradores de Marcello, pero éste lamenta que hayan puesto su nombre a la Fundación.

En 1983, regresa a Milán gravemente enfermo. Desde 1967, ha padecido cuatro crisis cardíacas, pero lo vence un cáncer de piel con metástasis en el hígado, falleciendo el 31 de agosto. El 9 de julio de 2014, el Papa Francisco reconoció la heroicidad de sus virtudes, concediéndole por ello el título de "venerable". Su proceso de beatificación está en curso.


Preciosa vida, gran ejemplo para todos nosotros de cómo vivir la santidad en lo sencillo de cada día. ¡Ojalá el Señor tenga a bien agregarle pronto al número de sus santos!

Que el venerable Marcello Candia nos conceda la Gracia de seguir a Cristo consagrándonos a aliviar a aquellos y aquellas que sufren, teniendo siempre presente que "la primera pobreza de los pueblos es no conocer a Cristo" (Madre Teresa de Calcuta)

Más información: http://www.fondazionecandia.org/ y http://www.clairval.com/index.es.html