20 abril 2017

Y tú, ¿qué esperas?

Os comparto esta meditación del padre Miguel José Cano (sacerdote diocesano de Jaén). Me ha dado luz sobre mi vida, pues veo con cuánta facilidad soy de las que tienen en el corazón un anhelo de entrega, pero con facilidad bajo los brazos y me quedo esperando. Esperando... ¿realmente a qué? Esperando, esperando... se nos escapa la vida...

"En la vida hay personas que esperan, esperan... y esperan. Esperan que los otros les hagan todo. Esperan que los demás les solucionen los problemas. Piensan que no son o no valen para nada, y se sienten indignos para todo. Otros, esperan que todo sea un camino de rosas. Y se amargan y agobian a las primeras de cambio. Todas son esperas que tienen como centro el yo.

Hay otros que también esperan. Esperan encontrarse con el necesitado. Con el que sufre. Con el que necesita un abrazo. Para ello se enfundan el traje de samaritano, y visitan a los enfermos, escuchan a los que no conocen el Amor de Dios. Y no tienen miedo de que su ropa se manche ni que sus zapatos se llenen del barro del camino. No les importa el esfuerzo, ni el sufrimiento. Saben que la espera exige sacrificio, que todo se consigue a base de trabajo y voluntad, y que Dios nos capacita a todos en la dificultad y los problemas. Que aceptan lo que les viene encima. Que se hacen fuertes con el sufrimiento, que saben ofrecerlo y que no se lamentan por las desgracias que les sobrevienen. Que dan gracias a Dios siempre. Que llevan la cruz con entereza.

Yo sé de qué grupo soy, ¿y tú de cuál eres?

¡Señor, quiero conocerte, quiero que tu Misericordia llene mi corazón! ¡Necesito, Señor, que tu mirada me llene, que tu ternura me transforme y que tu Amor cambie mi modo de ver la vida! ¡Señor, te doy gracias porque cada día me sorprendes, porque tu Misericordia es permanente! ¡No permitas que me quede en la linde del camino para esperarte! ¡Envía tu Espíritu Santo, Señor, para que coja bríos que me lleven a Ti y a servir a los demás!

¡Señor, Tú eres misericordioso y compasivo, es tu Palabra, tus gestos, tus miradas, tus enseñanzas las que me alimentan a seguir adelante en el difícil camino de la vida! ¡Eres Tú, Señor, el espejo en el que necesito mirarme, el modelo del que aprendo todo, la guía para enderezar siempre mi camino! ¡Señor, Tú caminaste por Galilea imponiendo tus manos para sanar enfermos, sordos, mudos, ciegos! ¡Sáname, Señor, de mi pecado, de mi sordera para escuchar al que grita pidiendo consuelo, para dar una palabra de esperanza al que la ha perdido, al que no veo y me necesita! ¡Señor, tu Misericordia continúa sanando corazones enfermos! ¡Ten compasión de mí, Señor, y sáname! ¡Y cuando toques mi corazón, no permitas que me quede a la espera! Amén."





17 abril 2017

TESTIMONIO - Mi encuentro fue en una mirada

Hoy nos comparte su testimonio Pablo Fernández-Martos. Un viejo y muy querido amigo del que aprendí sobre todo el amor a la Virgen. Debo reconocer que cuando le conocí, aún seminarista, me chocó mucho ver a alguien que rezaba el rosario completo todos los días. ¡Incluso en las marchas de los campamentos! Fue todo un testimonio silencioso y orante de amor a la Madre que me caló profundamente y que aún recuerdo con cariño.

MI ENCUENTRO FUE EN UNA MIRADA

Hola

Mi nombre es Pablo, soy sacerdote y desde hace 4 años trabajo en el Sur de Chile como director espiritual del Seminario más austral del mundo, en Villarrica.

Me han pedido un breve testimonio de mi encuentro con Cristo, y aquí van unas letras para compartirlo. La verdad es que es bien sencillo.

Hace ya muchos años, siendo yo un niño de 12 años, tuvimos una convivencia con la parroquia en la que yo participaba en Madrid. Yo siempre fui un niño piadoso de una familia muy religiosa, con unos padres que siempre me inculcaron la fe como lo primero y más importante en mi vida. Por una serie de carambolas de la vida, pude hacer mi primera comunión con 6 años y sin duda ese encuentro con Jesús marcó mucho mi vida, porque desde entonces me acercaba con mucha frecuencia a comulgar, siguiendo los buenos ejemplos de mi casa.

En aquella ocasión fuimos con el grupo juvenil de la parroquia y un sacerdote nos ofreció su testimonio vocacional. Yo no recuerdo quién es, ni tampoco muy bien lo que dijo, pero sí recuerdo que me miraba, y que en aquella mirada yo lo entendí todo de una vez. Cuando salí de aquella misa, dije: Yo quiero mirar así, tengo que ser sacerdote. Fue así, muy simple. Me fui a mi casa y se lo dije a mi madre, que me dio buenos consejos y me ayudó a mantener viva esa llamada, al tiempo que me recordaba sus exigencias. Después busqué un director espiritual que me fue educando el corazón y avivando la llama que esa mirada había puesto en mí.

Fundamental fue también la Virgen María, que siempre ha estado muy presente en mi vocación, a la que consagré mi vida desde el primer momento y que siempre con suavidad me ha enseñado a mirar siempre a su Hijo.

Esa mirada ha quedado muy grabada en mi corazón y en la memoria, y de cuando en cuando el Señor me la vuelve a mostrar, en enfermos, sacerdotes, religiosos y en San Juan Pablo II, al que pude saludar en alguna ocasión. Y muchas veces con los ojos cerrados ante el Santísimo Sacramento... ahí está siempre esa mirada, que me recuerda que soy amado y que debo mirar así, como Él mira. Recostado en el Pecho del Señor, escuchando su Corazón, siempre reconozco esa mirada que me recuerda: por encima de tus debilidades, de tus pecados, de tus torpezas, de tus complejos, de tus capacidades y éxitos, de tus alegrías y penas, ¡eres amado!

Así que mi encuentro fue en una mirada. Así de simple, así de grande. No dejes de mirar como te mira el Señor y de pedir que te dé un corazón como el suyo, del que brota una mirada como la suya, llena de bondad y Misericordia.

Dios os bendiga.

Pablo

Canción: Nadie me ha mirado así
Autor: Carlos Dorado
https://youtu.be/_JPCj4QvnTg






14 abril 2017

Ayuda para la familia de Martín Valverde y la oficina Dynamis

Hola a todos. Los gastos de hospitalización, la cancelación de conciertos, gastos de viajes adelantados... son muchas cosas y muy costosas. Es muy importante compartir esta iniciativa y ayudarles en la medida de nuestras posibilidades. A través de estos hermanos, Dios ha salido a nuestro encuentro tantas veces... Ahora es el momento de ser nosotros para ellos el Rostro de Cristo que sale a su encuentro. Que Dob+


Meditación para el Viernes Santo: enséñame, mi Señor...

Por el padre Miguel José Cano (sacerdote diocesano de Jaén - España)

¡Jesús, permíteme acompañarte y enséñame a servir con amor, sin caretas ni prejuicios! Das cada gota de tu sangre por salvarme y, ¡cuánto me cuesta a mí responder siempre con amor! ¡Enséñame, Señor, a amar como Tú amas, a dar mi vida como Tú la das, a entregarme como lo haces Tú!

¡Qué gran enseñanza la tuya, Maestro, porque me doy cuenta de las veces que me agobio cuando no salen los planes como estaban previstos! ¡Enséñame a ser obediente hasta la muerte, confiando en la voluntad del Padre! ¡Déjame acompañarte en los momentos de soledad, dolor y agonía! Sí, ya sabes que me distraigo y quedo dormido. ¡María, acompáñame, enséñame a orar desde el corazón!

¡Enséñame a ser santo, a obrar por amor, a caminar hasta llegar al Paraíso! ¡Quiero seguir tu ejemplo, Cristo mío, quiero seguir tus huellas! ¡Quiero, oh Cordero inmolado, que mi sangre se mezcle con la que tuya en la Santa Cruz! ¡Por eso pido al Espíritu Santo que me capacite para el amor, para seguirte siempre, para imitarte siempre, para vivir como Tú nos has enseñado, para ponerme siempre en manos del Padre Creador! ¡Que sienta de verdad que tu muerte me da la libertad, la vida! ¡Quiero ser santo y hacer de mi vida una vida auténtica, de verdadero discípulo! ¡Hazme entender que el dolor y el sufrimiento no son cosas estériles sino que me unen más a Ti cada día! ¡Y te pido en este día por la humanidad entera, por mi familia y mis amigos, por la Iglesia, por tu pueblo santo, por la unidad de los cristianos, por los que no creen, por los gobernantes, por los enfermos, por los atribulados!

¡Ábrenos los ojos y el corazón, guía cada una de nuestras palabras y nuestros pensamientos, dale sabiduría a cada una de nuestras acciones y decisiones, y repara en nosotros toda nuestra debilidad! ¡Te miro y no puedo más que darte infinitas gracias por tu amor infinito y generoso, por tu inagotable misericordia, por tu sangre derramada, por tu paz, por tus enseñanzas, por tu perdón, por tu paciencia!

¡Hoy, quiero vivir, experimentar, sentir, celebrar e interiorizar la grandeza del amor! ¡Alabarte y bendecirte en este día triste pero también lleno de esperanza! ¡Te pido, Señor, que me hagas pequeño y humilde, despojándome del orgullo y del egoísmo, para amar y perdonar a todos! Amén.



13 abril 2017

Meditación para el Jueves Santo: ser sagrario vacío y abierto para Dios

Por el padre Miguel José Cano (sacerdote diocesano de Jaén)

La liturgia vespertina del Jueves Santo se celebra en la hora de las primeras Vísperas del Triduo Pascual, como pórtico solemne que abre e ilumina los misterios que se celebrarán en los tres días siguientes. Tiene, por tanto, carácter anticipatorio: de la misma forma que Cristo anticipó ritualmente en la última Cena lo que iba a realizar históricamente en la Cruz y Resurrección, así también se anticipa en la Eucaristía vespertina de este día lo que se celebrará más propiamente del Viernes Santo al Domingo de Resurrección. Junto con la institución de la Eucaristía y del sacerdocio, el mandato del Señor del amor fraterno es el gran misterio en que insiste la liturgia del Jueves Santo.

El sagrario vacío que contemplamos hoy en tantas iglesias recuerda aquella nada primordial, a partir de la cual Dios dio inicio al ser de toda la creación material, inaugurando así la historia de la salvación. Una nada en la que “el Espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas” (Gn 1,2). Ahora, una nueva nada, simbolizada en el sagrario abierto y vacío, preludia una nueva creación y anuncia el momento culminante de esa historia de salvación que es el misterio pascual que se va a celebrar en los días del Triduo Santo. A partir de la obra de Cristo, el Espíritu Santo da inicio a su obra, recreando por la gracia, de forma nueva y más plena, todo lo que el pecado había desordenado.

También la virginidad de María se asemeja a aquella primera ‘nada’ primordial de la que surgió la creación material. Ahora, en esa nueva ‘nada’ virginal, comienza, por la encarnación del Verbo, una nueva creación, la recreación del hombre y de todas las cosas. La fecundidad divina hizo salir del seno del Padre toda la creación del principio; esa misma fecundidad hizo salir del seno virginal de María esta nueva creación y este nuevo principio.

Así has de ponerte hoy tú también ante el Señor, como ese sagrario vacío y abierto, pronto y dispuesto para que entre en él esa gracia nueva con la que el Espíritu recrea y renueva tu vida y todas las cosas.