24 marzo 2016

Jueves Santo... AMOR


Meditación sobre el JUEVES SANTO, ciclo C - 2016 (P. Alfonso Sánchez-Rey López de Pablo)

"Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo". Hasta el final, hasta las últimas consecuencias… El amor de Dios no es un amor ideal, no es un amor imposible, es un amor encarnado, para los que están en el mundo. Y desea que ese amor cale, hasta los “huesos” del alma. El Jueves Santo, Jesús quiere resumirlo todo. Todo su Evangelio, la Buena Noticia que ha traído a los hombres, es explicarnos las dimensiones del amor. Un amor real que se arrodilla, y se vuelca no sólo en palabras. Quería dejarlo claro: Que echáramos fuera de nosotros el egoísmo. Distinguir el amor verdadero de otras cosas que se llaman amor pero no lo son, por ejemplo el interés, el deseo, el dominio.

En esa tarde que está llena de confidencias y de cariño, Jesús se desborda mostrando lo que es amar:

1. Dejarnos amar por Dios. Hay una primera cosa de la que nos cuesta convencernos: Dios me ama, me ama con una singularidad tan arrolladora que resulta desconcertante. Dios es así, no puede dejar de querer, está en su esencia, lo lleva en las entrañas. Pero ese amor es tan limpio, es tan puro, que no quiere, por nada del mundo, imponerse, quiere darse por completo y para eso ha de ser aceptado en libertad. Si tú no lo aceptas, si no le abres las puertas de par en par, Dios estará a tu puerta, a la puerta de tu alma llamando, con la mano tendida mendigando tu amor. Tú puedes abrir las puertas y dejar que te llene. O cerrarlas. Está en ti.

2. Amar a Dios. Hay gente a la que no le sale amar a Dios. Y quizá tiene con Dios otras cosas: le tiene respeto, le tiene temor o incluso miedo porque lo ve estricto y justiciero. Unas veces lo ignora y otras lo evita, pero amarle de verdad y con cercanía, con sencillez, con naturalidad, les sale menos. Son como esos niños pequeños, cautelosos cuando están con un desconocido: saben que está allí delante, lo observan, les parece que en principio no les van a hacer daño, pero hay recelo. Que te quiera, Dios mío, que te ame sin reservas y de verdad, con toda el alma. Que sienta por Ti un amor real y práctico con detalles de cariño concretos, fiándome de Ti.

3. Amar a los demás. Cuando el Señor les dice a sus discípulos: "a vosotros os he llamado amigos" no lo dice por compromiso, sino comprometiéndose. Así he de querer yo a los demás. Decirle a alguien: "tu vida me importa" es una cosa muy grande. Cerrarse y no tener a nadie a quien decirle eso es muy triste. Necesitamos a los demás, incluso para ser más nosotros mismos necesitamos expresarles nuestro amor, porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y también nuestra esencia es esa: querer. Una persona que no ama no es una persona completa. Lo que hiere más a una persona es no dejar espacio en el corazón para los demás.

4. Amarnos a nosotros mismos. Hay también una dimensión del amor que se va fraguando hacia adentro. Y no es menos importante, porque todo bien se forja en la intimidad del corazón y brota de ahí como una fuente que Dios alimenta porque enseña a quien se deja. No hay que confundirlo con el egoísmo. Y eso cómo se concreta: consiste en tratarse bien, sin hacerse la víctima, sin despreciarse, o anularse, porque somos queridos por Dios, instrumentos en sus manos para hacerlo presente. Sin juzgarse a uno mismo. Sin compararse con los demás. Sin mimarse a sí mismo. Dándolo todo, porque todo lo hemos recibido de Dios. Eso es quererse.
Jesús nos enseña a amar. Aprender a amar no es fácil. Pero es el gran secreto de nuestra vida, el secreto de la felicidad. Lo que más libera al hombre de sus pesos es el amor. El amor verdadero, auténtico, el amor que se recibe y se da como un don, como un regalo, de forma gratuita, sin esperar nada a cambio.

El amor se hace entonces tan ardiente que se entiende mejor a Dios que es Padre y es misericordia, que es Hijo y es entrega en la Cruz, es Espíritu Santo y es Consuelo y Paz y Alegría. Ese amor que sintió por Jesús, entrañablemente, Nuestra Madre la Virgen y ahora nos da a nosotros. Ojalá que aprendamos a amar con ese amor tan ardiente que quema todo lo que hay a su alrededor, convirtiéndolo en fuego.

Canción: Servidores sed
Autor: Agustín Sánchez
https://www.youtube.com/watch?v=Q7lv59VAlw8