06 febrero 2017

TESTIMONIO - Historia de una bufanda

Hoy compartimos un testimonio que une dos países en distintos lados "del charco": el nuestro y México, porque la Misericordia de Dios no conoce fronteras. Y la oración tampoco.

HISTORIA DE UNA BUFANDA

Siendo el 24 de agosto del año 2014, en la parroquia Ntra. Sra. de la Encarnación, en el pueblo de Náquera (Valencia), algunas personas acudieron a dicha iglesia para participar en el bautismo de una niña milagro. Su padre mejicano y su madre española, ambos muy creyentes, habían estado pidiendo a Dios, durante seis años, el regalo de un hijo o hija, que en este caso ha sido una hermosa niña nacida el 6 de julio del mismo año. Dios, escuchando los ruegos y atendiendo a los sacrificios de estos esposos, les concedió el encargo de ser los padres de Gianna.

Poco antes del bautismo, dentro de la Iglesia, a los pies del sagrario, la tía de Gianna que había venido expresamente desde México para ser testigo de tan divina celebración, encontró al padrino de la niña, que es un Misionero Claretiano (sacerdote), orando de rodillas al buen Dios para que su ahijada, así como sus padres, creciera como testigo del infinito amor que Él había derramado en todas sus creaturas.

La oración de dicho sacerdote se prolongó por unos minutos, y fue el tiempo suficiente en el que la tía de Gianna, que llevaba una temporada un poco revuelta interiormente y casi que enfadada con Dios, al observarlo, experimentara un vuelco en el corazón reconociendo que el Señor escucha a los que se fían de su misericordia (“de la abundancia del corazón, hablan los labios” - Lc 6, 45). Aquella imagen le tocó de un modo inesperado su existencia y mucho de lo que deambulaba en su interior se volvió a resituar a los pies del Señor, que en breve le diría a su sobrina que por el bautismo empezaría a ser reconocida como su hija amada, en quien se llena de gozo (Cf. Mt 3, 17)

A raíz de aquella escena, inesperada, y en la que no hubo palabras, sólo Dios hecho visible en su ministro, Maripy empezó a amar mucho más a todos los sacerdotes, así que puso a pensar en la manera de agradecer y cuidar a quienes han sido llamados para dicha tarea: acercar a todos los hombres y mujeres al amor del Buen Padre Dios.

Lo primero que se le ocurrió fue orar, orar sin desfallecer, para que ningún sacerdote se pierda o se sienta solo. Orar por el sacerdote que sin decir palabra le había hablado al corazón en nombre de Dios. Desde aquel momento, la oración se ha convertido en una constante muy importante en su vida y esto la ha ayudado a vivir de un modo nuevo con su familia (con un esposo y dos hijos, también milagros de Dios)

Lo segundo a lo que estuvo dándole vueltas en su mente y en su corazón fue el intentar materializar tanto el amor como la oración, así que se puso manos a la obra y empezó a aprender a tejer una bufanda. Una prenda de vestir muy común y necesaria durante las temporadas de frío. Lo que no tiene nada de común es que en cada puntada Maripy ha rezado un Ave María por el sacerdote que portará dicha prenda de vestir (¿cuántas puntadas puede haber en una bufanda?). Al juntar tantas puntadas y tantas plegarias a la Madre del Cielo, el resultado viene siendo una bufanda que abriga al sacerdote y lo protege de los ataques del enemigo.

Aquella bufanda ha dejado de ser una prenda común de vestir y se ha convertido en una hermosa expresión de entrega y amor por los ministros de Dios. Sí, he dicho bien, “por los ministros de Dios”, pues desde aquel día ya ha tejido tantas bufandas que muchos sacerdotes han dejado de tener frío, y la confianza en la oración los está fortaleciendo en todo momento.

¿Quién se iba a imaginar que una sencilla oración de rodillas, delante del sagrario, se iba a convertir en tanto amor hecho visible acompañando y protegiendo a un pequeño hombrecillo, padrino de una niña milagro? (su historia hay que escuchársela a sus padres) Así es, una sencilla oración se ha convertido en la multiplicación de oraciones por tantos y tantos sacerdotes necesitados del amor y la protección del pueblo al que han sido consagrados, por amor al Amado.

Gracias Padre, por acoger la oración de tu pueblo.
Gracias Señor Jesús, por traer armonía y paz a los corazones inquietos.
Gracias Espíritu Santo, por hacernos entrar en comunión de hermanos.
¡Bendito seas por siempre Señor!
Gracias Santísima Virgen María, por no desamparar a tus hijos predilectos.

Por cierto, seguramente se preguntarán qué relevancia tiene la fecha del 24 de agosto, memoria de San Bartolomé, Apóstol. Es muy sencillo. El día del segundo nacimiento de Gianna, por el bautismo, también se ha convertido en un día para ser recordado como signo de un nuevo nacimiento para Maripy y para el P. Abel. Pues sólo en el encuentro con el Maestro reencontramos el sentido de nuestra vida:

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» 
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» 
Felipe le contestó: «Ven y verás.» 
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» 
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» 
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» 
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» 
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» (Jn 1, 45-51)

¡Todo para la gloria de Dios!

Canción: Junto a la cruz
Autor: P. Gonzalo Mazarrasa (intérprete: Ana Moya)