11 diciembre 2016

¿Casualidad? ¿Despiste? No, hijo, no... ¡Gozo!

Hace no mucho tiempo escuché una charla en la que se hablaba de cómo es la relación de Jesucristo con nosotros.

Tengo que reconocer que no sólo no me aportó nada nuevo, sino que hubo un momento en que sentí cómo se me revolvían las entrañas. Pues comencé a escuchar cosas que, no sólo no tienen nada que ver con la fe que he recibido, sino que es totalmente contrario a mi propia experiencia con el Señor.

La persona que daba la charla, en un momento determinado afirmó (basándose en textos del Evangelio) que el Señor realmente no quería hacer ciertos milagros. Que Él pasaba y DE CASUALIDAD se encontró con una situación determinada y, ante la petición de alguna persona, hizo el milagro. Que sucedía algo así como: "Señor, hazme este milagro". "¡Huy!, no te había visto, pero vale". Porque realmente el Señor iba por los caminos más despistado que otra cosa. Y que esto mismo sigue sucediendo en nuestra vida actual: que el Señor no nos presta atención salvo que nosotros nos pongamos delante y le saquemos a la fuerza el milagro.

Supongo que tú, que lees esto, si has tenido una mínima experiencia del Amor de Dios habrás sufrido el mismo revuelto de entrañas. Y si no la has tenido... te cuento: NO ES ASÍ. Para nada.

Es cierto que en ocasiones el Señor quiere que le "arranquemos" los milagros. Al fin y al cabo, nuestra relación con Dios se juega en la libertad. Y Él se toma muy en serio nuestra libertad. Como buen Padre y pedagogo, a veces nos deja caminar por nuestros caminos aunque estén equivocados. Y es que tantas veces nos ponemos cabezones con nuestra soberbia pensando que nosotros sabemos mejor que Dios lo que nos conviene...

Pero para nada el Señor va de "despistado" por nuestra vida. Y en el Evangelio tenemos unos cuantos ejemplos de Jesús saliendo al encuentro. Por mencionar algunos: ¿es casualidad que se sentara en el pozo justo a la hora en la que salía la Samaritana de su casa para sacar agua de ese mismo pozo? (¡y con todo el calorazo!) (Juan 4, 5-42). ¿Es casualidad que levantara la vista y se encontrara a Zaqueo subido en el sicómoro? (¿a qué viene entonces ese "es necesario"?) (Lucas 19, 1-10) ¿Es casualidad que viera a Natanael bajo la higuera antes de que Felipe le llamara? (y a saber qué estaba haciendo para que luego Natanael soltara lo que soltó) (Juan 1, 45-51)

Pues no, ¡pues no! Dios está TOTALMENTE pendiente de nosotros, SIEMPRE. Y de cada uno en particular, como si no hubiese nadie más en todo el mundo.

Y lo que ocurre nunca ocurre por "casualidad". En un anuncio actual de un coche en la TV lo llaman serendipia. Los cristianos lo llamamos providencia. O diosidades, o diosidencia. Sea como sea como lo llamemos... es la Misericordia de Dios en acción.

Gocemos, ¡gocemos! del Amor de Dios que se desborda por nosotros. Porque se le "cae la baba" por nosotros. Porque no somos cualquier cosa para Él... ¡ha querido hacerse Hombre para nuestra Salvación! Tenemos el Adviento para saborear esta gran noticia y prepararnos para la Navidad y hoy, III Domingo de Adviento, se nos invita a gozarnos y alegrarnos por ello. Nuestro valor es infinito y eterno para Dios. ¿Casualidad? No ¿Despiste? No. ¿Amor y Misericordia? SIEMPRE.


Canción: Estoy a la puerta y llamo
Autor: Federico Carranza (grupo Jésed)
https://www.youtube.com/watch?v=SALGI2DowOA