SALMO 23
Entrada solemne de Dios en su templo |
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Este Domingo de Ramos nos abre las puertas a la Semana Santa. El Señor viene, una vez más, a morir y resucitar en el "Jerusalén" de nuestro corazón.
Sí, "mira a tu Rey que viene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica" (Zacarías 9, 9). Manso y humilde, con manos inocentes y puro corazón.
Y cuando llega a la puerta de tu corazón... ¡¡se golpea la frente!! Porque tenemos nuestros esquemas, juicios, ideas preconcebidas, etc., etc. etc... y un largo etcétera más... de lo que tiene que ser nuestra vida, de cómo vivir nuestra fe cristiana, de lo que el Señor tiene que traer o no, pedir o no a nuestra vida, de cómo ha de ser la Semana Santa, y la Pascua, y el Tiempo Ordinario y....
Vamos, que la puerta de nuestro corazón se ha quedado tan estrechuja que el Señor, con su buen 1,80 (según la Sábana Santa) no entra por mucho que se agache...
Y si el Señor no entra para llevar a la cruz y resucitar todo aquello que en nuestra vida debe morir y resucitar a una vida nueva, algo habrá que hacer, ¿¿no??
Pues eso... "¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas", que de puro antiguas ya se han quedado oxidadas... ¿O no...? Todavía puedes abrirlas. ¿Las abres?
Canción: Dos mil años de luz
Autor: Betania
https://www.youtube.com/watch?v=i5IUvMK1FCA