25 enero 2016

Dios y la máquina de refrescos

Hace unos días escuché una canción que empezaba muy bien, porque daba gracias a Dios por todo lo recibido. Pero entonces llegaba el estribillo y decía "Dios, dame vida y salud, que lo demás lo resuelvo yo". Y ahí... para mi gusto, se estropeó la canción.

Cuando mis alumnos me preguntan por qué Dios no responde a lo que le piden, les digo que el Señor no es como una máquina de refrescos, en la que echas una monedita y te sale la lata. Y el estribillo de esta canción me recordó a lo de la máquina.

A mí no me basta. No, a mí no me basta tener una relación con Dios como la tengo con una máquina de refrescos cuando hace calor. Decía Santa Teresita del Niño Jesús: "yo lo escojo todo". Yo quiero a Dios en TODO: que Él sea mi todo y que toda mi vida esté en sus manos. No me basta que me dé vida y salud (la lata) y que lo demás (la monedita y el resto de mi vida alejada de la máquina de refrescos) sea algo que resuelva yo al margen de Él.

Porque hay VIDA más allá de la máquina. Hay una vida plena más allá de mis deseos limitados, un horizonte mucho más amplio y hermoso que sólo aquello a lo que mi vista alcanza o que este mundo me puede ofrecer.

"Conozco a Cristo pobre y crucificado, y eso me basta", decía San Francisco de Asís. Sí, Señor, todo lo que deseo eres Tú: te rindo a ti mi voluntad para la construcción de tu Reino. ¡Todo lo que soy clama por ti!, porque TÚ eres mi Vida, mi Libertad, mi Luz, mi Bien, mi todo Bien, mi Sumo Bien...


Canción: Tú (You)
Autor: Hillsong
https://www.youtube.com/watch?v=Z9WgA4aaGik