02 enero 2015

Exquisiteces

Ha comenzado un nuevo año. Pero el ser humano parece que sigue enfrascado en los absurdos de siempre.

Veo con tristeza en las noticias que ha habido alguna dimisión y puede que haya algún despido porque una o varias personas se equivocaron interrumpiendo con publicidad la cuenta de las uvas en una cadena de televisión andaluza. Y yo me pregunto: ¿acaso es más importante una tradición de hace no demasiados años que la vida de un ser humano y su familia, que dependen del sustento económico de ese trabajo? ¿Realmente lo es?

Unos días antes de Navidad tuve ocasión de ir a una oración por la paz en Tierra Santa. A mitad de la Misa una señora comenzó a toser, se apartó de los bancos y, en un rincón, intentó evitar su tos. En ese momento comenzamos a rezar el Padre Nuestro. Ni una de las personas que tenía en los bancos delante de mí se volvió a ayudar a esta pobre mujer, que lo estaba pasando realmente mal. Ni siquiera se inmutaron. Y la maravillosa oración que el mismo Jesús nos dejó pareció perder todo sentido.

Porque si perdemos la perspectiva de lo humano, de nuestro prójimo, todo pierde sentido. Y dejé volar mi imaginación hacia las primeras comunidades cristianas. Esas que compartían las necesidades de los hermanos dentro de la comunidad. Esas que, me atrevo a afirmar, pararían su celebración para socorrer al hermano enfermo, mostrando con sus actos el Amor de Cristo que llevó a exclamar a los que los observaban: "Mirad cómo se aman" (Tertuliano. "Apología contra los gentiles", 39)

No pretendo idealizar las primeras comunidades. Sólo tomar conciencia de que estamos llamados a algo muy grande, tremendo: a amar con el mismo Amor de Dios. A vivir como verdaderos hermanos de nuestros semejantes, bajo la mirada Misericordiosa de un mismo Padre. Y esto no es cuestión de heroicidades. Nos lo jugamos en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles.

Tenemos un precioso año por delante. Preguntémonos: ¿amamos verdaderamente? ¿Sabemos amar? ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Qué es lo que realmente nos importa? Cada día, cada segundo, tenemos la oportunidad de aprender a amar y recomenzar de nuevo centrando el corazón donde debe estar centrado.

Y así hacer de cada encuentro con el hermano una pequeña exquisitez de amor...






Canción: Cambiar el corazón
Autora: Maite Losada
https://www.youtube.com/watch?v=2-9HJ4z2f3E