29 diciembre 2015

¡¡Me apunto...!!

Hoy en Misa el sacerdote nos comentaba la alegría del anciano Simeón por poder ver al Mesías hecho Niño, por ver la promesa de Dios cumplida en los brazos de una joven de Galilea. Pero que Simeón hubiera dado cualquier cosa, incluso su vida, por el inmenso gozo que tenemos cualquiera de nosotros por poder comer al mismo Hijo de Dios y por poderlo contemplar, vivo y resucitado, en cualquier sagrario.

En el rato de adoración que he podido disfrutar después he hecho un repaso a todo este año 2015 que estamos a punto de terminar. Y no podía más que dar gracias, como el anciano Simeón, por ser testigo privilegiado del paso de Dios por mi vida y por la vida de los que me rodean, por todas las veces que he podido comulgar y tenerle dentro, por tantas horas de adoración rendida a sus pies... Ha sido un año lleno de bendiciones de Dios y de errores por mi parte. En definitiva, una historia de Amor normal y corriente, de lo más típica, entre el inmenso, incalculable, infinito, sorprendente etc., etc., etc. Amor de este Dios Misericordioso que se complace en hacerse pequeño para ponerse al mismo nivel de su criatura, pequeña, infiel, muy finita, llena de miserias... pero inmensamente amada y redimida por su Misericordia.

Porque creo que ahí está la clave de todo: que Dios tiene Misericordia. Porque sí, porque "le da la gana". Y, la verdad sea dicha... no me lo pienso dos veces: ¡¡yo me apunto a ser recipiente de su ternura y Misericordia!! Porque sí, porque lo necesito. Porque sin ella, no soy capaz de amar como soy amada, ni de entregarme como Él entregó su Vida, ni de perdonar como soy perdonada... Porque mi horizonte es muy limitado cuando pierdo de vista la promesa de mi Dios de algún día contemplar, de su mano, la inmensidad de su Corazón redentor en la vida eterna...

¡Qué gran sintonía tiene nuestro querido Papa Francisco con el Espíritu Santo, que nos ha regalado este Año de la Misericordia! El único deseo que tengo para el 2016 es que este Año de la Misericordia realmente se haga carne en mi vida, que lo viva de verdad, que no lo viva en paralelo y se me escape de entre los dedos...

Con este deseo y anhelo recomienzo este blog. Pero como aún quedan muchas horas para que llegue el 2016... os deseo a todos una ¡¡MUY FELIZ NAVIDAD!!




Canción: Dios es Amor
Autor: Hillsong (interpretado por Marcos Witt)
https://www.youtube.com/watch?v=3tTyGbOEDHs




17 septiembre 2015

Impresión de las llagas a San Francisco de Asís+

Querido padre San Francisco: concédenos la Gracia de amar como tú amaste a Cristo pobre y crucificado, y dejarnos hacer, como tú, alter Christus. Amén+


Aparición del serafín e impresión de las llagas a San Francisco

En cuanto a la tercera consideración, que es la de la aparición del serafín y de la impresión de las llagas, se ha de considerar que, estando próxima la fiesta de la cruz de septiembre (1), fue una noche el hermano León, a la hora acostumbrada, para rezar los maitines con San Francisco. Lo mismo que otras veces, dijo desde el extremo de la pasarela: Domine, labia mea aperies, y San Francisco no respondió. El hermano León no se volvió atrás, como San Francisco se lo tenía ordenado, sino que, con buena y santa intención, pasó y entró suavemente en su celda; no encontrándolo, pensó que estaría en oración en algún lugar del bosque. Salió fuera, y fue buscando sigilosamente por el bosque a la luz de la luna. Por fin oyó la voz de San Francisco, y, acercándose, lo halló arrodillado, con el rostro y las manos levantadas hacia el cielo, mientras decía lleno de fervor de espíritu:
-- ¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío? Y ¿quién soy yo, gusano vilísimo e inútil siervo tuyo?
Y repetía siempre las mismas palabras, sin decir otra cosa. El hermano León, fuertemente sorprendido de lo que veía, levantó los ojos y miró hacia el cielo; y, mientras estaba mirando, vio bajar del cielo un haz de luz bellísima y deslumbrante, que vino a posarse sobre la cabeza de San Francisco; y oyó que de la llama luminosa salía una voz que hablaba con San Francisco; pero el hermano León no entendía lo que hablaba. Al ver esto, y reputándose indigno de estar tan cerca de aquel santo sitio donde tenía lugar la aparición y temiendo, por otra parte, ofender a San Francisco o estorbarle en su consolación si se daba cuenta, se fue retirando poco a poco sin hacer ruido, y desde lejos esperó hasta ver el final. Y, mirando con atención, vio cómo San Francisco extendía por tres veces las manos hacia la llama; finalmente, al cabo de un buen rato, vio cómo la llama volvía al cielo.
Marchóse entonces, seguro y alegre por lo que había visto, y se encaminó a su celda. Como iba descuidado, San Francisco oyó el ruido que producían sus pies en las hojas del suelo, y le mandó que le esperase y no se moviese. El hermano León obedeció y se estuvo quieto esperándole; tan sobrecogido de miedo, que, como él lo refirió después a los compañeros, en aquel momento hubiera preferido que lo tragara la tierra antes que esperar a San Francisco, por pensar que estaría incomodado contra él; porque ponía sumo cuidado en no ofender a tan buen padre, no fuera que, por su culpa, San Francisco le privase de su compañía. Cuando estuvo cerca San Francisco, le preguntó:
-- ¿Quién eres tú?
-- Yo soy el hermano León, Padre mío -respondió temblando de pies a cabeza.
-- Y ¿por qué has venido aquí, hermano ovejuela? -prosiguió San Francisco-. ¿No te tengo dicho que no andes observándome? Te mando, por santa obediencia, que me digas si has visto u oído algo.
El hermano León respondió:
-- Padre, yo te he oído hablar y decir varias veces: «¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío?» y «¿Quién soy yo, gusano vilísimo e inútil siervo tuyo?»
Cayendo entonces de rodillas el hermano León a los pies de San Francisco, se reconoció culpable de desobediencia contra la orden recibida y le pidió perdón con muchas lágrimas. Y en seguida le rogó devotamente que le explicara aquellas palabras que él había oído y le dijera las otras que no había entendido.
Entonces, San Francisco, en vista de que Dios había revelado o concedido al humilde hermano León, por su sencillez y candor, ver algunas cosas, condescendió en manifestarle y explicarle lo que pedía, y le habló así:
-- Has de saber, hermano ovejuela de Jesucristo, que, cuando yo decía las palabras que tú escuchaste, mi alma era iluminada con dos luces: una me daba la noticia y el conocimiento del Creador, la otra me daba el conocimiento de mí mismo. Cuando yo decía: «¿Quién eres tú, dulcísimo Dios mío?», me hallaba invadido por una luz de contemplación, en la cual yo veía el abismo de la infinita bondad, sabiduría y omnipotencia de Dios. Y cuando yo decía: «¿Quién soy yo», etc.?, la otra luz de contemplación me hacía ver el fondo deplorable de mi vileza y miseria. Por eso decía: «¿Quién eres tú, Señor de infinita bondad, sabiduría y omnipotencia, que te dignas visitarme a mí, que soy un gusano vil y abominable?» En aquella llama que viste estaba Dios, que me hablaba bajo aquella forma, como había hablado antiguamente a Moisés. Y, entre otras cosas que me dijo, me pidió que le ofreciese tres dones; yo le respondí: «Señor mío, yo soy todo tuyo. Tú sabes bien que no tengo otra cosa que el hábito, la cuerda y los calzones, y aun estas tres cosas son tuyas; ¿qué es lo que puedo, pues, ofrecer o dar a tu majestad?» Entonces Dios me dijo: «Busca en tu seno y ofréceme lo que encuentres». Busqué, y hallé una bola de oro, y se la ofrecí a Dios; hice lo mismo por tres veces, pues Dios me lo mandó tres veces; y después me arrodillé tres veces, bendiciendo y dando gracias a Dios, que me había dado alguna cosa que ofrecerle. En seguida se me dio a entender que aquellos tres dones significaban la santa obediencia, la altísima pobreza y la resplandeciente castidad, que Dios, por gracia suya, me ha concedido observar tan perfectamente, que nada me reprende la conciencia. Y así como tú me veías meter la mano en el seno y ofrecer a Dios estas tres virtudes, significadas por aquellas tres bolas de oro que me había puesto Dios en el seno, así me ha dado Dios tal virtud en el alma, que no ceso de alabarle y glorificarle con el corazón y con la boca por todos los bienes y todas las gracias que me ha concedido. Estas son las palabras que has oído y aquel elevar las manos por tres veces que has visto. Pero guárdate bien, hermano ovejuela, de seguir espiándome; vuélvete a tu celda con la bendición de Dios. Y ten buen cuidado de mí, porque, dentro de pocos días, Dios va a realizar cosas tan grandes y maravillosas sobre esta montaña, que todo el mundo se admirará; cosas nuevas que Él nunca ha hecho con creatura alguna en este mundo.
Dicho esto, se hizo traer el libro de los evangelios, pues Dios le había sugerido interiormente que, al abrir por tres veces el libro de los evangelios, le sería mostrado lo que Dios quería obrar en él. Traído el libro, San Francisco se postró en oración; cuando hubo orado, se hizo abrir tres veces el libro, por mano del hermano León, en el nombre de la Santísima Trinidad; y plugo a la divina voluntad que las tres veces se le pusiese delante la pasión de Cristo. Con ello se le dio a entender que como había seguido a Cristo en los actos de la vida, así le debía seguir y conformarse a él en las aflicciones y dolores de la pasión antes de dejar esta vida (2).
A partir de aquel momento comenzó San Francisco a gustar y sentir con mayor abundancia la dulzura de la divina contemplación y de las visitas divinas. Entre éstas tuvo una que fue como la preparación inmediata a la impresión de las llagas, y fue de este modo: El día que precede a la fiesta de la Cruz de septiembre, hallándose San Francisco en oración recogido en su celda, se le apareció el ángel de Dios y le dijo de parte de Dios:
-- Vengo a confortarte y a avisarte que te prepares y dispongas con humildad y paciencia para recibir lo que Dios quiera hacer en ti.
Respondió San Francisco:
-- Estoy preparado para soportar pacientemente todo lo que mi Señor quiera de mí.
Dicho esto, el ángel desapareció.
Llegó el día siguiente, o sea, el de la fiesta de la Cruz (3), y San Francisco muy de mañana, antes de amanecer, se postró en oración delante de la puerta de su celda, con el rostro vuelto hacia el oriente; y oraba de este modo:
-- Señor mío Jesucristo, dos gracias te pido me concedas antes de mi muerte: la primera, que yo experimente en vida, en el alma y en el cuerpo, aquel dolor que tú, dulce Jesús, soportaste en la hora de tu acerbísima pasión; la segunda, que yo experimente en mi corazón, en la medida posible, aquel amor sin medida en que tú, Hijo de Dios, ardías cuando te ofreciste a sufrir tantos padecimientos por nosotros pecadores.
Y, permaneciendo por largo tiempo en esta plegaria, entendió que Dios le escucharía y que, en cuanto es posible a una pura creatura, le sería concedido en breve experimentar dichas cosas.
Animado con esta promesa, comenzó San Francisco a contemplar con gran devoción la pasión de Cristo y su infinita caridad. Y crecía tanto en él el fervor de la devoción, que se transformaba totalmente en Jesús por el amor y por la compasión. Estando así inflamado en esta contemplación, aquella misma mañana vio bajar del cielo un serafín con seis alas de fuego resplandecientes. El serafín se acercó a San Francisco en raudo vuelo tan próximo, que él podía observarlo bien: vio claramente que presentaba la imagen de un hombre crucificado y que las alas estaban dispuestas de tal manera, que dos de ellas se extendían sobre la cabeza, dos se desplegaban para volar y las otras dos cubrían todo el cuerpo.
Ante tal visión, San Francisco quedó fuertemente turbado, al mismo tiempo que lleno de alegría, mezclada de dolor y de admiración. Sentía grandísima alegría ante el gracioso aspecto de Cristo, que se le aparecía con tanta familiaridad y que le miraba tan amorosamente; pero, por otro lado, al verlo clavado en la cruz, experimentaba desmedido dolor de compasión. Luego, no cabía de admiración ante una visión tan estupenda e insólita, pues sabía muy bien que la debilidad de la pasión no dice bien con la inmortalidad de un espíritu seráfico. Absorto en esta admiración, le reveló el que se le aparecía que, por disposición divina, le era mostrada la visión en aquella forma para que entendiese que no por martirio corporal, sino por incendio espiritual, había de quedar él totalmente transformado en expresa semejanza de Cristo crucificado (4).
Durante esta admirable aparición parecía que todo el monte Alverna estuviera ardiendo entre llamas resplandecientes, que iluminaban todos los montes y los valles del contorno como si el sol brillara sobre la tierra. Así, los pastores que velaban en aquella comarca, al ver el monte en llamas y semejante resplandor en torno, tuvieron muchísimo miedo, como ellos lo refirieron después a los hermanos, y afirmaban que aquella llama había permanecido sobre el monte Alverna una hora o más. Asimismo, al resplandor de esa luz, que penetraba por las ventanas de las casas de la comarca, algunos arrieros que iban a la Romaña se levantaron, creyendo que ya había salido el sol, ensillaron y cargaron sus bestias, y, cuando ya iban de camino, vieron que desaparecía dicha luz y nacía el sol natural.
En esa aparición seráfica, Cristo, que era quien se aparecía, habló a San Francisco de ciertas cosas secretas y sublimes, que San Francisco jamás quiso manifestar a nadie en vida, pero después de su muerte las reveló, como se verá más adelante. Y las palabras fueron éstas:
-- ¿Sabes tú -dijo Cristo- lo que yo he hecho? Te he hecho el don de las llagas, que son las señales de mi pasión, para que tú seas mi portaestandarte (5). Y así como yo el día de mi muerte bajé al limbo y saqué de él a todas las almas que encontré allí en virtud de estas mis llagas, de la misma manera te concedo que cada año, el día de tu muerte, vayas al purgatorio y saques de él, por la virtud de tus llagas, a todas las almas que encuentres allí de tus tres Ordenes, o sea, de los menores, de las monjas y de los continentes (6), y también las de otros que hayan sido muy devotos tuyos, y las lleves a la gloria del paraíso, a fin de que seas conforme a mí en la muerte como lo has sido en la vida.
Cuando desapareció esta visión admirable, después de largo espacio de tiempo y de secreto coloquio, dejó en el corazón de San Francisco un ardor desbordante y una llama de amor divino, y en su carne, la maravillosa imagen y huella de la pasión de Cristo. Porque al punto comenzaron a aparecer en las manos y en los pies de San Francisco las señales de los clavos, de la misma manera que él las había visto en el cuerpo de Jesús crucificado, que se le apareció bajo la figura de un serafín. Sus manos y sus pies aparecían, en efecto, clavados en la mitad con clavos, cuyas cabezas, sobresaliendo de la piel, se hallaban en las palmas de las manos y en los empeines de los pies, y cuyas puntas asomaban en el dorso de las manos y en las plantas de los pies, retorcidas y remachadas de tal forma, que por debajo del remache, que sobresalía todo de la carne, se hubiera podido introducir fácilmente el dedo de la mano, como en un anillo. Las cabezas de los clavos eran redondas y negras.
Asimismo, en el costado derecho aparecía una herida de lanza, sin cicatrizar, roja y ensangrentada, que más tarde echaba con frecuencia sangre del santo pecho de San Francisco, ensangrentándole la túnica y los calzones. Lo advirtieron los compañeros antes de saberlo de él mismo, observando cómo no descubría las manos ni los pies y que no podía asentar en tierra las plantas de los pies, y cuando, al lavarle la túnica y los calzones, los hallaban ensangrentados; llegaron, pues, a convencerse de que en las manos, en los pies y en el costado llevaba claramente impresa la imagen y la semejanza de Cristo crucificado.
Y por mucho que él anduviera cuidadoso de ocultar y disimular esas llagas gloriosas, tan patentemente impresas en su carne, viendo, por otra parte, que con dificultad podía encubrirlas a los compañeros sus familiares, mas temiendo publicar los secretos de Dios, estuvo muy perplejo sobre si debía manifestar o no la visión seráfica y la impresión de las llagas. Por fin, acosado por la conciencia, llamó junto a sí a algunos hermanos de más confianza, les propuso la duda en términos generales, sin mencionar el hecho, y les pidió su consejo. Entre ellos había uno de gran santidad, de nombre hermano Iluminado (7); éste, verdaderamente iluminado por Dios, sospechando que San Francisco debía de haber visto cosas maravillosas, le respondió:
-- Hermano Francisco, debes saber que, si Dios te muestra alguna vez sus sagrados secretos, no es para ti sólo, sino también para los demás; tienes, pues, motivo para temer que, si tienes oculto lo que Dios te ha manifestado para utilidad de los demás, te hagas merecedor de reprensión.
Entonces, San Francisco, movido por estas palabras, les refirió, con grandísima repugnancia, la sobredicha visión punto por punto, añadiendo que Cristo durante la aparición le había dicho ciertas cosas que él no manifestaría jamás mientras viviera (8).
Si bien aquellas llagas santísimas, por haberle sido impresas por Cristo, eran causa de grandísima alegría para su corazón, con todo le producían dolores intolerables en su carne y en los sentidos corporales. Por ello, forzado de la necesidad, escogió al hermano León, el más sencillo y el más puro de todos, para confiarle su secreto; a él le dejaba ver y tocar sus santas llagas y vendárselas con lienzos para calmar el dolor y recoger la sangre que brotaba y corría de ellas. Cuando estaba enfermo, se dejaba cambiar con frecuencia las vendas, aun cada día, excepto desde la tarde del jueves hasta la mañana del sábado, porque no quería que le fuese mitigado con ningún remedio humano ni medicina el dolor de la pasión de Cristo que llevaba en su cuerpo durante todo ese tiempo en que nuestro Señor Jesucristo había sido, por nosotros, preso, crucificado, muerto y sepultado. Sucedió alguna vez que, cuando el hermano León le cambiaba la venda de la llaga del costado, San Francisco, por la violencia del dolor al despegarse el lienzo ensangrentado, puso la mano en el pecho del hermano León; al contacto de aquellas manos sagradas, el hermano León sintió tal dulzura, que faltó poco para que cayera en tierra desvanecido.
Finalmente, por lo que hace a esta tercera consideración, cuando terminó San Francisco la cuaresma de San Miguel Arcángel, se dispuso, por divina inspiración, a regresar a Santa María de los Ángeles. Llamó, pues, a los hermanos Maseo y Ángel y, después de muchas palabras y santas enseñanzas, les recomendó aquel monte santo con todo el encarecimiento que pudo, diciéndoles que le convenía volver, juntamente con el hermano León, a Santa María de los Ángeles. Dicho esto, se despidió de ellos, los bendijo en nombre de Jesucristo crucificado y, condescendiendo con sus ruegos, les tendió sus santísimas manos, adornadas de las gloriosas llagas, para que las vieran, tocaran y besaran. Dejándolos así consolados, se despidió de ellos y emprendió el descenso de la montaña santa (9).
En alabanza de Cristo. Amén.
1) La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, 14 de septiembre.
2) El relato viene de 1 Cel 92s, pero el autor de las Consideraciones ha tenido delante, más bien, la LM 13,2.
3) El autor de las Consideraciones fija con precisión la lecha de la impresión de las llagas: el 14 de septiembre. Tomás de Celano no da ninguna fecha; San Buenaventura se limita a decir: «un día próximo a la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz» (LM 13,3). La fiesta litúrgica ha venido celebrándose el 17 de septiembre.
4) Es la idea reiteradamente expresada por San Buenaventura, a quien sigue casi literalmente el autor (cf. LM 13,3): Francisco anheló durante toda su vida el martirio por Cristo; no logró el martirio corporal, pero Cristo le reservaba otro martirio más meritorio: el de su transformación en el Crucificado.
5) En italiano, gonfaloniere. Es otra de las ideas de San Buenaventura: «Cristo le entregó su estandarte, esto es, la señal del Crucificado».
6) Las tres Ordenes de San Francisco: Menores, Clarisas y Terciarios. Estamos ante otra revelación, fruto tardío de la fantasía de ciertos ambientes conventuales, en que las glorias de la Orden suponían más que la imitación sincera del humilde Poverello.
7) El hermano Iluminado de Rieti, que había sido compañero del Santo en Egipto.
8) El texto de Actus 9,71 termina el relato de la estigmatización con estas palabras: «Estos hechos los supo el hermano Jacobo de Massa de boca del hermano León, y el hermano Hugolino de Monte Santa María los supo de boca de dicho hermano Jacobo, y yo, que lo escribo, de boca del hermano Hugolino, hombre enteramente digno de fe».
9) Fue el 30 de septiembre de 1224.


16 agosto 2015

La soledad de la luz en medio de la oscuridad

Estos días en los que muchos salimos de nuestros ambientes habituales y nos acercamos a los pueblos donde han vivido nuestros antepasados, suponen por lo general un cambio en nuestro modo de orar y acercanos a los sacramentos.

Para algunos no hay cambios, pues la facilidad es la misma. Pero para otros no es así.

Hace unos días escuchaba el dolor de un alma que sólo podía orar sentándose en la puerta de la iglesia de su pueblo. Yo soy más afortunada: siempre que pido la llave me la dejan y puedo entrar cuando quiera a orar ante el sagrario de la hermosa y pequeña iglesia románica de mi pueblo.

Y en la soledad, frescura y oscuridad que hay entre sus muros, el Señor siempre me espera. Al fondo del ábside, indicado con una pequeña luz junto al sagrario.

Y qué solo está Aquel que es la Luz del mundo... Los veraneantes pasan junto a la iglesia y, al tener la puerta abierta, a veces me llegan sus palabras. Pero sólo algún turista entra a verla... y, sin querer a veces, también le ven a Él. Humilde y escondido, sin queja, recibiendo a todo aquel que entra con una gran sonrisa y los brazos abiertos en acogida.

Estos días siento más que nunca la soledad del Corazón de mi Dios en tantos sagrarios. Y también experimento la soledad de los que tenemos fe en un mundo que pasa de largo ante Cristo. No es fácil ser una pequeña vela que intenta iluminar tanta oscuridad. Y más aún cuando los que también se consideran creyentes, pero viven impregnados de relativismo, soplan con fuerza para intentar apagar tan frágil llama.

En esos momentos sólo veo una salida: la débil vela debe morir. Debe dejarse abrasar por el Fuego del Espíritu de Dios. Porque sólo fundida en Él podrá realmente iluminar. Una vez más disminuir, hasta ser nada, para que Cristo crezca y lo sea todo (cfr. Juan 3, 30)


Canción: Sólo Cristo
Intérprete: Hillsong United
https://youtu.be/mbHvX9tKs1w





12 agosto 2015

La Visitación: un regalo de Dios para la Iglesia y para mi vida

Hoy celebramos a Santa Juana Francisca de Chantal, fundadora (junto con San Francisco de Sales) de la Orden de la Visitación de Santa María, popularmente conocidas como Salesas.

Otra gran mujer, esposa y madre, amiga y compañera espiritual de un Santo, y Santa. Tengo grandes amigas y hermanas en la Visitación. Para que las conozcáis un poco más, os dejo un extracto de sus Constituciones:

"...fue fundada para dar a Dios hijas de oración, tan interiores que sean encontradas dignas de adorarle en espíritu y verdad. Un espíritu que no busca sino a Dios y tiende continuamente a unirse a Él; un espíritu de profunda humildad para con Dios y de gran dulzura para con el prójimo; un espíritu que no pone el acento en las austeridades exteriores, deben suplirla con la renuncia interior y una gran sencillez y alegría en la vida común."

Doy fe que así viven y os animo a acercaros a cualquier monasterio de Salesas a conocerlas. Podéis encontrar más información sobre su carisma, espiritualidad y la localización de sus monasterios en: http://monasteriosvisitacion.com/




Además, hoy os invito a conocer la página http://misericordiadivina.org/

Es la página que están llevando desde el monasterio de la Visitación de Burgos: hace ya muchos años, el Señor les encomendó la misión de sostener y extender la devoción a la Divina Misericordia en España (podéis mirar cualquier folletito o estampita, y veréis que indica c/ Barrantes, 4 en Burgos, la dirección del monasterio)

En pocos meses entraremos en el Año de la Misericordia convocado por el Papa. ¿Qué mejor manera de irnos preparando que una página dedicada a ello por las hermanas en cuya Orden se manifestó el Corazón de Jesús?

Si queréis más información sobre las Salesas o la devoción a la Misericordia (también para recibir material, etc.), o pasar unos días con ellas de retiro y oración (sólo para mujeres según las Constituciones, lo siento chicos, jeje), no dudéis en llamarlas al 947 201 335.

Son un verdadero regalo de Dios, para la Iglesia y para mi vida, pues siempre me he encontrado acogida allí como mi familia :-)



26 julio 2015

Hablemos un poco de la santidad

He tenido el privilegio de peregrinar estos días pasados a Paray Le Monial, lugar donde se apareció el Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque, pasando por Lourdes y Ars. Realmente ha sido un verdadero privilegio.

Y hoy me he encontrado esta viñeta, colgada por Mons. Munilla en su Twitter. Con su permiso, la copio en esta entrada del blog, pues me ha parecido muy inspiradora.

Estos días de peregrinación he reflexionado sobre la santidad. No sólo la de los Santos (con mayúscula, esos que ya están en la presencia de Dios en el Cielo) a cuyos lugares hemos podido peregrinar, sino esa santidad en la vida ordinaria que es la llamada que todos tenemos aquí y ahora. Realmente es nuestra verdadera vocación, más allá de nuestro estado de vida.

¿Qué tenían de especial Sta. Margarita o S. Claudio de la Colombiere, o S. Juan María Vianney? Si uno lo piensa humanamente... nada. Más bien al contrario, como ocurría con S. Juan María. A los ojos de lo mundano, no tenían nada especial.

Pero a los ojos de Dios, sí: como todos los Santos, una confianza ciega, sincera y sencilla en la Misericordia de Dios y en su Divina Providencia. Y cuando uno vive eso, se nota. Hasta el mundo lo nota. Es "ese algo" especial que los que lo hemos palpado conocemos bien.

Estos días he podido contemplar y gozar de la compañía de muchos cristianos de a pie. Sencillos, con sus virtudes y defectos, con sus fortalezas y debilidades. Pero con una inmensa apertura a la acción de Dios en sus vidas. Y se les notaba. Por miles de pequeños detalles. Hoy sólo comparto uno, el más importante: amaban y se entregaban, en lo pequeño, en lo sencillo.

Yo quiero ser santa. Es la llamada que Dios me hace. La misma que hace a toda la humanidad. Si me paro a contemplar mi vida, si soy sincera, mi vida es la de la viñeta. Pero no quiero quedarme "en mi ombligo". Porque mi santidad no depende de mí, sino de la promesa de Dios sobre mi vida. Y Él SIEMPRE cumple sus promesas. Esa es mi confianza, mi alegría, mi gozo y mi descanso. Su Misericordia es infinitamente mayor que mi miseria. Dios es y eso me basta (cfr. San Francisco de Asís)

Y, en eso, soy igual que nuestros hermanos los Santos. Así que... Señor, mi Dios, haz en mí según Tú quieras en esta mi pequeñez y mi pobreza. Amén.



Canción: Lo que agrada a Dios (basada en textos de Santa Teresita de Lisieux)
Autor: Luis Alfredo Díaz
https://www.youtube.com/watch?v=_sZDmpHQ4Ao


Enlace permanente de imagen incrustada




13 julio 2015

"...la sanación en el Espíritu Santo ha transformado lo que era un barco hundido en un gran submarino"

Hoy quiero compartir con vosotros las palabras de mi amigo y hermano en Cristo Alfredo García Huetos. Poeta, escritor, compositor y gran cristiano, del que aprendo en cada uno de nuestros encuentros a ser mejor en Cristo.

Pone en hermosas y poéticas palabras lo que muchas veces tantos hemos experimentado al dejar que el poder sanador y liberador del Espíritu Santo toque nuestros corazones y nuestras vidas.

Gracias, Alfredo, por tu vida. Gracias, Señor, por su vida.

".... Hablando de intimidad clausurada, me venía a la mente una imagen: La imagen de un pozo, cegado, seco, abandonado, donde hemos ido echando escombros, cascotes, ropa vieja, desengaños y zapatos rotos.
                                                          Esa era nuestra vida.

Lo que nunca podríamos imaginar es que en el fondo de ese pozo, el agua podía brotar alguna vez...

                         ¿Quién puede desescombrar el pozo de mi vida?
                         ("Tú eres, Jesús, el agua viva que brota en mí eternamente")

                        ¿Quién puede restaurar nuestro cuerpo violentado y maltrecho?
                         ("Sólo el recuerdo de ti, Siervo de Yavé, desfigurado por mi culpa")

                        ¿Quién nos puede sanar las heridas?
                         ("Tus cicatrices, Señor, fueron mi sanación")

                        ¿Cómo el hombre, siendo viejo, puede comenzar a vivir de nuevo?
                         ("Por tu gracia, Jesús, hoy quiero ser bautizado en tu Espíritu...")
                            
                         Y al llegar a este punto, es donde las fuerzas humanas, las terapias, la razón, la psiquiatría, comienzan a flaquear. No tienen nada que decir. No sólo no pueden acceder a lo profundo del ser sino que el milagro de la restauración del alma se les escapa.

                         Por fortuna, la sanación en el Espíritu Santo ha transformado lo que era un barco hundido en un gran submarino."


Canción: Santo.
Autor: Jonathan Narvaez.
Intérpretes: Athenas Vénica y Jonathan Narvaez.
https://www.youtube.com/watch?v=gkQH4XhaD0o




09 julio 2015

Sobre el famoso regalo que Evo Morales ha hecho al Papa

No paro de leer comentarios sobre el regalo que Evo Morales ha hecho al Papa.

Cuando he visto las imágenes esta mañana, he sentido dolor al ver el rostro cansado, sorprendido y serio del Papa. Pero más dolor me están causando los comentarios por haber recibido, esbozando una sonrisa, el regalo de la cruz unida a la hoz y el martillo.

Para empezar, ¿qué clase de católicos somos que nos permitimos juzgar un rostro (el del Papa) o un gesto (el del Sr. Morales) únicamente desde el exterior y sin conocer el interior? ¿Qué clase de católicos somos que nos permitimos juzgar al Vicario de Cristo sólo porque ha hecho algo que "a nuestro entender" no es adecuado? ¿Quiénes somos nosotros para calificar de insulto, desprecio o maledicencia la entrega de un regalo? ¿Quiénes somos nosotros para considerar que el Papa ha "rebajado" el cristianismo por aceptarlo? ¿Quiénes somos nosotros....? (y podéis añadir todos los comentarios que andan por ahí circulando)

Sólo Dios conoce el interior del corazón del hombre. Algunas citas, entre muchas, que podéis encontrar:

*"No es como ve el hombre, pues el hombre ve las apariencias, pero Yahvé ve el corazón" (1 Samuel 16, 7)
*"Yo, Yahvé, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres" (Jeremías 17, 10)
*"Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos" (Salmo 138, 1-2)
*"Algunos de los escribas se dijeron: Este blasfema. Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?" (Mateo 9, 4)
*"...pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre" (Juan 2, 24-25)
*"Pues, ¿quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él?" (1 Corintios 2, 11)

Si creemos que el Espíritu Santo dirige al Papa, lo creemos SIEMPRE, no sólo cuando encaje en nuestros esquemas particulares: "Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios TODO les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio" (Romanos 8, 27-28).

Se nos llena la boca alabando al Santo Padre por hablarnos de salir a las periferias, por verle acariciar a enfermos, niños y ancianos, por ser tan cariñoso y accesible... Pues, queridos hermanos, ESTO ES TAMBIÉN SALIR A LAS PERIFERIAS: anda, echad un vistazo a la parábola de la oveja perdida (Lucas 15, 3-7) y decidme en qué momento Jesús se para a mirar si la suciedad de la oveja (que seguro está sucia por andar descarriada por el camino) le mancha el vestido. Más bien "cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento".

Queridos hermanos en Cristo, esto es lo que ha hecho el Papa: con humildad "ha cargado" sobre sus hombros a la oveja tal y como está. Ha acogido con sencillez su regalo, porque es lo que buenamente le ha ofertado. No quiero pensar que el Sr. Morales lo ha hecho a mala fe. Como se puede leer en algunos sitios, ese crucifijo fue diseñado por el padre jesuita Luis Espinal Camps, cuando estuvo como misionero en Bolivia, para dar a entender que había puesto su fe al servicio de los movimientos mineros que luchaban contra las dictaduras instauradas en Bolivia. Y eso le costó la vida.

Los viajes del Papa se planifican con muchos meses de antelación. Por lo tanto, en el plan estaba indicado que el Papa haría una parada en el trayecto desde El Alto a la ciudad de La Paz, donde oró y rindió homenaje, con un minuto de silencio, al sacerdote jesuita asesinado. Y allí el Papa dijo: "Predicó el evangelio y ese evangelio molestó, y por eso le eliminaron". Los organizadores del viaje papal en Bolivia SABÍAN que el Papa haría esa parada y quiero buenamente pensar que han considerado una forma de agradar al Papa el entregarle algo que diseñó un jesuita hermano suyo. Porque, si hubieran querido desagraviar al Papa, directamente lo hubieran hecho negándose a que entrara en el país o no dándole el recibimiento caluroso y fastuoso como le han hecho.

El Papa está en continua salida a las periferias y, una vez más, ha ido al encuentro de la oveja perdida. Tal y como esta oveja está. ¿Qué clase de testimonio hubiera dado si se niega a acoger el regalo?

En Bolivia el Papa hizo lo que decía unas horas antes en Quiché: "Servicio, servir, servir y no hacer otra cosa. Y servir cuando estamos cansados. Y servir cuando la gente nos harta (...) Eso tiene mucha sabiduría, porque quien va por el camino del servir tiene que dejarse hartar sin perder la paciencia porque está al servicio. Ningún momento le pertenece. Estoy para servir, servir en lo que debo hacer".

Querido Santo Padre, seguimos rezando por ti, seguimos rezando contigo. Humildemente te pedimos que nos sigas marcando el camino para ser como Jesús quiere, para vivir su evangelio, para hacernos pequeños y sencillos, para vivir según el Corazón de Cristo. Amén+



"Y se suscitó una discusión entre ellos, sobre quién de ellos sería el mayor. 
Entonces Jesús, sabiendo lo que pensaban en sus corazones, tomó a un niño y lo puso a su lado,
 y les dijo: El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; 
y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ese es grande." (Lucas 9, 47-48)







Texto del Papa en Quiche (Ecuador)

El Papa ayer tuvo un discurso improvisado a los consagrados en Quiche, donde también habló del pueblo Ecuatoriano.

Como siempre, las palabras del Papa no tienen desperdicio. Por el bautismo todos estamos consagrados a Dios. Acojamos estas palabras para nosotros, venidas de este padre bueno que, como buen pastor, nos sigue mostrando el camino a seguir.

Yo destacaría unas ideas básicas:

*Consagración a los Corazones de Jesús y María.

*Aprender a "discipulear" toda la vida, como la Virgen María que fue la primera discípula.

*Gratuidad en la elección de Dios ("somos objeto de gratuidad de Dios") y en cada segundo de nuestra vida para dar lo que gratis hemos recibido, evitando caer en la tentación de "hacernos importantes" y "cobrar la gracia".

*No tener "alzheimer espiritual, no pierdan la memoria, sobre todo, la memoria de dónde me sacaron (...) es decir, no te olvides de dónde te sacaron, no te olvides de tus raíces, no te sientas promovido." Ninguno merecemos la elección de Dios.

*"Sentido de la gratuidad. Él se hizo nada, se abajó. Se humilló. Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. Pura gratuidad sentido de la memoria. Y hacemos memoria de las maravillas que hizo el Señor en nuestra vida".

*El servicio: "servir, servir y no hacer otra cosa. Y servir cuando estamos cansados. Y servir cuando la gente nos harta". "Ningún momento me pertenece. Estoy para servir, servir en lo que debo hacer, servir delante del Sagrario pidiendo por el pueblo, pidiendo por mi trabajo".

Para quien desee leer el texto completo, aquí lo puede encontrar:

http://www.zenit.org/es/articles/texto-completo-del-santo-padre-en-el-quinche

Y quien prefiera el vídeo, en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=O7uMrwhTVyw





07 julio 2015

Las hormigas tienen prisa

Me gusta observar a las hormigas. Me encanta su capacidad de trabajo, su organización, su disciplina y el modo en que son capaces de sustentar pesos muy superiores a sus fuerzas.

Hasta ahora, siempre que las he observado trabajaban con orden y cierta tranquilidad. En especial en estas fechas, en que tenían aún todo el verano por delante.

Sin embargo, estos días no están así y me ha sorprendido verlas trabajar muy aceleradas. Las hormigas tienen prisa.

Nuestro paso por esta vida es muy breve. Pero creo que muchas veces no somos conscientes de ello y no tenemos prisa. No nos urge la santidad personal, no nos urge el amor ni la salvación de nuestros hermanos. 

Desde luego no hay que ser alarmistas ni apocalípticos, pero una sana urgencia no nos viene nada mal. Porque realmente no tenemos mucho tiempo. 

Luego está ese darnos cuenta de nuestra tremenda pobreza y fragilidad para vivir ambas cosas. Pero esa es otra historia, porque Cristo sabe bien con qué material cuenta. Él sabe bien lo que hace para modelar nuestro pobre barro.

Las hormigas tienen prisa. ¿Y tú y yo?


Canción: The prayer
Autores: David Foster, Carole Bayer Sager, Alberto Testa y Tony Renis.
Intérpretes: Celine Dion y Josh Groban.
https://www.youtube.com/watch?v=4QCFzeGMSOg


06 julio 2015

Unidad en la diversidad como don del Espíritu Santo

Estos últimos días he tenido el regalo de participar en el ENE (Encuentro de Nueva Evangelización) en Astorga. Ha sido un verdadero regalazo. Nos decían que el ENE es para abrir puertas... y realmente las ha abierto. Ahora tengo una tremenda sensación de no saber por dónde empezar, jeje.

Pero lo que sí que tengo muy claro es la riqueza que supone compartir con otras realidades cristianas. Es algo que siempre he sabido, pero estos días he podido asentar en mi corazón. Compartir no sólo dentro de la propia Iglesia Católica, sino con otras confesiones cristianas.

Si es que Jesús ya oraba por ello. Y si oraba por ello es porque realmente nos hace mucho, mucho, mucho bien (Juan 7, 21)

Al volver de Astorga el Señor ha seguido dándome regalitos: el encuentro del Papa con la Renovación y otras confesiones cristianas en Roma, y la oración por la unidad en la asamblea nacional de la RCCE ayer en Madrid.

En un post anterior he recogido el discurso completo del Santo Padre en la Plaza de San Pedro. En este enlace, a partir del 1h 24:30 min. podéis ver la oración por la unidad en la asamblea nacional: https://www.youtube.com/watch?v=zntXR3BVvGM

Hoy mi oración es la del Papa, que os comparto en este vídeo. Sí, Espíritu Santo, ven sobre nosotros!, porque Tú eres el que nos da el carisma que hace las diferencias en la Iglesia pero también nos da la unidad. Ayúdanos a ir por este camino de la unidad reconciliada. Amén+






Una corriente de gracia, un soplo renovado del Espíritu Santo a todos los miembros de la Iglesia

Os comparto el peazo discurso del Papa el pasado día 3 de julio a la Renovación en el Espíritu italiana. No tiene desperdicio.

Y en este enlace podéis encontrar el discurso del Estadio al que se refiere del año pasado: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/june/documents/papa-francesco_20140601_rinnovamento-spirito-santo.html

"Uno no hace parte de la Renovación, más bien la Renovación se vuelve parte de nosotros si recibimos la gracia que nos ofrece." Gracias, Señor, por regalarme ser de los que se han dejado empapar por esta gracia :-)

                                                        +
Texto completo del discurso del Papa a la Renovación en el Espíritu
Francisco invita a la unidad en la diversidad y en la verdad, que es el mismo Jesús

Ciudad del Vaticano, 03 de julio de 2015 (ZENIT.org)

Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes y bienvenidos.

También el agua sea bienvenida, porque la hizo el Señor. Aprecio tanto la respuesta que han dado a mi invitación que les hice en el mes de enero pasado para venir aquí en la plaza de San Pedro.

Gracias por esta entusiasta y calurosa respuesta. El año pasado en el Estadio compartí con los presentes algunas reflexiones que me gustaría recordar hoy, porque siempre es importante recordar. La memoria. La identidad de movimiento carismático católico, de la cual nació la asociación Renovación en el Espíritu. Lo haré con las palabras del cardenal Leon Joseph Suenens, gran protector de la Renovación Carismática, así como lo describe en el segundo libro de sus memorias.

En primer lugar en este libro recuerda la extraordinaria figura de una mujer, que tanto hizo por el movimiento carismático. Era su colaboradora, que tenía la confianza y afecto del papa Pablo VI. Me refiero a Veronica O'Brien, que le pidió al cardenal que vaya a Estados Unidos para ver qué es lo que estaba sucediendo, para ver con sus ojos lo que consideraba obra del Espíritu Santo.

Fue entonces que el cardenal Suenens conoció la Renovación Carismática que definió como “un flujo de gracia”, y fue la persona clave para mantenerlo en la Iglesia.

El papa Pablo VI en la misa del lunes de Pentecostés de 1965 le agradeció con estas palabras: “En nombre del Señor le agradezco por haber llevado a la Renovación Carismática al corazón de la Iglesia”. No es una novedad de algunos años atrás. El movimiento carismático en la Iglesia tiene esta larga historia, y en la homilía de esa misma misa el cardenal dijo: “Pueda el movimiento carismático desaparecerse como tal y volverse en una gracia pentecostal para toda la Iglesia”. Para ser fiel a sus orígenes el río tiene que perderse en el océano, tiene que perderse en el océano.

Si el río se queda quieto se corrompe. Si la Renovación, esta corriente de gracia no termina en el océano de Dios, en el amor de Dios, trabaja para sí misma. Y esto no es de Jesucristo, esto es del maligno, del padre de la mentira.

La Renovación viene de Dios y va a Dios. El papa Pablo VI bendijo esto. El cardenal siguió indicando que el primer error que es necesario evitar es el de incluir a la Renovación Carismática en la categoría de movimiento, porque no es un movimiento especial. Renovación no es un movimiento en el sentido sociológico común, no tiene fundadores, no es homogéneo e incluye a una gran variedad de realidades, es una corriente de gracia, un soplo renovado del Espíritu Santo a todos los miembros de la Iglesia, también para laicos, religiosos y obispos.

Es un desafío para todos nosotros. Uno no hace parte de la Renovación, más bien la Renovación se vuelve parte de nosotros si recibimos la gracia que nos ofrece. El cardenal Suenens habla de la obra soberana del Espíritu que sin fundadores humanos suscitó esta corriente de gracia en 1967. Hombres y mujeres renovados que después de haber recibido la gracia del bautismo en el Espíritu, como fruto de esta gracia, han dado vida a asociaciones, comunidades de alianza, escuelas de formación, escuelas de evangelización, congregaciones religiosas, comunidades ecuménicas, comunidades para ayudar a los necesitados y los pobres.

Yo mismo he ido a una comunidad coreana en mi viaje y también les visité en las Filipinas. Esta corriente de gracia tiene dos organismos internacionales reconocidos por la Santa Sede, que están a su servicio y al servicio de todas sus expresiones en el mundo, el Iccrs y la Fraternidad católica. Esta es un poco la historia, la raíz.

En el Estadio el año pasado, hablé de la unidad en la diversidad, he dado el ejemplo de la orquesta. En la Evangelii Gaudium, he hablado de la esfera y del poliedro. No basta hablar de unidad, no es una unidad cualquiera, no es una uniformidad. Dicho así se puede entender como la unidad de una esfera en donde todos los puntos son equidistantes del centro y no hay diferencias entre un punto y otro. El modelo es el poliedro que demuestra la confluencia de todas las partes que en este mantienen su originalidad. Estos son los carismas, en la unidad, pero en la propia diversidad. Unidad en la diversidad, la distinción es importante porque estamos hablando de la obra del Espíritu Santo, no de la nuestra. Unidad en la diversidad de expresión, de todas las realidades que el Espíritu Santo ha querido manifestar. También es necesario recordar que toda esta unidad es más que la parte y la parte no se puede atribuir ser el todo.

No se puede decir nosotros somos la corriente denominada Movimiento Carismático Católico, ustedes no. Esto no se puede decir, por favor hermanos esto no es así, no viene del Espíritu, porque el Espíritu Santo sopla donde quiere, cuando quiere, y como quiere. Unidad en la diversidad y en la verdad, que es el mismo Jesús.

¿Cuál es el signo común de quienes han renacido de esta corriente de gracia?, convertirse en hombres y mujeres nuevos, este es el bautismo en el Espíritu. Les pido que lean Juan 3, versículos 7,8 Jesús a Nicodemo.

Hay otro punto que es muy importante esclarecer en esta corriente de gracia, los que guían. Existe hermanos y hermanas, una gran tentación para el líder. Lo repito, prefiero el término servidor, sirven, y esta tentación para los servidores viene del demonio. Es la tentación de creerse indispensables, cualquiera sea el cargo. El demonio los lleva a querer ser quienes mandan, quienes están en el centro. Y así, así, paso a paso, se resbalan en el autoritarismo, en el personalismo, y no dejan vivir a las comunidades renovadas en el Espíritu. Estas tentaciones hacen que sea la eterna en la que ellos se consideran insustituibles, posición que siempre tiene alguna forma de poder o de dominio sobre los otros. Tengamos esto claro. Lo único insustituible es el Espíritu Santo y Jesús es el único Señor. Les pregunto, ¿quién es el único insustituible en la Iglesia?, es el Espíritu Santo. ¿Y quién es el único Señor? (el público responde: Jesús). Digamos que Jesús es el Señor, fuerte... (el público: Jesús es el Señor) No hay otros. En este sentido se registraron casos tristes, hay que poner un tiempo limitado a los encargos, que en realidad son servicios. Un servicio importante de los líderes laicos es hacer crecer y madurar espiritualmente y pastoralmente a quienes tomarán su cargo al terminar su servicio. Todos los servicios en la Iglesia es conveniente que tengan un vencimiento. No hay líderes vitalicios en la Iglesia, esto sucede en algunos países donde existe la dictadura. “Aprendan de mí que soy manso y humilde de Corazón”, dice Jesús.

Esta tentación del diablo hace pasar de servidor a patrón, uno se apropia de esa comunidad, de ese grupo. Esa tentación hace resbalar hacia la vanidad. Hay tanta gente, lo hemos escuchado, estos dos testimonios, el del matrimonio, el de Hugo. Cuantas tentaciones llevan a hacer sufrir a una comunidad y limitan hacer el bien, y se vuelven una organización, como si fueran una ONG. El poder nos lleva, disculpen si lo digo, cuantos líderes se hinchan como pavos, y el poder lleva a la vanidad. Uno se siente capaz de hacer cualquier cosa, se puede resbalar en los negocios, porque el diablo siempre entra por las billeteras, esta es la puerta de entrada.

Otra cosa son los fundadores que han recibido del Espíritu Santo el carisma de fundación. Ellos por haberlo recibido tienen la obligación de cuidarlo, de hacerlo madurar, en sus comunidades, asociaciones. Los fundadores son por la vida, o sea quienes inspiran y dan la inspiración, pero dejan que las cosas vayan adelante. Conocí en Buenos Aires a un buen fundador, que a un cierto punto se volvió espontáneamente el asesor, y dejaba que los líderes fueran los otros. Esta corriente de gracia nos lleva hacia adelante, en un camino de Iglesia que en Italia ha dado mucho fruto. Les animo a ir hacia adelante, y pido vuestra importante contribución, en particular para compartir con todos en la Iglesia el bautismo que han recibido.

Si han vivido esta experiencia, compártanla en la Iglesia y este es el servicio más importante que se pueda dar a todos en la Iglesia. Ayudar al pueblo de Dios al encuentro personal con Jesucristo, que nos cambia en hombres y mujeres nuevos. En pequeños grupos humildes pero eficaces, porque es el Espíritu el que opera. No apuntar tanto a las grandes concentraciones que terminan allí, sino a las relaciones artesanales que derivan del testimonio cotidiano en la familia, en el trabajo, en la vida social, en la parroquia, con los grupos de oración, con todos, con todos.

Y aquí les pido que tomen la iniciativa para crear lazos de amistad y de confianza con los obispos, quienes tienen la responsabilidad pastoral de guiar al cuerpo de Cristo, incluido a la Renovación Carismática. Comiencen a tomar las iniciativas necesarias para que todas las realidades carismáticas italianas nacidas de la corriente de gracia puedan vincularse con estas relaciones de confianza y de cooperación directamente con los obispos allí donde se encuentran.

Hay otro signo fuerte del Espíritu en la Renovación Carismática: la búsqueda de la unidad del cuerpo de Cristo. Porque los carismáticos tienen una gracia especial para rezar y trabajar en favor de la unidad de los cristianos. Porque la corriente de gracia cruza a todas las Iglesias cristianas. La unidad de los cristianos es obra del Espíritu Santo, y tenemos que rezar juntos. El ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración.

Pero padre, ¿yo puedo rezar con un evangélico, con un ortodoxo, con un luterano? ¡Debes, debes!, porque han recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos recibido el mismo bautismo. Todos nosotros hemos recibido al mismo bautismo. Todos nosotros vamos en el camino de Jesús. Todos nosotros queremos a Jesús. Nosotros hemos hecho estas divisiones en la historia. Por tantos motivos, pero no buenos, pero ahora es el tiempo en el que el Espíritu nos hace pensar que estas divisiones no van, que estas divisiones son un anti-testimono, para ir juntos.

El ecumenismo espiritual, el ecumenismo de la oración, el ecumenismo del trabajo, de la caridad juntos, de la lectura de la Biblia juntos. Ir juntos hacia la unidad.

¿Pero padre, para esto tenemos que firmar un documento? ¡Déjate ir adelante con el Espíritu Santo!, reza, trabaja, ama, comparte y después el Espíritu hará el resto. Esta corriente de gracia cruza a todas las confesiones cristianas, a todas las que creen en Cristo. Unidad antes de todo en la oración. El trabajo por la unidad de los cristianos comienza con la oración. Rezar juntos. Unidad porque la sangre de los mártires de hoy nos hace uno.

Está el ecumenismo de la sangre. Sabemos que aquellos que odian a Jesucristo, cuando asesinan a un cristiano no le preguntan ¿Tú eres luterano, ortodoxo, evangélico, bautista, metodista? ¡Tú eres cristiano! Y le cortan la cabeza. Estos no confunden, saben que hay una raíz allí, que nos da la vida a todos y que es Jesucristo, y que está el Espíritu Santo que nos lleva a la unidad.

Quienes odian a Jesucristo, guiados por el maligno no se equivocan, saben. Por ello asesinan sin hacer preguntas. Y esto es algo que les confío. Quizás les conté esto, es una historia verdadera. En una ciudad de Alemania, en Hamburgo, había un párroco que estudiaba los documentos para llevar hacia adelante la causa de beatificación de un sacerdote asesinado, guillotinado por el nazismo, por haber hecho catecismo a los niños.

Y mientras estudiaba descubrió que después de él fue guillotinado, cinco minutos después, un pastor luterano por el mismo motivo, y la sangre de los dos se mezcló. Ambos fueron mártires, es el ecumenismo de la sangre. Si el enemigo nos une en la muerte, ¿quienes somos nosotros para dividirnos en la vida? Dejemos entrar al Espíritu para ir adelante todos juntos.

Pero hay diferencias. Dejémoslas de lado y caminemos con lo que tenemos en común, que es mucho, la Santísima Trinidad y el Bautismo, y vamos adelante con la fuerza del Espíritu Santo.

Pocos meses atrás, esos 23 egipcios coptos que fueron degollados en una playa de Libia, en ese momento decían el nombre de Jesús. Estos...
-pero no, no son católicos.
-Son cristianos, son hermanos, son nuestros mártires. Es el ecumenismo de la sangre. Hace cincuenta años el beato Pablo VI en la canonización de los jóvenes de Uganda hizo referencia que por el mismo motivo habían derramado su sangre sus hermanos catequistas anglicanos, que eran cristianos, y eran mártires. Disculpen y no se escandalicen, son nuestros mártires porque han dado la vida por Cristo, y esto es el ecumenismo de la sangre.

Rezar, la memoria de nuestros mártires comunes, unidad en el trabajo junto por los pobres y necesitados que necesitan también el bautismo en el Espíritu Santo, sería hermoso organizar seminarios de vida en el Espíritu junto a otras realidades carismáticas cristianas, con los hermanos y hermanas que viven por la calle. También ellos tienen el Espíritu por dentro que empuja para que alguien les abra la puerta desde fuera.

Terminó la lluvia, parece, terminó el calor. El Señor es bueno, nos dio primero el calor, después una buena ducha y está con nosotros. Dejemos que nos guíe el Espíritu Santo, esta corriente de gracia que busca siempre la unidad. Nadie es el patrón. Un solo Señor, ¿quién es? (el público: Jesús) Jesús es el Señor. Les recuerdo que la Renovación Carismática es una gracia para toda la Iglesia. ¿De acuerdo? Si alguien no está de acuerdo que levante la mano. De acuerdo. La unidad en la diversidad del Espíritu, no cualquier unidad, la esfera y el poliedro, acuérdense bien de esto. La experiencia común del bautismo del Espíritu Santo es el vínculo fraterno y directo con el obispo diocesano, porque el todo es más que la parte. Después, unidad del cuerpo de Cristo, rezar junto con los otros cristianos, trabajar juntos con los otros cristianos por los pobres y necesitados, porque todos hemos tenido el mismo bautismo.

Organizar seminarios de vida en el Espíritu para los hermanos que viven por la calle y por los hermanos marginados por tantos sufrimientos de la vida. Me permito de recordar el testimonio de Hugo, el Señor lo ha llamado justamente porque el Espíritu Santo le hizo la alegría de seguir a Jesús. Organizar seminarios del Espíritu Santo para los que viven por la calle. Y después si el Señor nos da vida les espero a todos juntos en el Iccrs y en la Fraternidad católica que ya están organizando. A todos quienes quieran venir en el 2017. No es tan lejos. Aquí en la plaza de San Pedro para celebrar el jubileo de oro de esta corriente de gracia. Una oportunidad para la Iglesia como dijo el beato Pablo VI en la basílica de San Pedro en 1965. Nos reuniremos para dar gracias al Espíritu Santo por el don de esta corriente de gracia que es para la Iglesia y para el mundo. Y para celebrar las maravillas que el Espíritu Santo ha hecho durante estos 50 años cambiando la vida de millones de cristianos. Nuevamente gracias por haber respondido con alegría a mi invitación. Que Jesús les bendiga y la Virgen santa les proteja. Y no se olviden de rezar por mí, porque lo necesito. Gracias.

(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)





14 junio 2015

Vivir en Pascua

Nada más comenzar el tiempo pascual, mi acompañante espiritual me animó a escribir una entrada en el blog sobre la Pascua. Estos meses no he tenido oportunidad para escribir, pero esa idea ha permanecido constante en mi corazón. Y el Señor me ha ido iluminando, en las cosas sencillas de cada día, sobre qué es vivir en Pascua.

Una imagen es esa madre que sube al autobús, con su bebé recién nacido enganchado a ella por medio de un chal, dejándola libre las manos. San Ireneo llama alegóricamente al Hijo y al Espíritu Santo las "manos" de Dios Padre. Para mí vivir en Pascua es ser como ese bebé, que duerme confiado y tranquilo en el regazo de su madre, con su cabeza apoyada en su corazón, mientras su madre hace y deshace a su alrededor con ambas manos. No importan los bamboleos al pagar el billete, o al sentarse, o el traqueteo del autobús... el bebé duerme en paz sabiéndose infinitamente amado por su madre y seguro en sus amantes brazos. Vivir en Pascua es reposar confiados en el Corazón de Dios, dejándose hacer por el Espíritu Santo, gozando del gran Amor de nuestro Padre.

Para mí vivir en Pascua es observar la fuerte tormenta a través del cristal de las ventanas de la casa. No importa lo fuerte que arrecie el viento o lo grandes que sean las bolas de granizo: el corazón está tranquilo porque se sabe a cubierto y bajo techo, porque sabe que algo más grande que él le cubre y protege. Y que, más tarde o más temprano, la tormenta terminará. Vivir en Pascua es acurrucarse a los pies de Jesús dormido en la barca, sabiendo que a su lado estamos seguros por muy fuerte que arrecie la tormenta y lo muy altas que sean las olas que abaten la barca (cfr. Mt 8, 23 - 27)

Vivir en Pascua es cruzar a pie enjuto el Mar Rojo, sintiendo bajo los pies descalzos la grandeza del caminar diario, y no quedarse mirando las grandes columnas de agua a los laterales. Ni dejarse llevar por el temor de qué pasaría si cayesen con toda su fuerza sobre el camino. Es mirar al horizonte, siempre al horizonte, con esperanza, sabiendo que más allá de él se encuentra Aquel que nos abre el camino y nos muestra la tierra firme, Aquel del que hemos salido y al que vamos a volver (cfr. Jn 16, 28). Aquel que es nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida (Jn 14, 6)

Vivir en Pascua es vivir así siempre, en el Corazón de Jesucristo resucitado...



Canción: Tú harás
Intérprete: Marcos Witt
https://www.youtube.com/watch?v=drlHJjbY7qQ


29 marzo 2015

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

¡Ánimo, cristianos, sed valientes! ¡No tengáis miedo! ¡Aclamad al Rey y Señor con cánticos y palmas!

A ti te digo, hermano cristiano, hermana cristiana: mira a tu Dios que viene a ti, manso y humilde, sentado en un borriquito. No tengas miedo y sal a las calles de tu ciudad aclamándolo con cánticos y palmas. Hoy, en tu ciudad, en todas las ciudades, los cristianos acudimos a la Iglesia y en la procesión del Domingo de Ramos levantamos nuestros ramos y le confesamos públicamente como nuestro Dios y Señor.

Hermano, hermana, aclama hoy a Cristo que viene a ti... a morir por ti. Sí, el mismo Cristo que aclamas como Rey es el que camina inexorablemente hacia su muerte. Hacia los desprecios, las burlas, las risas, los flagelos, los golpes, los escupitajos... y la cruz... Y lo hace por ti, por ti, por ti.

Aclamando hoy al Señor, con mi ramo en alto, he tenido por un segundo la tentación de pedirle que no viniera, que no sufriera por mí, que no muriera por mí. Es terrible ver a mi Dios así, al más hermoso de los hijos de los hombres humillado, despreciado, ultrajado, molido a palos y crucificado. Sí, mi Señor, no vengas a Jerusalén a morir. Mira mi vida, mira lo que mi pecado hace con tu redención en ella...

Pero, ¿qué digo? Si para esto has venido. Si para esto has nacido... Y mi alma te grita, llena de tristeza y de esperanza: ¡necesito que mueras por mí! Necesito beber de tu Costado abierto, necesito el Amor Redentor de tu Corazón Bueno, Manso y Humilde. Necesito ser redimida, salvada, sanada por ti. Necesito que resucite esa Vida Nueva que tienes para mí en lo más profundo de mi ser. Necesito morir contigo para resucitar en Ti.

Dolorosa división en mi corazón: sentir repulsión por aquellos que te sentencian "¡crucifícale!" y saber que yo soy una de ellos. Que yo también estaba allí... y sigo estando allí...





Canción: Si hubiera estado allí.
Intérprete: Jesús Adrián Romero
https://www.youtube.com/watch?v=0H4RlErfAW4



22 marzo 2015

V Domingo de Cuaresma

¿Estás dispuesto a todo por Cristo?

Nos queda una semana escasa para el Domingo de Ramos y el comienzo de la Semana Santa. El Señor nos ha ido preparando el corazón, casi sin darnos cuenta, muy poco a poco, para vivir la Pasión con Él. Para entrar en el misterio de su Corazón acogiendo en sí todo el pecado de la humanidad y su Cuerpo entregado por la salvación del mundo.

En el evangelio de este Domingo Jesús nos dice: "Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera." Y tu corazón, ¿a quién pertenece? Porque, aunque aparentemente el príncipe de este mundo esté ganando la partida, la realidad es que ya está vencido. La realidad es que, una vez más, reviviremos que fue expulsado y que Cristo es elevado sobre la tierra en la cruz, atrayendo a todos hacia Él.

¿Estás dispuesto a dejarlo TODO por Cristo? Porque Él lo ha dejado todo por ti: su Gloria al lado del Padre, haciéndose Hombre por Amor a ti.

¿Estás dispuesto a todo por Cristo? ¿Estás dispuesto a morir a ti mismo por Él, a que el grano de trigo de tu vida caiga en tierra para dar fruto? ¿Estás dispuesto a seguir a Cristo con todo tu ser, con todo lo que eso significa?

Si le dices que sí al Señor, Él te promete: "donde esté yo, allí también estará mi servidor". Y Él subió a la cruz por Amor... ¡pero también está en la Gloria resucitado!

Te queda una semana para hacer tu opción REAL por Cristo. ¿El mundo o Cristo?

Ánimo, que la recompensa siempre es infinitamente mejor... Cien veces más y la vida eterna  :-)




Canción: Cien veces más
Autora: Maite Losada
https://www.youtube.com/watch?v=m6QXer3f3dA&index=1&list=PLIquW9Q_oS0AO0zgv5MK2_C1q_4mSB_Dd




15 marzo 2015

IV Domingo de Cuaresma

Hoy el Señor nos habla en el Evangelio de vivir en la luz. Más aún, ser hijos de la LUZ con mayúsculas.

También nos habla de la necesidad que tenemos de nacer de nuevo. Dejar atrás viejos esquemas, viejas ideas por una nueva vida en Él.

Y andaba pensando en un montón de cosas relacionadas, como ¿cuándo hay tinieblas en mi vida? ¿Cuáles tengo que poner a la Luz del Señor, para que Él las ilumine? ¿En qué cosas debo nacer de nuevo?

Y veía que mi corazón corría el peligro de ponerse "manos a la obra". De empezar a hacer un montón de propósitos, típicos de los momentos fuertes como la Cuaresma que estamos viviendo. Enumerar un montón de cosas que cambiar, listas de tinieblas en mi vida, etc., etc., etc....

Qué agotador.... Yo no sé vosotros, pero como Santa Teresita del Niño Jesús me veo absolutamente incapaz de subir "la ruda escalera de la perfección". Prefiero caminar en el abandono a la acción del Espíritu Santo en mi vida. Él lo va a hacer muchísimo mejor que yo y saberme absolutamente pobre me abre a su Misericordia.

A veces tenemos miedo a que entre la Luz en nuestra vida. Ya sabéis aquello de que si una habitación está bien cerrada... por muy llena de polvo que esté, al no haber luz, no lo vemos. Un simple rayito ilumina hasta la más pequeña mota.

No temas... Dios está enamorado de ti. Nadie mejor que Él para hacerte feliz.




Canción: No temas
Autor: Jaime Olguín
https://www.youtube.com/watch?v=5NsZD3SjlA0



08 marzo 2015

III Domingo de Cuaresma

¿Qué necesito que expulses de mí, Señor?

El 15 de agosto del año 2005 el Papa Benedicto XVI concedió una entrevista a Radio Vaticana, en el ámbito de la Jornada Mundial de la Juventud. En ella afirmaba lo siguiente:

“Quisiera mostrarles lo bonito que es ser cristianos, ya que existe la idea difundida de que los cristianos deban observar un inmenso número de mandamientos, prohibiciones, principios, etc., y que por lo tanto el cristianismo es, según esta idea, algo que cansa y oprime la vida y que se es más libre sin todos estos lastres. Quisiera en cambio resaltar que ser sostenidos por un gran Amor y por una revelación no es una carga, sino que son alas, y que es hermoso ser cristianos. Esta experiencia nos da amplitud, pero sobre todo nos da comunidad, el saber que, como cristianos, no estamos jamás solos: en primer lugar encontramos a Dios, que está siempre con nosotros; y después nosotros, entre nosotros, formamos siempre una gran comunidad, una comunidad en camino, que tiene un proyecto de futuro: todo esto hace que vivamos una vida que vale la pena vivir. El gozo de ser cristianos, que es también bello y justo creer”.

Vivimos nuestra fe como si fuéramos “agentes secretos”. Con miedo de dar razones de nuestra alegría y esperanza. Con miedo a ser distintos en medio de lo que nos rodea. Con ataduras que nos impiden vivir la libertad de los hijos de Dios, como si tuviéramos que pedir perdón por conocer a Cristo crucificado y resucitado. Con una mentalidad reduccionista y negativa, que usa frases como: “huy, si tuviera más fe” o “huy, yo cristianito de a pie, yo nunca seré santo”.

¿Qué necesito que Cristo expulse de mi vida para mostrar el gozo de ser cristiano? ¿Qué necesito que Cristo cambie en mis pensamientos para tener una mentalidad de victoria, con una confianza absoluta en el Amor y la Misericordia de Dios? ¿Cuáles son las cargas que me impiden desplegar mis alas y volar hacia la santidad?

Entra, Señor, en el templo de mi cuerpo, edifica una nueva vida en mí y llévame más allá…



Canción: “En mi Getsemaní"
Autor: P. Eduardo Meana






01 marzo 2015

II Domingo de Cuaresma

¿Qué escucho de ti, Señor?

Cuaresma. Tiempo de escucha. Tiempo de verter toda nuestra vida hacia Aquel que nos dice: “Este es mi Hijo amado, escuchadlo”.

Y Tú nos hablas de ser discípulos que se olvidan de sí mismos, cargan con su cruz de cada día y te siguen. Nos hablas de perder nuestra vida para salvarla. Nos hablas de que no has venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, a los enfermos, a los más necesitados de tu Misericordia, y entre ellos estamos nosotros.

Nos aseguras que todo lo que hagamos por los más humildes y sencillos te lo estamos haciendo a ti. Nos enseñas a orar con humildad, pidiendo que venga tu Reino y perdonando a los que nos han herido.

La Cuaresma es tiempo de escucha. Pero tiempo de escucha activa, que se vuelca en acción misericordiosa, en acción que se lanza a socorrer a los crucificados de este mundo y levantarlos a la vida digna y bella a la que están llamados. Porque nos invitas a vivir en la perfección y santidad del Amor, como Tú mismo eres Santo.

Tiempo de escucha… y de decir “amén” a tu plan, Señor.



Canción: A tus palabras
Autor: Jonatan Narvaez




23 febrero 2015

I Domingo de Cuaresma

¿Por qué necesito conversión?


Necesito conversión porque estoy más pendiente de mi voluntad que de la tuya. Porque aferro mi corazón a las cosas de este mundo en lugar de anclar mi corazón en el Cielo.

Necesito conversión porque muchas veces mi pereza es mayor que mis deseos de orar y estar contigo amándote y dejándome amar por ti, Señor. Porque mi impaciencia hace que no sea capaz de respetar los ritmos en la vida de los demás. Ni siquiera el ritmo que Tú quieres para mi vida.

Necesito conversión porque no soy capaz de sonreír en mi corazón y alegrarme cuando me cruzo con esa persona que me ha hecho daño. Porque no soy capaz de mirar con ternura al que pide en la calle y socorrerle con misericordia, sino que camino acelerando el paso.

Necesito conversión porque no soy capaz de mirar al hermano, a la hermana poniendo tu cruz entre nosotros. Porque me impaciento con aquella persona que me resulta cansina por su edad o por su conversación. Porque pongo caretas y no abro libremente mi corazón para perdonar como Tú me perdonas, Señor.


Necesito conversión porque no sé amar. Sencillamente, porque no sé amar. Porque no amo hasta que duela como nos ama Dios.



Canción: Como nos ama Dios
Autor: Son by Four



19 febrero 2015

Cristi-héroes... ¿anónimos?

Esta mañana pasaba por una céntrica y concurrida plaza de la ciudad donde vivo. Muchas personas paseaban, pero también había otras sentadas en los distintos bancos. La mayoría de estas últimas se veía que eran pobres de la calle. Algunos de ellos incluso portaban las bolsas donde llevan a cuestas lo poco que tienen.

Al entrar en la plaza y verles, lo primero que pasó por mi cabeza es la llamada continua que nos está haciendo el Papa Francisco de volcar nuestra atención y cariño hacia los pobres.

En uno de esos bancos había un chico sentado, de mediana edad. Y una mujer, más mayor, estaba de pie hablando con él y portando las bolsas de la compra.

Al pasar a su lado escuché a la mujer preguntarle al chico por otro que no estaba ahí. Él contestó que tenía a alguien en su vida, su mujer, y no estaba solo como él, así que ese día estaba con ella y no acompañándole en el banco. Y la mujer mayor contestaba cuando ya me iba: "es que como siempre os veo juntos, me he preocupado al no verle".

Y al seguir andando se me ocurrió pensar: ¿esta mujer habrá escuchado o leído al Papa Francisco? No sé si lo habrá hecho o no, pero tengo la certeza de que esta mujer lleva en su corazón, en lo más profundo, a Cristo pobre entre los pobres.

Los cristianos estamos llamados a ir contracorriente. Es algo que muchas veces hemos oído, pero no sé hasta qué punto, de tanto hacerlo, hemos dejado de escucharlo y vivirlo. Y realmente en este mundo, si de verdad vivimos como Cristo, somos realmente los "raritos" y los "contracorriente". Afortunadamente el Espíritu Santo, que es muy sabio, nos ha puesto al frente de nuestra Madre Iglesia a un pastor que nos recuerda lo más esencial de nuestra fe. Eso que de tanto oírlo... hemos olvidado escucharlo y vivirlo...

"Y esto se llama tocar la Carne de Cristo: ¡los pobres, los abandonados, 
los enfermos, los marginados son la Carne de Cristo!" (Papa Francisco, 12 mayo 2013)

Esta mujer, al lado del banco de un pobre, lo sabe bien... Y ella no es anónima, es bien conocida: por los pobres y por la Carne de Cristo en ellos.





Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=CUcm8-4ooHc



16 febrero 2015

Homilía del Papa en la creación de los nuevos cardenales

Hoy quiero compartiros la homilía del Papa del pasado Domingo día 15, en la Misa de creación de los nuevos cardenales. Creo que viene muy al pelo respecto a lo que escribí en mi último post :-)

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica Vaticana
Domingo 15 de febrero de 2015

«Señor, si quieres, puedes limpiarme…» Jesús, sintiendo lástima; extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio» (cf.Mc 1,40-41). La compasión de Jesús. Ese padecer con que lo acercaba a cada persona que sufre. Jesús, se da completamente, se involucra en el dolor y la necesidad de la gente… simplemente, porque Él sabe y quiere padecer con, porque tiene un corazón que no se avergüenza de tener compasión.
«No podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado» (Mc 1, 45). Esto significa que, además de curar al leproso, Jesús ha tomado sobre sí la marginación que la ley de Moisés imponía (cf. Lv 13,1-2. 45-46). Jesús no tiene miedo del riesgo que supone asumir el sufrimiento de otro, pero paga el precio con todas las consecuencias (cf. Is 53,4).
La compasión lleva a Jesús a actuar concretamente: a reintegrar al marginado. Y éstos son los tres conceptos claves que la Iglesia nos propone hoy en la liturgia de la palabra: la compasión de Jesús ante la marginación y su voluntad de integración.
Marginación: Moisés, tratando jurídicamente la cuestión de los leprosos, pide que sean alejados y marginados por la comunidad, mientras dure su mal, y los declara: «Impuros» (cf. Lv 13,1-2. 45.46).
Imaginad cuánto sufrimiento y cuánta vergüenza debía de sentir un leproso: físicamente, socialmente, psicológicamente y espiritualmente. No es sólo víctima de una enfermedad, sino que también se siente culpable, castigado por sus pecados. Es un muerto viviente, como «si su padre le hubiera escupido en la cara» (Nm 12,14).
Además, el leproso infunde miedo, desprecio, disgusto y por esto viene abandonado por los propios familiares, evitado por las otras personas, marginado por la sociedad, es más, la misma sociedad lo expulsa y lo fuerza a vivir en lugares alejados de los sanos, lo excluye. Y esto hasta el punto de que si un individuo sano se hubiese acercado a un leproso, habría sido severamente castigado y, muchas veces, tratado, a su vez, como un leproso.
Es verdad, la finalidad de esa norma era la de salvar a los sanosproteger a los justos y, para salvaguardarlos de todo riesgo, marginar el peligro, tratando sin piedad al contagiado. De aquí, que el Sumo Sacerdote Caifás exclamase: «Conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera» (Jn 11,50).
Integración: Jesús revoluciona y sacude fuertemente aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios. Él, sin embargo, no deroga la Ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud (cf. Mt 5, 17), declarando, por ejemplo, la ineficacia contraproducente de la ley del talión; declarando que Dios no se complace en la observancia del Sábado que desprecia al hombre y lo condena; o cuando ante la mujer pecadora, no la condena, sino que la salva de la intransigencia de aquellos que estaban ya preparados para lapidarla sin piedad, pretendiendo aplicar la Ley de Moisés. Jesús revoluciona también las conciencias en el Discurso de la montaña (cf. Mt 5) abriendo nuevos horizontes para la humanidad y revelando plenamente la lógica de Dios. La lógica del amor que no se basa en el miedo sino en la libertad, en la caridad, en el sano celo y en el deseo salvífico de Dios, Nuestro Salvador, «que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tm 2,4). «Misericordia quiero y no sacrificio» (Mt 12,7; Os 6,6).
Jesús, nuevo Moisés, ha querido curar al leproso, ha querido tocar, ha querido reintegrar en la comunidad, sin autolimitarse por los prejuicios; sin adecuarse a la mentalidad dominante de la gente; sin preocuparse para nada del contagio. Jesús responde a la súplica del leproso sin dilación y sin los consabidos aplazamientos para estudiar la situación y todas sus eventuales consecuencias. Para Jesús lo que cuenta, sobre todo, es alcanzar y salvar a los lejanos, curar las heridas de los enfermos, reintegrar a todos en la familia de Dios. Y eso escandaliza a algunos.
Y Jesús no tiene miedo de este tipo de escándalo. Él no piensa en las personas obtusas que se escandalizan incluso de una curación, que se escandalizan de cualquier apertura, a cualquier paso que no entre en sus esquemas mentales o espirituales, a cualquier caricia o ternura que no corresponda a su forma de pensar y a su pureza ritualista. Él ha querido integrar a los marginados, salvar a los que están fuera del campamento (cf. Jn 10).
Son dos lógicas de pensamiento y de fe: el miedo de perder a los salvados y el deseo de salvar a los perdidos. Hoy también nos encontramos en la encrucijada de estas dos lógicas: a veces, la de los doctores de la ley, o sea, alejarse del peligro apartándose de la persona contagiada, y la lógica de Dios que, con su misericordia, abraza y acoge reintegrando y transfigurando el mal en bien, la condena en salvación y la exclusión en anuncio.
Estas dos lógicas recorren toda la historia de la Iglesia: marginar y reintegrar. San Pablo, dando cumplimiento al mandamiento del Señor de llevar el anuncio del Evangelio hasta los extremos confines de la tierra (cf. Mt 28,19), escandalizó y encontró una fuerte resistencia y una gran hostilidad sobre todo de parte de aquellos que exigían una incondicional observancia de la Ley mosaica, incluso a los paganos convertidos. También san Pedro fue duramente criticado por la comunidad cuando entró en la casa de Cornelio, el centurión pagano (cf. Hch 10).
El camino de la Iglesia, desde el concilio de Jerusalén en adelante, es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y de la integración. Esto no quiere decir menospreciar los peligros o hacer entrar los lobos en el rebaño, sino acoger al hijo pródigo arrepentido; sanar con determinación y valor las heridas del pecado; actuar decididamente y no quedarse mirando de forma pasiva el sufrimiento del mundo. El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero; el camino de la Iglesia es precisamente el de salir del propio recinto para ir a buscar a los lejanos en las “periferias” esenciales de la existencia; es el de adoptar integralmente la lógica de Dios; el de seguir al Maestro que dice: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Lc 5,31-32).
Curando al leproso, Jesús no hace ningún daño al que está sano, es más, lo libra del miedo; no lo expone a un peligro sino que le da un hermano; no desprecia la Ley sino que valora al hombre, para el cual Dios ha inspirado la Ley. En efecto, Jesús libra a los sanos de la tentación del «hermano mayor» (cf. Lc 15,11-32) y del peso de la envidia y de la murmuración de los trabajadores que han soportado el peso de la jornada y el calor (cf. Mt 20,1-16).
En consecuencia: la caridad no puede ser neutra, aséptica, indiferente, tibia o imparcial. La caridad contagia, apasiona, arriesga y compromete. Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita (cf. 1Cor 13). La caridad es creativa en la búsqueda del lenguaje adecuado para comunicar con aquellos que son considerados incurables y, por lo tanto, intocables. Encontrar el lenguaje justo… El contacto es el auténtico lenguaje que transmite, fue el lenguaje afectivo, el que proporcionó la curación al leproso. ¡Cuántas curaciones podemos realizar y transmitir aprendiendo este lenguaje del contacto! Era un leproso y se ha convertido en mensajero del amor de Dios. Dice el Evangelio: «Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho» (Mc 1,45).
Queridos nuevos Cardenales, ésta es la lógica de Jesús, éste es el camino de la Iglesia: no sólo acoger y integrar, con valor evangélico, aquellos que llaman a la puerta, sino salir, ir a buscar, sin prejuicios y sin miedos, a los lejanos, manifestándoles gratuitamente aquello que también nosotros hemos recibido gratuitamente. «Quien dice que permanece en Él debe caminar como Él caminó» (1Jn 2,6). ¡La disponibilidad total para servir a los demás es nuestro signo distintivo, es nuestro único título de honor!
Pensadlo bien en estos días en los que habéis recibido el título cardenalicio. Invoquemos la intercesión de María, Madre de la Iglesia, que sufrió en primera persona la marginación causada por las calumnias (cf. Jn 8,41) y el exilio (cf. Mt 2,13-23), para que nos conceda el ser siervos fieles de Dios. Ella, que es la Madre, nos enseñe a no tener miedo de acoger con ternura a los marginados; a no tener miedo de la ternura. Cuántas veces tenemos miedo de la ternura. Que Ella nos enseñe a no tener miedo de la ternura y de la compasión; nos revista de paciencia para acompañarlos en su camino, sin buscar los resultados del éxito mundano; nos muestre a Jesús y nos haga caminar como Él.

Queridos hermanos nuevos Cardenales, mirando a Jesús y a nuestra Madre, os exhorto a servir a la Iglesia, en modo tal que los cristianos –edificados por nuestro testimonio– no tengan la tentación de estar con Jesús sin querer estar con los marginados, aislándose en una casta que nada tiene de auténticamente eclesial. Os invito a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, por el motivo que sea; a ver al Señor en cada persona excluida que tiene hambre, que tiene sed, que está desnuda; al Señor que está presente también en aquellos que han perdido la fe, o que, alejados, no viven la propia fe, o que se declaran ateos; al Señor que está en la cárcel, que está enfermo, que no tiene trabajo, que es perseguido; al Señor que está en el leproso – de cuerpo o de alma -, que está discriminado. No descubrimos al Señor, si no acogemos auténticamente al marginado. Recordemos siempre la imagen de san Francisco que no tuvo miedo de abrazar al leproso y de acoger a aquellos que sufren cualquier tipo de marginación. En realidad, queridos hermanos, sobre el evangelio de los marginados, se juega y se descubre y se revela nuestra credibilidad.


Enlace al texto de la homilía: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2015/documents/papa-francesco_20150215_omelia-nuovi-cardinali.html