04 diciembre 2014

Hoy... es siempre...

Hay vidas que resplandecen. Incluso en la mayor de las pobrezas. Y precisamente por eso... porque son pobres y sencillas a lo ojos humanos, pero inmensamente ricas para Dios. Porque el que se sabe pobre y necesitado, el de corazón profundamente humilde, se convierte en tierra fértil para que el Señor pueda plantar la semilla de su Palabra y que dé el fruto esperado (cfr. Mc 4, 2-20)

Y no importa que ese fruto sea del treinta, del sesenta o del ciento por uno... Lo único que importa es que son vidas que dan gloria a Dios dando fruto. Y su fruto es el amor.

"Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; 
así seréis discípulos míos. 
Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; 
permaneced en mi Amor" (Jn 15, 8-9)

Son vidas que se han descubierto profundamente amadas y han vivido derrochando a raudales el Amor recibido. Porque sólo así se da fruto abundante, dando gratis lo que gratis se recibe. El pequeño "sí" de hoy se convierte en un "sí" para siempre...

Estas líneas sirvan de tributo a tantos hombres y mujeres que han gastado y desgastado su vida dando mucha gloria a Dios. Muchos siguen entre nosotros, otros ya no... Honremos a los que aún tenemos a nuestro lado. Y el mejor modo es aprendiendo como buenos alumnos de aquellos que supieron dejarse hacer discípulos del Maestro.


Aprendamos de ellos:

"No hay que ir a los pobres más que con mucho amor, y ayudarles para que descubran, saboreen, experimenten y conozcan con qué amor y misericordia y ternura los ama Dios. Lo importante es que se sientan amados por Él (...) San Pablo dice: ¿Cómo van a creer, si nadie se lo anuncia? Por eso, si uno ama a Dios, habla de Él a los demás. El problema es que no conocemos a Dios. ¿Y cómo lo podemos conocer? Pues con la oración y con la Palabra; y también es necesaria la comunidad: la fe que no se comparte, no crece. Si tienes un encuentro con Jesucristo, tienes que darlo a los demás. ¡Muchos mueren tristes y amargados por no conocer a Dios".

"Lo que quiero es darle contento al Señor, darle descanso mientras otros le rechazan. Jesús es el más pobre de los pobres, siempre tan solo en el sagrario (...) Antes de entrar a la cárcel pido a Jesús la misericordia con la que Tú amas a cada uno de nuestros hermanos, solo quiero que conozcan lo maravilloso que es Dios".

"¿Se siente alguna vez impotente?  - Muchísimo. Él ha venido a salvarnos y hay tantas veces que no soy capaz de transmitirlo. Me da paz saber que todo está en sus manos. Yo no hago nada, es Cristo quien lo hace".

Gracias, sor Mari Luz. Descansa en el regazo del Amor de tu vida+